Inesperada. Despiadada. Arrolladora. Así fue la pandemia de Covid que tuvo en vilo al mundo durante dos años. Así es muchas veces la muerte.
Enfática y profunda. Marité Colovini dejó su mirada sobre la pandemia y el rol de los trabajadores de la salud.
Inesperada. Despiadada. Arrolladora. Así fue la pandemia de Covid que tuvo en vilo al mundo durante dos años. Así es muchas veces la muerte.
El 30 de noviembre un grupo de profesionales convocó a los rosarinos a la presentación de “El hilo rojo de la pandemia”, una publicación que reúne las experiencias de “los trabajadores de la salud colectiva y la comunidad”, en los tiempos más críticos de la epidemia.
Un día antes, Marité Colovini, médica psiquiatra y doctora en psicología, autora de numerosas publicaciones, referente en la ciudad en temáticas vinculadas a la salud mental, charló con La Capital sobre el libro que había escrito junto a Jorge Kohen, Lucas de Candia, Ariel Blajos y Milena Marro.
Estaba previsto que la nota formara parte de la edición de este domingo.
Lo que nadie podía imaginar es lo que ocurrió durante la presentación. Marité se sintió mal, se descompensó y horas después se supo que había fallecido.
Esta entrevista, que tenía el objetivo de difundir el texto editado por Homo Sapiens, hoy tiene otro sabor, y quizá, otra fuerza. Porque las palabras de la psiquiatra y psicoanalista resuenan aún más potentes.
La charla fue por teléfono, por esas cosas de los tiempos que corren, y cómo. Sin embargo, con la agenda repleta y los preparativos propios de la presentación de un libro, Marité Colovini hizo una pausa de casi una hora y habló con este diario, sin prisa.
Enfática, clara, reflexiva, también amorosa (hubo una parte de la charla dedicada a hablar de sus nietas, a preguntarle a esta cronista por sus hijos), la profesional se dispuso al diálogo, como tantas otras veces en las que ofreció sus conocimientos y trayectoria al servicio de la comunicación.
Su voz, inconfundible, se escucha todavía muy cercana.
Esa misma voz que está presente en el “Hilo rojo...”, que es la suya, y la de tantos.
_¿Cómo surgió la idea de dejar constancia escrita de lo que estaban viviendo los trabajadores de la salud en tiempos del Covid?
_En el medio de la pandemia, en los momentos más críticos, durante el aislamiento en el que estábamos muchos, con toda la información que llegaba desde otros países sobre esta tragedia, decidimos juntarnos como se podía, por zoom, un grupo de gente que conformamos la Asamblea de los Trabajadores de la Salud Colectiva y la Comunidad. En esos encuentros discutíamos las medidas que se iban tomando, analizábamos lo que se hacía en forma correcta, lo que nos parecía que no, respecto a las medidas que se iban tomando. De esa asamblea fueron surgiendo algunos documentos porque decidimos tomar nota de eso que decíamos y debatíamos en una circunstancia totalmente inédita ya que nunca habíamos pasado por algo similar. Los que tenemos unos años recordábamos lo de la parálisis infantil (en 1956 en Argentina), pero no se parecía a esto, por el impacto mundial y también mediático, por la cercanía con el mundo. Nos juntamos, decidimos hablar de lo que atravesábamos, cada uno fue invitando a otros trabajadores de la salud que conocía. Y se conformó un espacio diverso donde estaban enfermeros, trabajadores sociales, médicos en actividad, médicos jubilados, psicólogos. Si bien el grupo era heterogéneo teníamos un norte en común: la convicción de que la salud es colectiva, de que las prácticas son políticas, de que nadie se salva solo. Pusimos el acento en que tenía que haber una fuerte presencia de las estrategias de atención primaria. Muchos de los que participaban estaban en los hospitales, en los sanatorios, en la primera línea de atención del Covid. Cinco de los integrantes de la asamblea comenzamos a tomar nota y nos dimos a la tarea de editar un boletín donde intentáramos recoger lo que se discutía, lo que pensábamos. Hicimos seis de esos boletines en PDF que empezaron a circular, por WhatsApp, por mail. Y eso nos sostuvo en épocas en las que no había posibilidad de contacto físico. Fue una acción reparadora. No podíamos encontrarnos en un bar o en una casa o en la facultad, pero sí en la charla virtual, en la escritura, el discurso. Teníamos ese contacto. Eso sí podíamos.
