Una vez más, el parque Independencia se vuelve noticia por ser blanco de reiterados actos de vandalismo. Esta vez quienes salieron a denunciarlo fueron los propietarios de las embarcaciones que funcionan como una de las principales atracciones familiares del Laguito. "Este es un tema que se viene agravando a diario", afirmó uno de los concesionarios del servicio, Manuel Ferrer, quien interpretó los incidentes como "actos de vandalismo" y aseguró que ya no saben "qué hacer".
En declaraciones a La Ocho, el hombre dijo ayer que, a diferencia de otras épocas, el problema que viven actualmente no se debe "tanto a los robos" como a "hechos de vandalismo por gusto, nada más", que encima "son cada vez más frecuentes" y generan "daños" a las embarcaciones.
"No sólo rompen cosas, sino que también han hundido embarcaciones", denunció, un grave perjuicio para la actividad. Los autores de esos ataques incluso "arrancan las tablas de muelle" donde funciona el negocio, sostuvo Ferrer.
Con esas maderas, explicó, los delincuentes logran entre otras cosas "hacer palanca, arrancar las manijas y cortar las cadenas de los botes".
Para minimizar todos esos riesgos, los boteros del Laguito del parque Independencia ya han "gastado fortunas poniendo cadenas de acero inoxidable" del "doble de espesor" del habitual. Sin embargo, a todos esos elementos de protección "los cortan igual, seguramente con algún aparato", opinó.
Ferrer agregó que los vándalos incluso "arrancan las ventanas de la boletería" y "rompen los vidrios".
Y para graficar su impunidad, recordó que gracias a esos procedimientos "hace poco" hasta les robaron la registradora y otros artículos que tenían dentro del puesto.
No es la primera vez que el parque central de la ciudad se hace noticia este mismo año por otros hechos de vandalismo.
Por ejemplo, los que se ensañan frecuentemente con las fuentes, las estatuas y esculturas, y hasta con las flores del Rosedal.
Para reducir los efectos de esas acciones destructivas, la Municipalidad tuvo que enrejar estructuras y equipamientos urbanos, elevar los pedestales que sostienen bustos de próceres y hasta contratar a una empresa de seguridad privada para que proteja de robos a los pimpollos que crecen en el Rosedal.