Y es lo que expresa, sin dudar, Nerina Azpeitía, una médica que forma parte de una de las consejerías que funcionan en un hospital de la ciudad. Cada equipo está integrado por un médico, un psicólogo y un trabajador social. Esta tarde hablará de sus experiencias profesionales en un conversatorio que tendrá lugar en la sede de la UNR, y mañana lo hará en el Senado de la Nación.
En una charla con La Capital detalló algunas de las múltiples vivencias que día a día tiene como profesional que acompaña a mujeres que "no pueden, no quieren, o no desean continuar con un embarazo". A ella no se lo cuentan los diarios, no se lo explican las estadísticas. Escucha con asombro los argumentos de quienes jamás sostuvieron la mano de alguien que llega al centro de salud desesperada, pidiendo contención, que expresa de una y mil formas: "Me muero si no me ayudan".
"Todas las mujeres abortamos", dirá en un momento. Todas, porque por la experiencia del aborto pasan las que van a la universidad, las que tienen pareja, las que el novio las dejó cuando se enteró del embarazo, las mujeres que tienen varios hijos o las que jamás fueron madre. Las que tienen una personalidad arrolladora y las tímidas, las que apenas pueden hablar de lo que les pasa, las que lo cuentan sin tantos prejuicios. Las que viven en el barrio más humilde, las que se atienden en sanatorios privados pero no tienen dónde recurrir y se animan por primera vez a caminar los pasillos de un hospital temblando de miedo. El 25% de las prácticas de interrupción en Rosario se hacen a mujeres con obra social.
La realidad
Unas y otras suelen llegar solas. Pocas veces hay un familiar, una pareja o un amigo o amiga en el momento de la consulta. "No quieren comprometer a nadie, o no tienen a nadie que les dé una mano en esta situación", relata la médica. Otro motivo por el cual es tan necesaria la ley, dice convencida. Socialmente está cada vez más aceptado, reconoce, pero el peso de que no haya una ley que ampare a todas estas mujeres sigue vigente. Hace que todo el procedimiento sea un poco más doloroso. "Doler, duele. No es un trámite. El momento es feo y hay que bancarlo. Por eso yo siempre doy mi teléfono y estoy presente para aquella que necesite hablar una o mil veces".
Ocho de cada diez abortos no punibles en Rosario se hacen con misoprostol, la droga que produce un efecto similar al de un aborto espontáneo. Con las demás mujeres se usa la técnica de aspiración y solamente en casos muy excepcionales se requiere una intervención con sedación. "Nosotros sólo hemos recurrido al quirófano en una oportunidad, no es verdad que la interrupción requiere de un gasto enorme de la salud pública", afirma.
"Lo único que quieren las mujeres es que termine rápido. Por eso, para nosotros, como equipo, la interrupción voluntaria de un embarazo es una urgencia. No podés decirle a esa mujer que vuelva en una semana o quince días. Cada hora es difícil de atravesar. Y si el tiempo pasa las complicaciones desde el punto de vista médico pueden ser grandes. En ese caso habremos cometido una mala praxis", remarca.
Azpeitía insiste en que "siempre actuamos desde la garantía de derechos. Nosotros acompañamos a la mujer en su decisión. Hay un 10% de mujeres que optan por continuar con su embarazo. No estamos para convencerlas de que lo interrumpan".
¿En qué situación?
¿En qué situación llegan las mujeres al centro de salud u hospital? "Con mucha desesperación y con angustia, con temor a estar haciendo algo ilegal. Suelen expresar con pudor que quieren una interrupción del embarazo. Para ninguna mujer es sencillo. Más allá de la cuestión psíquica, la medicación disponible puede generar efectos adversos que duran unas pocas horas pero hay que pasarlos. En la mayoría de los casos se hace de manera ambulatoria, la mujer se va con la medicación, las indicaciones precisas, pero siempre que tenga recursos para poder reconocer signos de alarma.
Para alguien que ya ha tenido situaciones de parto es una cosa, pero para una adolescente que no tiene idea de lo que es una contracción no es lo mismo. Cuando la gestación no supera las 12 semanas siempre se intenta que el procedimiento ocurra en el domicilio. Luego de ese tiempo, cuando quizá se requiere un aspirado (la otra opción), se realiza en el hospital. Si son niñas siempre se las interna, y además se lo hace en pediatría. "Hay que devolverles su lugar de niñas", remarca.
