"Hoy miércoles. Se suspenden las clases por falta de agua", se leía hoy en una pizarra de la entrada de la Escuela N° 1257 de calle Clavel al 7200, de barrio Las Flores. Alguien le agregó luego más datos: "Motivo: Robaron la bomba". Al edificio que no tiene gas desde principio de este ciclo lectivo asisten 450 alumnos y 80 docentes durante el día. Y por la noche, funciona un curso de 30 estudiantes secundarios de la Nocturna N°64. Pero en la jornada de hoy nadie dio clases, porque de las canillas no salía una gota de agua.
Se trata del robo N°16 desde que comenzó la pandemia, y fue denunciado una vez más en la comisaría 21°. No es precisamente el más brutal, ya hubo otros: hace meses se llevaron un portón de hierro. Por eso hubo abrazo de reclamo al mediodía: "Perotti, venga a cuidar a la escuela y a la comunidad", entonaron maestros, padres y alumnos.
"Esta vez se robaron el marco de la puerta y las rejas de una torre del patio, más dos tanques y dos bombas, que según algunos padres ya están vendiendo por el barrio. Lo que no podemos entender es cómo sucedió esto si el establecimiento cuenta con una agente de seguridad como custodia, durante la noche", se preguntó una maestra del turno tarde, Rita Montenegro quien con ironía y agarrándose el delantal con las manos agregó, en diálogo con La Capital. "Hasta hace poco esto era mi chaleco de balas, ahora ni siquiera. Acá toda la comunidad está desprotegida".
Cuando las maestras llegaron este miércoles a las 7.15 no se dieron cuenta del "prolijo" trabajo que habían hecho en la torre de agua junto al ceibo donde juegan los chicos.
"Cuando vimos que no había agua en los baños fue una portera a ver qué pasaba y al volver dijo: nos robaron otra vez".
Entonces se decidió lo de siempre. Suspender las clases "hasta nuevo aviso", avisar a la supervisora, hacer la denuncia. Pero abrir igual el comedor al mediodía, ya que recibe raciones de la comida centralizada. A las 12 se cumplió el rito tras los cánticos en la puerta: los alumnos almorzaron guiso de pollo, papas y verduras y se llevaron la naranja de postre.
"Acá se come en tandas: primero los de la mañana, luego los de la jornada ampliada, que son los chicos que hacen actividades artísticas o inglés y después los del turno tarde. Esto debemos garantizarlo, pero cuando daremos clases no sabemos porque si no se colocan bien las rejas y las bombas los volverán a robar", dijo Montenegro.
Los maestros circulan por el lugar de la mañana a la caída del sol. Y siempre han tenido que pedir que la línea 140 de colectivos los deje en la puerta, para mayor seguridad, algo que lograron con esfuerzo.
"Antes caminábamos una cuadra, pero a una compañera llegaron a encañonarla con un arma. Y es un barrio donde lso taxista no te quieren traer. Dependemos del colectivo y de no perderlo o llegamos tarde o no sabemos como regresar", aseguró una docente.
Los que extrañan a Los Monos
La "Crucero Ara General Belgrano" es una institución que no pasa desapercibida en el barrio. Prácticamente todo nene y nena de Las Flores pasaron por el barrio. "Incluso los hijos de Los Monos: todos vinieron acá", dicen las docentes. Mientras en el barrio más de uno lamenta que la mayoría de la familia del Pájaro Cantero esté presa o muerta.
"Cuando ellos andaban sueltos había códigos, te podían robar en el barrio pero nadie te mataba, ahora todo se agravó", dice un vecino al lamentar cómo se echó a perder la seguridad en la zona. Y la frase, con algunas variantes, se escuchó más de una vez.
El edificio es amplio, colorido, aireado, luminoso e imponente. Todo conseguido a base de reclamos y trabajo de sus docentes. La mayoría con más de 20 años en el lugar.
Cuenta con aulas y baños impecables, un patio techado, una cancha de fútbol afuera, un comedor y cocina bastante completa (a la que hubo que agregar una garrafa para garantizar meriendas). Allí come todo el alumnado. También cuenta con un escenario para los actos.
Pero, no tiene gas, para suplirlo y poder tomar algo caliente se compraron unas cafeteras eléctricas que hacen saltar la térmica más de una vez.
"Chicos y docentes debemos venir muy abrigados para poder resistir el frio y dar clases. Con hambre y frío no es fácil aprender", dijo Marisa, otra docente.
Frente a la escuela hay una Barbería, su dueño nació y se crió en el barrio y asegura que los robos son recurrentes en la escuela. Lo mismo dicen las madres del Jardín de Infantes N° 80 que está también sobre calle Clavel, al lado de la escuela.
"Acá no roban pero cuando los chicos crezcan y tengan que ir a esta escuela, seguro estaremos en la misma que esos padres. Pidiendo seguridad, a puro canto", dijo una mamá, sin muchas esperanzas de que las cosas cambien.