“Me crié al lado del río y las palometas antes no mordían así; que haya 40 víctimas en dos
días es una barbaridad, esto es culpa de la pesca indiscriminada y si no hay políticas de Estado,
el fenómeno seguirá ocurriendo”. El análisis pertenece al biólogo e investigador del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Norberto Oldani, un hombre nacido
hace 57 años en Maciel y criado a la vera del río, en Coronda. Su especialidad es la ecología de
peces en aguas continentales pero cuando trata de explicar el ataque a bañistas registrado esta
semana por las voraces palometas en la costa norte de la ciudad, usa palabras simples: “El
pez grande come al pez chico; y si no hay nada que comer, estos ejemplares, de la familia de las
pirañas, atacan a otros peces como a los sábalos, que comenzaron a aparecer con las colas comidas,
y también muerden a las personas”.
—¿Por qué razón las palometas atacaron en una sola playa?
—No existe ninguna razón particular para que las palometas estén
en un lugar u otro. Pero si hay cuarenta víctimas, no es casualidad. En la ciudad de Santa Fe, el
año pasado también hubo veinte casos en dos días. Esto indica que los ataques se dan cada vez con
mayor frecuencia. La palometa es una especie natural del sistema, yo me crié al lado del río y
antes no mordían así. Esto sucede porque antes el sistema no padecía del estrés ambiental que hay
ahora debido a la pesca indiscriminada; hablo de 10 mil a 40 mil toneladas por año, una gran
pérdida.
—¿Qué otras reacciones tienen los peces debido al impacto
ambiental?
—En el río Uruguay, debido al mal manejo del agua, algunos peces
han dejado de reproducirse y en consecuencia, al cabo de un tiempo, hay menos ejemplares, no
emigran y se altera la cadena. Esto ocurre con el sábalo que es alimento de otros peces. Un estudio
realizado el año pasado sobre la reproducción del sábalo indicaba que estos ejemplares aparecían
con la cola comida por las pirañas que no tenían con qué alimentarse. Se ha roto la cadena trófica,
normalmente el pez grande se come al pez chico o al que tiene problemas de salud, en cambio en este
caso la piraña ataca a otros peces o a las personas.
—¿El estrés ambiental puede estar dado por la construcción del
puente a Victoria?
—No, desde que se construyó no hubo una creciente importante o sea
que el impacto no ha sido significativo. Si el nivel de agua es bajo el impacto también lo es.
—Gente ligada al río llegó a decir que el ataque del cardumen
tenía que ver con la presencia de aguas cloacales, el calor o la matanza de yacarés, supuestamente
predador de pirañas.
—No son parte del problema. Los desagües provocan contaminaciones
puntuales. El calor, por supuesto activa la actividad biológica de las especies, inclusive de los
peces; en verano son más activos y en invierno se aletargan. Y lo del yacaré es folclore sin
fundamento. Las pirañas muerden porque les falta comida, es muy simple, la pesca indiscriminada
perjudica a las especies que se quedan en el sistema. Y si no hay política de Estado para frenar
esto, los ataques continuarán. No es por nada, pero los dos últimos secretarios de Medio Ambiente
de la provincia han sido rosarinos.Esto es desconocimiento y falta de políticas preventivas sobre
el tema, acá no hay estadísticas sobre las capturas y mortandades de los peces, no hay información
a la población colgada en internet. No puede haber ni 40, ni 20 ni ninguna persona mordida. Si se
hicieran las cosas bien, se estaría pensando en qué hacer para frenar la pesca indiscriminada y
para disminuir los efectos no deseados sobre otras poblaciones naturales.
—Ante el hecho consumado, ¿qué políticas habría que implementar?
—Más que mallas antipalometas, que no sé hasta que punto son tan
efectivas, las playas tendrían que tener carteles indicadores que prohíban que la gente se meta en
el río. Las mordeduras no son broma, en Santa Fe un chico perdió una falange y la familia demandó
al municipio ante la falta de señalización preventiva. El río es un ambiente peligroso, la gente
muere ahogada y los casos se hacen públicos, pero nadie se entera de las cantidades industriales de
sustos que se viven en el río cada día. Al río hay que respetarlo y saber que las playas son
lugares preparados por el hombre y medianamente seguras.
—¿Por qué medianamente?
—Porque la protección nunca es suficiente. Las rayas, por ejemplo,
se alimentan de los moluscos que hay en las playas. El Paraná cuenta con cinco especies que flechan
a las personas con una púa de hasta 7 centímetros que tienen en la punta de su cola. A mí mismo me
flechó una nadando, me clavó el aguijón y le aseguro que el dolor es terrible. Para bañarse en el
río como si fuera una pileta de natación, deberían diseñarse jaulas acuáticas, para graficarlas de
algún modo.