"Tenemos que considerar también que muchas veces hay mujeres que no tienen un acompañante, que están totalmente solas. O que no tienen un baño. Por eso cada historia de vida es muy particular y quienes estamos en las consejerías debemos poder escuchar siempre la voz de la mujer y sus posibilidades".
Ella trabajó mucho tiempo en el norte de la provincia en comunidades de extrema vulnerabilidad. Vio morir mujeres por abortos incompletos y a médicos que llamaron a la policía para que intervenga en casos en los que habían detectado un aborto.
"Una vez una mujer entró a quirófano después de una práctica que había intentado en la clandestinidad. Estaba blanca como un papel, y casi sin poder hablar nos contó: a mi familia le dije que me lo iba a sacar como sea. Murió por una hemorragia".
"Cuando uno acompaña esas situaciones, no te hacés muchas más preguntas. Si una mujer no quiere continuar con el embarazo, lo va a interrumpir. Si no, va a una maternidad forzada que tiene efectos en su psiquis, que son graves para esa mujer y ese niño. Hay muchas situaciones graves desde el aspecto social. Ojalá fuera distinto, pero la realidad es esta", dijo la médica.
>>> Consecuencias muy dolorosas
Para la médica, Nerina Azpeitía, los efectos negativos en la psiquis de las mujeres tienen mucho más que ver con el circuito de la clandestinidad, con estar solas. "Lo que han soportado muchas que luego llegan con problemas serios al centro de salud es indescriptible. La falta de una ley sólo provoca más y más dolor en las mujeres". Y agrega: "La que va a abortar lo hará de todas maneras. Quienes acompañamos sabemos bien que, por ejemplo, plantear que siga el embarazo y que opte por dar en adopción es casi imposible, y hasta violento. Estamos hablando de alguien que no puede con lo que le pasa en el cuerpo...¿se entiende? Para ellas no es una opción, no existe". Cuando la situación pasa, la mujer se va con más información y más conocimiento.
>>> "La ley ayuda a que tomen decisiones"
"La ley también ayudará a que más mujeres sepan que pueden tomar decisiones respecto de su vida. Y eso excede un embarazo", reflexiona la médica Nerina Azpeitía. "Cuando pueden, cuando desean ser madres es genial, pero si no pueden y no tienen quien las guíe y acompañe, terminan pidiendo asesoramiento a la vecina, a la amiga. Hay trabajadores de la salud que hacen abortos de manera clandestina y con los métodos más crueles". Quienes no apoyan la legalización del aborto "sólo están amparando al mercado clandestino". Un aborto en el sistema ilegal cuesta entre 20 y 60 mil pesos en Rosario.
"Es tan importante que se haga en un ámbito institucional porque cuando se practica de manera clandestina no hay un profesional, un equipo cuidando e indicando la mejor opción para esa mujer. Usan lo que tienen a mano sin medir consecuencias, sin pensar en esa paciente".
Otro dato que ofreció la médica es que si el embarazo es producto de una violación el hecho de realizarse el aborto dentro de un marco de no punibilidad, en un hospital, "permite recolectar el material para pruebas genéticas. Se han detenido a los agresores gracias a esto. Hemos contribuido a encarcelar violadores", dijo.
Tarde o temprano
"Fuimos aprendiendo con el cuerpo de las mujeres. Hay una gran responsabilidad en garantizar la ley, algo que ocurrirá más temprano que tarde. Los senadores tienen en sus manos una gran responsabilidad", señala la integrante del equipo de salud.
"Rosario lleva adelante un modelo particular de interrupción voluntaria del embarazo, que funciona. Los que hace años que acompañamos en esta situación tenemos también la responsabilidad y el compromiso de asesorar a los otros médicos en la provincia y en el país si hace falta", admite, y hace hincapié en que "siempre hay que trabajar con equipos interdisciplinarios para que no se nos escape nada".
En la ciudad, el 90% de los abortos no punibles se practica en los centros de salud barriales. Los demás en hospitales. "Esto deben saberlo todas las mujeres: tienen que ir al centro más cercano y preguntar por el coordinador de ese centro, por la psicóloga o la trabajadora social para no exponerse a preguntar justo a un trabajador objetor de conciencia que no acompañe. Como se trata de una política pública de la provincia, el coordinador, si no tiene como resolverlo allí, la derivará a otro centro cercano que pueda dar respuestas", agrega.