Después de estar una semana internada a causa del Covid, el 27 de abril pasado falleció María Rosa Moreno. La muerte encontró a esta mujer de 59 años luchando una vez más por los derechos de las personas con discapacidad y pidiendo a las autoridades sanitarias nacionales y provinciales que destinaran una partida de vacunas contra el Covid para los jóvenes en grupo de riesgo.
Su hijo Gabriel, un chico con parálisis cerebral, seguía recibiendo las terapias a domicilio y ella tenía mucho miedo de que se contagiara.
Junto a otras familias de Rosario decidió sacar a la luz la vulnerabilidad de este grupo, que hasta ese momento no había sido incluido en la campaña de vacunación contra el Covid.
Como homenaje a su tarea incansable, este domingo a las 10, en Oroño y Cochabamba, por iniciativa de la concejala Daniela León, se realizará un acto público durante el cual se le pondrá su nombre la plaza de la Inclusión.
En las últimas décadas María Rosa había levantado una bandera muy particular: que los niños, adolescentes y jóvenes con discapacidad pudieran acceder a actividades recreativas de todo tipo.
El juego, la distracción, la posibilidad de asistir a un recital, a cualquier un evento cultural debían ser para todos y no quedar solo en las promesas de los discursos. Así pensaba. Y golpeaba cuanta puerta hiciese falta para conseguirlo.
De ese modo, con su impulso, y el apoyo de León (que ya había habilitado la primera plaza) abrieron nuevos espacios inclusivos en distintos puntos de la ciudad.
También consiguió que las autoridades avanzaran en la construcción de un acceso para personas con discapacidad en el anfiteatro municipal.
Recibió la noticia de que esto era un hecho, estando internada, ya en una situación sumamente crítica.
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Junto a Gabriel, su hijo, a quien llevaba habitualmente a disfrutar de los espacios al aire libre.
Esos días terribles
En plena segunda segunda ola de Covid la familia de María Rosa Moreno se infectó con el Sars Cov 2. Su marido y su hijo también dieron positivo.
A los pocos días del diagnóstico, la salud de la mujer empeoró.
"Sigo con mucha fiebre, 39º a las 3 de la mañana. El cuerpo no me da más. Estoy asustada, Sergio, mi marido, me dice que no se siente bien y me puso loca. ¿Qué hacemos con Gabi si tiene algo? Yo no tengo fuerzas para nada", le escribió a sus compañeras de lucha en un chat grupal, el 19 de abril.
La gran preocupación, era que tanto ella como su esposo necesitaran ingresar en un sanatorio y entonces ¿quién se haría cargo del cuidado de Gabriel?
La asistente y cuidadora del joven también tenía Covid.
Sol Mateo, integrante de TGD Padres Rosario TEA, y amiga de María Rosa dijo a La Capital que el hecho de que la plaza lleve su nombre “es un homenaje sentido y merecido”.
“Ella iba siempre con Gabriel a la plaza de Oroño y Cochabamba. Ahí la conoció a Daniela (León) y empezaron a trabajar juntas. María Rosa se encargaba personalmente de ir a cada lugar, tomar nota de los juegos que estaban rotos o en malas condiciones; a cualquier hora llamaba a Parques y Paseos o al área que fuese necesaria para que lo solucionen”.
“Nos dejó un gran legado, fue un ejemplo inmenso para todos porque quizá uno está enfocado en los problemas con las obras sociales, cuestiones específicas de salud, en los temas educativos pero ella sostenía que la cultura, lo recreativo, el derecho al juego eran tan importantes como todo lo otro”, señaló Sol Mateo.
“Fue quien nos enseñó de verdad que si hay un evento tiene que ser para todos y eso implica que exista el acceso adecuado, que esté presente un intérprete para los chicos que no escuchan, en definitiva, que absolutamente todos puedan darse el gusto de disfrutar de esos momentos”, comentó con emoción la integrante de TGD.
“Queremos recordarla con una sonrisa, con la misma energía con la que encaró todo en su vida. Si hay alguien que enfrentó dificultades fue ella y sin embargo jamás estaba bajoneada. Podía pelear horas por lo que creía justo pero siempre se imponían el amor y la ternura en sus actos”, dijo la amiga de María Rosa.