La ex secretaria de Cultura del municipio, Carina Cabo, alertó que la pandemia de coronavirus extendió la brecha entre sectores altos y bajos en cuanto a los conocimientos en lengua y matemática. Lo afirmó en el marco de las evaluaciones que realizó el Ministerio de Educación nacional, cuyos resultados preliminares arrojó que más del 60% de los alumnos de sexto grado de escasos recursos comprende lo que lee, cifra que contrarresta con el 80 por ciento de los alumnos cuyo poder adquisitivo familiar es mayor.
La especialista en Educación no hizo más que reflejar lo que muchos analistas habían anticipado respecto a las consecuencias de la pandemia: la profunda brecha de desigualdad entre la clase trabajadora y la que posee recursos a la hora de poder satisfacer las necesidades básicas y acceder a otros contenidos. En rigor, el 44% de alumnos de sexto grado demostró tener dificultades para comprender un texto adaptado a su edad, y en la segunda materia, el 45,2% ciento no alcanzó un nivel satisfactorio, según el relevamiento realizado por la cartera educativa nacional en el transcurso de la pandemia de coronavirus.
“Esto era esperable, especialmente por lo que dejó la pandemia. Si se hace la diferencia entre sectores altos, medios y bajos, se ve que el 80% de los alumnos de sectores altos comprenden lo que leen, pero en los bajos solo lo hace el 30 por ciento”, afirmó en el programa "El primero de la mañana", de LT8, la doctora en Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
Según evaluó, esa brecha se debe a que en la pandemia “los alumnos y alumnas de sectores altos siguieron teniendo clases virtuales; en cambio, los de sectores bajos, pudieron hacerlo a distancia o con otros medios. Esto, sumado a la pobreza, a la desinversión y a la falta de interés para trabajar en una política pública para educación, marca claramente este problema”.
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“Cuando uno aprende a leer aprende a interpretar el mundo y cuanto más lenguaje se tiene, más se pueden expresar las ideas”, sostuvo Cabo. Sin embargo, alertó que “apenas el 16% que termina la secundaria entiende lo que lee”.
“Hay que focalizar en ello, ver qué podemos hacer ya para que los chicos tengan libros en casa, para que tengan jornadas de clases extendidas y para universalizar la sala de 3 años. Porque los sectores medios y altos mandan a sus chicos a jardines privados, mientras que los de sectores bajos no pueden hacerlo y cuando terminan sexto grado, no leen de corrido ni en voz alta”, remarcó.
En cuanto a la incidencia de la tecnología, Carina consideró que “no es fundamental. Tiene sus aspectos positivo y negativo. Es útil cuando nos permite estar a distancia y seguir aprendiendo. Pero muchas veces interrumpe la educación, cuando se permite mucho tiempo de uso del celular en el aula, pero allí está la capacidad del docente, porque se trata de saber enseñar con tecnología”.
Es por eso que consideró “fundamental” el rol que cumple la familia, sobre todo en la primera infancia. “Los chicos que tienen libros en casa tendrán un capital cultural más amplio que los que no pueden tenerlos, como los de sectores más bajos. Allí debe actuar la política pública, para que todos los chicos incorporen la cultura, y si los padres no tuvieron o tienen la posibilidad de hacerlo, tiene que hacerse cargo el Estado”, apuntó.