Además de la igualdad de derechos en este Día de la Mujer, las vecinas organizadas del barrio Cabin 9 realizarán una movida este martes, desde las 15.30, para pedir por otras reivindicaciones históricas. La principal demanda en el barrio: el acceso al agua potable de red, un recurso que el populoso barrio limítrofe entre los municipios de Rosario y Pérez no conoce. La gran mayoría de los 15 mil habitantes de esa barriada debe hacer colas todos los días para poder sacar agua apta para consumo de un tanque comunitario porque el agua de la canilla no es potable.
Las mujeres del barrio, además de encargarse de la crianza de sus hijos e hijas y de trabajar para llevar el pan a la mesa, también deben cargar con la rutina diaria de buscar agua para poder abastecer sus hogares, merenderos, centro de salud y las escuelas que funcionan en el barrio. Con botellas y bidones, caminando en calles de tierra si es que no se transformó en barrio después de la lluvia, sobreviven en condiciones indignas.
Rocío, docente y militante barrial desde 2017, le contó a La Capital que este martes por la tarde convocarán a todas las mujeres del barrio en la intersección de El Chajá y Las Acacias para realizar una pegatina en la zona y luego venir hacia el centro de Rosario en la única línea que tienen en el barrio —la 145—para marchar junto al resto de mujeres que inundará las calles en una multitudinaria marcha al Monumento.
"Lo que le venimos exigiendo a la Municipalidad de Pérez y a la provincia, aunque no lleguen las cañerías, es que los discapacitados y mayores tengan el recurso más accesible porque en el barrio nadie puede pagar un bidón envasado, ya que está confirmado que el agua que se puede extraer de las napas es muy pesada y hace mal a la salud", contó Rocío. Detalló: "Es un agua que genera forúnculos en la piel, si tomás mate te deja la yerba fosforescente, si la tomás tiene un gusto horrible, la gente se enferma todo el tiempo y también arruina termotanques, calefones y todo tipo de metales".
"Hace varios años que venimos reclamando e incluso el mismo centro de salud advierte que no es para consumir y tampoco bañarnos. Es por eso que se hacen largas colas en el tanque para poder juntar y llevar a nuestra casas", agregó. Recordó que ante cada reclamo el municipio vecino les dice que "hay que esperar el Acueducto", cuya obra se realiza en Granadero Baigorria y prevé llegar hasta Provincias Unidad y bulevar Seguí, aunque la llegada a Cabín 9 (etapa 4) aún está en espera.
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A cuenta gotas. El acceso al agua potable en Cabín 9 es escaso y solo es posible gracias a un tanque comunitario.
Foto de archivo / La Capital
En ese sentido, recordó que "cuando se gestó el barrio en la década del '70, la gente sacaba el agua de pozo, pero hoy eso no se puede tomar porque está contaminada". Y apuntó que "el agua viene de Pérez, donde tampoco se puede tomar porque está certificado que es de grado 3, que está al límite de lo potable, es decir que no se puede consumir y genera problemas a la salud".
También mencionó que en barrio Godoy la Municipalidad de Rosario "lleva cubas de agua, sobre todo en verano, pero acá no pasa lo mismo y lo tienen que padecer tanto la escuela secundaria Nº 574; la primaria, Provincia de Chaco; y el jardín de infantes El Hornero".
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Rocío forma parte del Centro Social Cabín 9, que se formó en 2017 con la misión de ayudar a paliar los problemas que padece la gente del barrio, entre ellos, el poder acceder a un plato de comida todos los días. También brindan talleres comunitarios y fundaron el "roperito solidario" para juntar ropa a quienes más la necesitan y los asfixia la situación económica. Otra de las realidades que también sufre el barrio es la falta de transporte público, ya que —según aseguraron— la única línea que ingresa es la 145.
"Como mujeres organizadas es un reclamo que tenemos que hacer visible, por eso la idea fue sumar este reclamo al #8M", resaltó Rocío. La violencia machista y doméstica que padecen muchas mujeres del barrio -sostuvo- se acrecentó con el prolongado período de aislamiento en el marco de la pandemia.
"Muchas de las mujeres que se acercan al centro social se encuentran en dificultades en cuanto a situaciones de violencia, debido también a los pocos recursos con los que cuentan y la falta de un trabajo estable que le permita vivir", apuntó la militante. "El encierro potenció la violencia doméstica, ya que la situación de ser pobre y vivir en un barrio alejado también hace difícil el acceso a la salud y a los métodos de salud sexual y reproductiva porque somos pobres. Por eso lo planteamos cuando se abrió el debate de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE)", sostuvo.