En la casa de Clarisa Vitantonio (43) siempre estuvieron las obras y los libros de arte de su mamá, Estrella González. También hubo construcción hacia adelante, con amor y ayuda de sus abuelos, pero con la memoria activa y el recuerdo siempre presente tanto de su mamá como de su papá, Héctor Vitantonio, a quienes secuestraron y encontraron asesinados en el centro clandestino de detención La Calamita, Granadero Baigorria, en septiembre de 1976. Clarisa tenía diez días de vida.
El legajo que va a recibir Clarisa fue el primero que se encontró de la Escuela de Bellas Artes, a partir de la investigación hecha por el programa de preservación de la Facultad de Humanidades y Artes.
“Cuando los asesinaron, mi mamá tenía 27 años y mi papá, 23. Él estudiaba Medicina", cuenta sobre sus padres, a quienes fue "armando" a partir del acercamiento que hizo, por su historia, para conocer su propia identidad: "Siempre busqué más allá del relato de familiares, amigos y conocidos".
Conformar las distintas facetas de padres casi desconocidos no es fácil. Y estos instrumentos e iniciativas suman para terminar de armarlos: "Me adelantaron un poquito. Me emocionan todas estas cosas porque cómo se encontró el legajo fue bastante particular, fue el primero de la Escuela de Bellas Artes y todo lo que tiene que ver con la familia de uno, con su propia identidad, es emotivo".
La libreta de estudiante de Estrella era uno de los recuerdos materiales con los que ya contaba Clarisa, y el legajo se sumará a esas evidencias: "Eso que parece sólo un papel, es importantísimo y muy valioso. Tal vez puede parecer algo muy chiquito, pero para las familias de los detenidos desaparecidos es algo enorme".
Clarisa afirma que cada vez que puede, felicita al equipo de preservación porque hacen "un trabajo a pulmón. Es maravilloso el laburo que hacen y ojalá que lo hagan todas las facultades porque es muy difícil conformar un equipo que se dedique pura y exclusivamente a buscar todo eso".
A pesar de todo, Clarisa guarda cuadros de Estrella, "libros que tienen que ver con el arte" y el recuerdo de cómo sus abuelos siempre le hablaron con la verdad: "A medida que una va creciendo, se le van contando de otra forma. Nosotros éramos muy chicos cuando termina la dictadura y seguía existiendo un miedo muy grande en la sociedad. Pero a mí nunca se me ocultó la verdad".
"También, me hicieron crecer desde el amor. Lo que nos pasó a nosotros le pasó, también, a un montón de otras personas. Y había que seguir construyendo hacia adelante", explica, resalta estas cuestiones porque le da mucha importancia a crear las figuras de sus padres, también, desde lo cotidiano: "Esa gente se reía, hacía deportes, sabía hablar un idioma o hasta era torpe para un montón de cosas. Me parece que es muy importante y muy sano buscar a esta mujer que también estudió Bellas Artes, qué dibujaba o qué hacía".
Memoria activa
"Discutir si fueron 30.000 o no hace que hoy podamos estar viendo si tenemos que hacer cosas para profundizar, con respecto a la memoria en colegios, clubes, barrios o por los medios de comunicación. Hace 20 o 30 años esto no lo podríamos estar discutiendo y eso es algo que se ha logrado gracias a la lucha de un montón de gente", asegura Clarisa.
Y está de acuerdo con la iniciativa del presidente Alberto Fernández de analizar una ley que penalice a quienes nieguen los crímenes cometidos en la última dictadura cívico militar: "No me parece un tema menor porque tiene que ver con la identidad y la cultura de un país. No podemos negar el terrorismo de Estado".
"Celebro la gente que milita hace años y ha logrado que tengamos un día como el 24 de Marzo, que sea un día donde todos participen políticamente o no, de forma partidaria o no", concluye.