_Hablaste de valores comunes, que seguramente se reforzaron en pandemia...
_Te digo algo más. Si bien parecía que nos elegimos casualmente considero que no fue casual porque rápidamente nos encontramos coincidiendo en principios fundamentales: la salud no es una mercancía, no se compra ni se vende. Es un derecho que el Estado tiene que garantizar. La vida es lo primero que tenemos que cuidar, eso estaba y está claro. Las acciones individuales nunca producen salud, las acciones son siempre colectivas.
_El hilo rojo...
_Exacto. Durante la pandemia y en esto que transitamos ahora que tampoco es el fin de la pandemia porque no se declaró que terminó, hay un hilo conductor. Cuando los casos empezaron a bajar, cuando se retomaron los encuentros presenciales, nos pareció que era interesante poner en papel todo aquello. Además agregamos algunos textos de gente que nos hacía devoluciones a los boletines. Y también sumamos artículos de los editores, más conclusivos, más científicos. Yo diría, de todos modos, que el libro está totalmente atravesado por lo subjetivo.
_Ese grupo de profesionales también cumplió un rol de soporte de muchos otros trabajadores que estaban en la calle, expuestos al Covid. No solo médicos, enfermeros, camilleros. Periodistas, por ejemplo.
_Aparecimos como un actor social. No solo desde los cuestionamientos o el apoyo a lo que se estaba haciendo a nivel gubernamental con la pandemia. También porque armamos dispositivos en los distintos lugares en los que teníamos injerencia. Yo impulsé acciones desde la maestría que dirijo y de la dirección de Salud de la UNR. Y además porque ofrecimos, muchos psicoanalistas, horas de trabajo, de escucha, a los testimonios de quienes estaban justamente muy expuestos al virus, como la gente de prensa. Decidimos escuchar, y a la vez, dar voz. Aun en lo virtual fue posible la cercanía. Creo que es necesario enfatizar la necesidad de discurso porque tiene una fuerza tremenda. A pesar de las distancias físicas o geográficas lo que une es cierta fraternidad en el discurso. Somos hijos del discurso y por lo tanto hermanos.
_¿Qué expectativas tenés con el libro?
_Creo que puede ser interesante para una amplitud de lectores. Cada uno sacará lo que esté buscando respecto a sus preguntas. Puede ser de circulación masiva, aunque seguramente tendrá una inscripción mayor en los profesionales o trabajadores de la salud. Estuve en un congreso en Villa María, de las izquierdas lacanianas, y allí Julieta Calmels, de Salud Mental de Buenos Aires, presentó una publicación de las experiencias en pandemia. Lo mismo que el Colegio de Psicólogos que sacó un libro con vivencias durante el Covid. Hay tesis de posgrado y doctorado sobre el tema. Va a aparecer una gran cantidad de publicaciones que es necesario hacer circular desde la UNR y entre la población. Son escritos urgentes que iremos analizando y observando de modo diferente en tanto pasen los años.
_En lo personal ¿cómo viviste el período más duro de la pandemia?
_Fue difícil. Para los que por edad o grupo de riesgo estábamos más encerrados, para los que pusieron el cuerpo en la calle, en los hospitales. Para los que tenían familiares más vulnerables... Para todos. Y están los que fallecieron en la lucha, están sus amigos, sus familias. A mí, en particular, la pandemia me quitó un año y medio con mis nietas. Es así. Las tengo cerca, a algunas cuadras, pero no podíamos abrazarnos... No sé. Todavía no lo termino de procesar.
_¿Considerás que es momento de reflexionar sobre lo que nos pasó?
_A lo mejor más adelante estamos en condiciones de darnos una reflexión más tranqui. Aún no. Mirá, si lo comparamos con la dictadura militar, hizo falta que pasara una década para la reflexión realmente crítica. Cuando la sociedad está en crisis, después de tanto traumatismo y disrupción hace falta tiempo... Hay que transitar ese tiempo personalmente y colectivamente en relación a la pandemia. Todavía estamos haciendo cicatriz.