Inevitablemente en sus relatos se entremezclan las semblanzas de sus familias con padres, abuelos y tíos militantes en el campo popular, en favor de derechos colectivos, tanto en el pasado como en el presente. Y también están los retratos del país y las luchas, de ayer y de hoy, todo con códigos y palabras propias de la edad.
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La hija de Julieta y una de las nietas de Eduardo Garat: Lara, sueña con ser futbolista.
"Son relatos espontáneos y desdramatizados, pero con una carga afectiva tremenda, se nota que todos provienen de familias donde se los quiso mucho, donde hubo mucho amor y afecto, mucho respeto por la memoria y por lo que sueñan hacia adelante", comenta Molina a La Capital.
La filmación se realizó hace pocas semanas en el Museo de la Memoria. Hasta allí llegaron estos acompañados por sus mayores, los Hijos Comparten su rostro y voz Martí Labrador Marucco, de 16 años, y León Labrador Marucco, de 6, hijos de Tomás Labrador; Juana Basso, de 13 años, hija del recientemente fallecido militante y periodista Juan Emilio "Juane" Basso Feresín, y de Nadia Shujman, abogada y querellante en juicios de lesa humanidad por H.I.J.O.S; Emiliano Toniolli, de 17 años, hijo de Eduardo Toniolli; Simón Rodríguez Peters, de 6 años, hijo de Bárbara Peters Tosi; Camila Garat, de 15 años, hija del también militante y periodista Santiago Garat y Lara González Garat, de 12 años, hija de Julieta Garat.
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Emiliano Toniolli tiene 17 años, es vicepresidente del centro de estudiantes de la Escuela Rivadavia: su padre se llama Eduardo, su abuelo también.
En el documental aparecerán imágenes de archivo, sobre las infancias pasadas, las presentes y comentarios sobre sus abuelos y abuelas y sus padres.
"Todos caen en la cuenta de que sus abuelos no eran personas mayores como se los suele representar o imaginar: eran jóvenes, el algunos casos con pocos años más que ellos. Y de ellos heredaron anécdotas, nombres y sobrenombres, sus padres y eso lo rescatan. Ellos son de algún modo la cosecha de lo sembrado", dice Molina, cineasta, docente y director del canal de la universidad pública que funciona en la Siberia, uno de los pocos en su tipo en el país.
Este documental es parte de una programación con contenidos didácticos, culturales, sociales, científicos y políticos de la región, nacionales o internacionales como el 8M, que se vienen desarrollando desde el canal de la Universidad, que depende de la Escuela de Comunicación Social y se reactivó con la gestión del actual rector Franco Bartolacci.
"Aún con todas las dificultades de la pandemia no dejamos de producir", asegura Molina antes de enumerar las producciones ya realizadas, sobre humedales, Escuela de Oficios, Manuel Belgrano, Derechos del Niño, San Martín o cómo se vivió la pandemia en la Universidad.
El canal, estudio y productora, de la UNR se llama Unicanal y está integrado por ocho personas que participaron del documental. La producción estuvo a cargo de Belén Bertero y Rocío Luna; los cámaras fueron Dana Tameron, Lucio García y Camilo Postiglione; la edición corrió por cuenta de Mario Armas y la gráfica estuvo a cargo de Fabián Gallego.
Insoportables y necesarios
Para Molina trabajar con los chicos cansa más física e intelectualmente pero da más gratificación que con los adultos. "Son 'insoportables' a veces _se ríe_ pero necesarios: los chicos son los únicos que me sacan el pesimismo actual sobre la condición humana".
Explicó que el documental no fue un interrogatorio ni una entrevista. "Sólo charlamos, jugamos, vimos imágenes: por suerte uno trata de llevar a los chicos por un lado con las preguntas y ellos salen con otra cosa, siempre sorprenden, se van al carajo, pero nunca pierden esa mirada luminosa y en este caso, el sentido de identidad", comentó.
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Marti Labrador Marucco, de 16 años,
Molina dijo además que los chicos y chicas del documental se conocen entre sí de manera casi familiar y eso generó un buen clima de trabajo.
"Son como primos, se conocen de ir a las rondas, a charlas, conocen las historias de unos y otros, las fotos de las caras de las víctimas de cada familia", comentó.
