Chicos en el medio de balas. Ese escenario explica la muerte de Geraldine, la beba de un año y seis meses, que este lunes fue víctima de un disparo en Villa Gobernador Gálvez, y también de otros dos bebés y una niña de 6 años que fallecieron en lo que va de este año en el departamento Rosario víctimas de balaceras. Si alguien pensó la vida de las infancias en las últimas dos décadas fue María de los Angeles "Chiqui" González que toma esa imagen de esas violencias que tienen como víctimas a niños y afirma sin dudar que "ese chico está en medio de las balas porque es invisible, casi como si fuera un obstáculo, cuando en realidad no quiere ir a los bordes porque quiere ser justamente mirado".
La gestora cultural, ex ministra de Cultura de la provincia durante el socialismo e ideóloga de gran parte de los territorios infantiles de la ciudad y la provincia afirma que "esta es una generación de niños que cuidan a los padres" en lugar de ser cuidados y suma a la mirada sobre los jóvenes y adolescentes al decir: "A los jóvenes se los mira porque representan un riesgo, de que nos roben, de que nos maten, de que nos ataquen; a los chicos, en cambio, no los estamos mirando".
Lejos de la "teoría de la ternura", está convencida no solo de la "potencia de las infancias como fuerza de cambio", sino también de que resulta clave para eso "ponerlas en el centro de los discursos para estructurar políticas públicas estratégicas y no hablo de políticas culturales, sino sociales y ambientales, de obras públicas y de planificación de los barrios, así como de transversalidad de gobierno", señala sin poder dejar de mencionar que ese fue el ejercicio del que inició en Rosario desde la intendencia Hermes Binner.
Sin dejar de mencionar la complejidad de que sucedió desde entonces hasta acá, lo que González remarca es el borramiento de las infancias de esos discursos y afirma que en "una sociedad donde el debate y la demanda central es por la vida, por sobrevivir a la pandemia, para que no me roben en la calle, para que no me maten, el niño aparece como último".
"De lo último que nos acordamos es del niño y la niña -reafirma-. Al joven lo miramos, sí, pero lo miramos porque representa un riesgo, una amenaza, un peligro; es el que te puede matar, el que te puede robar, es el que los discursos instan a suprimir, pero el niño directamente no existe porque en la sociedad del riesgo, todo lo que no genera un riesgo no existe, solo estamos alerta ante lo que nos ataca en una sociedad de extrema vigilancia".
Para González, "lo más débil" en ese escenario "es lo que se pierde de vista" y añade: "Ahora sucede con los niños, pero también en otros momentos históricos intentaron hacerlo con las mujeres".
Huella y reconstrucción
Aún convencida que "una huella fuerte" quedó en Rosario de esa centralidad que las infancias supieron tener en las políticas estratégicas y sobre todo en el campo cultural, reclama la necesidad de encarar "una profunda reforma del Estado donde es imprescindible que haya transversalidad para reagrupar los servicios sociales, ambientales y las dificultades de las infancias para hacerla una entidad viva, plural y una cosa dividida en ministerios y pulverizada".
Cuando reconoce esas situaciones, la ex ministra las conoce por su propio paso por la gestión. "Vos tenés una familia con una niña con dificultades, quizá, que puede llegar a tener 27 intervenciones del Estado diferentes sin que un sector se entere del otro, eso no puede pasar", recalca.
Pero además para González recuperar la centralidad de las infancias no solo pasa por recuperarla "en los discursos y las palabras de las diferentes fuerzas políticas", sino sobre todo "en el empoderamiento de los niños, en darles la palabra y el ejercicio de sus derechos consagrados, jerarquizar nuevamente el campo de la infancia como posibilidad de aprender".
Además, apuntó a las comunidades y a sus saberes. "Hay que dejar de descalificar a las comunidades en su capacidad de crianza, volver a darle valor a la transmisión de lo que saben esos adultos, a su historia y a su lucha, aunque apenas sepan escribir, y volver a un trabajo íntimo y constante con las organizaciones", enumeró y afirmó sin dejar dudas que "una sociedad muy rota, lo que necesita ante todo es volver a creer que puede".