El hall de entrada del Hospital de Niños Zona Norte tuvo una mañana distinta esta semana. Sonó diferente. Se hizo silencio y unos 50 músicos se pararon en el ingreso para hacer sonar sus instrumentos. Desde María Elena Walsh hasta las clásicas danzas húngaras, la Sinfonía Nº40 de Mozart y el Aleluya de Haendel se escucharon en los pasillos del centro asistencial del barrio de Arroyito, en un concierto coral que se extendió durante más de media hora. Sin embargo, eso no quedó sólo ahí: en grupos de dos o tres, los instrumentistas y cantantes fueron por los servicios, recorrieron las salas y llevaron las notas a cada uno de los rincones que pudieron. Porque de eso se trata, de llevar música.
Son profesionales de las principales orquestas del país, la provincia y la ciudad. Son cantantes e instrumentistas. Y algunos, estudiantes avanzados. Más allá de sus actividades cotidianas, siempre que pueden, se juntan con el único objetivo de llevar música a quienes no tienen la posibilidad de ir a escucharlos a salas y teatros. Así, voluntariamente y casi desde el anonimato, llegan a pasillos de hospitales, hogares de ancianos, salas pediátricas, neuropsiquiátricos, comedores y hasta terapias intensivas para hacer sonar algunas notas. Forman parte de Música para el Alma, una organización que nació en Buenos Aires de la mano de la historia de Eugenia Rubio y Jorge Bergero (ver aparte), que desembarcó en Rosario en 2013 y que sólo en la ciudad ya cuenta con unos 80 integrantes.
Esta semana dieron el último concierto del año en el Hospital de Niños Zona Norte y en un espectáculo, con payasos incluidos, hicieron sonar Mozart, Haendel y María Elena Walsh, parte del amplio repertorio con el que cuentan gracias a la participación de compositores y arregladores que también donan su trabajo.
“Donde nos llaman, intentamos ir; llevamos lo que hacemos y amamos hacer”, explica Verónica Saracho, que tiene una viola entre las manos desde hace más de dos décadas y coordina la organización en Rosario.
El primero. Fue en 2013 que se organizaron por primera vez en Rosario y el Hospital de Niños Víctor J. Vilela fue el elegido para llevar los primeros sonidos. “Empezamos a hacer la cadena entre músicos amigos, la gente se fue sumando y se conformó un proyecto comunitario que sostenemos entre todos, más allá de lo que hagamos profesionalmente”, cuenta Verónica e indica que sólo el año pasado tocaron gratuitamente en los hospitales Roque Sáenz Peña, Centenario y Provincial.
Para ellos la misión “es sencilla y clara”, dice la coordinadora y agrega: “Tenemos la bendición de vivir de lo que amamos y eso que amamos, que es la música, lo llevamos a quienes no pueden llegar a escucharnos”.
Por eso, en cada concierto, además de hacerse escuchar en un espacio central, buscan recorrer los sitios más recónditos de las instituciones.
“Una de las experiencias más fuertes fue que nos hicieran pasar a la Unidad de Terapia Intensiva del Roque Sáenz Peña, donde hicimos sonar apenas unas notas”, cuenta sobre el concierto del año pasado en el efector de zona sur.
Integrantes. Desde 2013 y sólo en Rosario, Música para Alma sumó unos 80 voluntarios, todos instrumentistas y cantantes profesionales de la ciudad. “Donamos música y la llevamos a los lugares donde está la gente que no puede llegar a la música”, resume Luisa Torres.
Luisa tiene 26 años y desde los 8 toca el violín. Es colombiana, pero desde 2010 está en Rosario, donde vino a estudiar Medicina en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). “Me faltan sólo tres materias”, dice orgullosa y añade: “Enseguida que me enteré del proyecto me sumé porque se trata de amigos que contactan amigos y así vamos siendo más”.
Verónica es violista y coordina la organización en Rosario. Primero se sumó ella tanto en la participación como en la organización, pero ahora también participan su marido y su hijo, ambos músicos. “Es una cadena comunitaria”, afirma y cuenta que entre los rosarinos que participan “hay de todo, músicos, pero también médicos —como el caso de Luisa— y dermatólogos que son músicos, y gente desde los 19 hasta los 60 años”.
El único requisito que sostienen para sumarse es que sean profesionales o estudiantes avanzados, con experiencia; y eso tiene una explicación.
“Somos instrumentistas y cantantes que, ante cada convocatoria, nos reunimos media hora antes del concierto y salimos a tocar sin haber ensayado todos juntos; para eso necesitamos que tenga un ejercicio y una experiencia para que suene de lo mejor”, explica Verónica.
Para Música para el Alma, el boca a boca es la mejor publicidad. Y cada presentación desencadena una cantidad enorme de convocatorias a tocar. “Sólo desde el concierto de esta semana en el Zona Norte ya tenemos otros 12 pedidos en pocos días”, detalla la coordinadora, quien, si bien indica que quedarán agendados para 2016, aclara: “Hacemos todo lo posible por ir a todos los lugares donde nos llaman”. Y allá van, llevando música.