Y Santiago Garat lo corroboró: "El día anterior a que falleciera Juane las llevé a la filmación a mi hija Camila y a mi sobrina Lara y me crucé con él y su hija Juana. Las nenas hacía un año que no se veían por la pandemia y corrieron contentas a saludarse: siempre hemos estado juntos, Juane era amigo, hermano, familia, compañero de trabajo, de militancia. Aún no sé qué vamos a hacer sin él, quién va a organizar las cosas este 24 de Marzo como él", lamentó Garat, más en duelo que nunca.
Los orígenes
Cada uno de los chicos y jóvenes del documental habla de sí, pero con soltura y naturalidad también refieren a sus orígenes y las crónicas ligadas al terrorismo de Estado.
Martí cursa cuarto año del secundario, milita en el centro de estudiantes de su colegio y en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), un perfil distinto al de su hermano León, que va a segundo grado y parece que juega al fútbol y nada como los dioses. La historia de Tomás Labrador, el papá de Martí y León, es la de una familia diezmada por los grupos de tareas del jefe de la policía de Santa Fe en Rosario durante la Dictadura, Agustín Feced. Es la historia del primer caso argentino denunciado ante el juez Baltasar Garzón y de una de las primeras madres de Plaza de Mayo que tuvo la Ciudad: la ya fallecida Esperanza Labrador.
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León Labrador Marucco tiene 6 años y
En septiembre de 1976, secuestraron a Miguel Angel un tío de Tomás que continúa desaparecido. Dos meses más tarde una veintena de hombres armados irrumpen en la casa de los abuelos de Tomás, Víctor y Esperanza, los maltratan, les avisan que habían asesinado al padre de Tomás y a su pareja (Palmiro Labrador, de 28 años, y Graciela Koatz) y cuando su abuelo va a casa de su hijo también lo matan.
Juana se animó a decir que si vivieran sus abuelos intentaría enseñarles a jugar a la play con ella. Filmó el documental un día antes de la muerte de su papá. Es la hija de dos integrantes infatigables de Hijos: la abogada Nadia Shujman y Juane Basso, quien murió el 4 de marzo último con apenas 44 años de un infarto, lo que agrega al próximo Día de la Memoria un dolor incontenible e inexplicable para todos quienes lo conocieron o lo respetaron.
El papá de Juana había nacido en cautiverio en febrero de 1977 porque su mamá, María Eugenia Saint Girons, había sido detenida clandestinamente el día después del secuestro de marido: Emilio Feresín. Pero además, un primo de la mamá de Juane, Guillermo White Saint Girons, tambien había sido secuestrado y asesinado durante los años de plomo.
Concejal, secretario general del Partido Justicialista, además de líder el Movimiento Evita e integrante de Hijos Todo eso, entre otras tantas cosas, y además papá de Emiliano es Eduardo Toniolli, el hombre con un padre desaparecido, llamado Eduardo como él y que fue buscado sin pausa por su madre, Matilde Espinosa, una abuela ya fallecida de Plaza de Mayo y también fue buscado por su mujer, Alicia Gutiérrez.
Emiliano no solo sigue los pasos militantes de su papá sino de abuelo, quien integraba el centro de Estudiantes del Colegio Nacional Nº 1: él lo hace ahora, en la escuela Rivadavia, es vicepresidente. Y confiesa con orgullo en el filme que de sus ancestros también heredó el mote de "cabezón".
Simón, músico, y el más pequeño del grupo que protagoniza el documental es hijo de una actriz: Bárbara Peters Tosi, a quien llevaron detenida con poco más de un año y 60 centímetros de altura, tras asesinar a su madre, Clotilde Rosa Tosi, de 25 años, el 2 de enero de 1977.
A la bebita, hoy mamá de Simón, le abrieron un prontuario tomándole las huellas de las plantas de sus pies y ese documento fue presentado como prueba en la megacausa Feced.
Camila, quiere ser artista y ha escrito y contado su historia más de una vez, y Lara, proyecta ser futbolista. Ambas son primas hermanas e hijas de los hermanos Santiago y Julieta Garat, respectivamente. Ambos son dos de los tres hijos de Eduardo Héctor Garat, un abogado y escribano secuestrado y desaparecido. Su madre Haydee Cabanillas de Garat fue una activa integrante de Madres de la Plaza 25 de Mayo.
Estos son solo algunos datos de los orígenes de cada protagonista del filme. Pero para saber más de ellos, de primera mano, para conocer cómo respetan los derechos humanos y rearman la memoria desde el presente, hay que ver el documental. Vale la pena.