"Esto puede pasar en una escuela como esta, que es una escuela amorosa". La afirmación de uno de los docentes de la Escuela de Enseñanza Media Particular Incorporada Nº 8004 -conocida como el Liceo Avellaneda- explica no solo el video que se viralizó en las últimas horas a través de las redes sociales de todo el país -donde Brian Martínez, uno de los docentes, da clases con un gato sobre los hombros cómodamente- sino sobre todo la cotidiana convivencia de los profesores y los más de 600 estudiantes con Tigro y Snarf, las dos mascotas del establecimiento.
La presencia de los animales no es nueva en el edificio de Córdoba 625, ese que en 2000 fue declarado patrimonio histórico de la ciudad. Antes de la pandemia estuvieron otras dos gatas, una que se escapó y no lograron recuperar y Lili, que con el asilamiento obligatorio "se mudó" a la casa de una de las docentes y ya no regresó.
"La presencia de los animales es parte de un proyecto de trabajo de respeto y de convivencia", contaron las autoridades del establecimiento, que incluso recordaron que la decisión de que las mascotas fueran parte de la comunidad escolar fue justamente "una cuestión vinculada a la concientización, al cuidado de los animales, a la tenencia responsable y al trabajo que ahora se lleva adelante incluso con una ONG".
Todo eso explica no solo la naturalidad con la que el profesor Brian despliega en el pizarrón de la clase con el gato sobre la espalda en el video que incluso fue noticia en los canales nacionales, sino incluso su mensaje en la red Instagram del diario La Capital.
"En el Liceo Avellaneda amamos a los animales. Es una institución que más allá del compromiso con la educación y sus estudiantes, mantenemos también la convicción de respetar a los animales. Para nosotros es natural convivir con Snarf y Tigro porque forman parte de la escuela y están rodeados de mucho amor y comida", escribió el profesor, y afirmó que la dupla felina es "una gran compañía tanto para docentes como para alumnos quienes los disfrutan en el día a día. Ayudan mucho a tener clases cómodas y distendidas".
Espacio propio y cuidados
Tigro y Snarf son habitantes de la escuela, pero también son una presencia a través de la cual se educa. "Con ellos trabajamos la concientización en el cuidado, en la responsabilidad, en su alimentación porque no pueden comer cualquier cosa y son los mismos chicos los que los cuidan", relataron desde la dirección como parte del proyecto que llevan adelante.
De hecho, las mascotas tienen un espacio propio en el edificio, donde está su alimento y su agua, sus bachas con piedras higiénicas, además de sus cuchas. Y los estudiantes siguieron de cerca el proceso que significó su esterilización y todos los cuidados que el procedimiento conllevó durante varias jornadas, como lo describen incluso en los posteos que fueron realizando a través de las redes sociales, fundamentalmente Instagram.
Mientras hay actividad en la escuela, deambulan y son parte de esa comunidad, además de una responsabilidad de todos, aunque ya a partir del turno vespertino y en los momentos en que las puertas permanecen abiertas, se los deja en ese espacio.
"Nadie quiere que vayan y el temor es que se pierdan, es parte del cuidado", recalcan profesores y directivos.
Para otro de los docentes del establecimiento, no hay dudas de que cosas como esta "pueden pasar en una escuela como ésta, que es una escuela amorosa y que desde hace ya muchos años orientó todo su trabajo y su potencia a trabajar en la convivencia y en la empatía" en la comunidad que la habita.
El profesor explicó que muchos de los estudiantes son adolescentes que "vienen de experiencias anteriores no tan buenas", lo que los orienta a a los docentes trabajar sobre todo "en los vínculos afectivos antes que en la trasposición de conocimientos".