Sin dejar de repetir que todo fue un milagro, el padre de la pequeña, Walter, contó que a su hija no le pasó "nada de nada", más allá de la sutura que debieron hacerle debajo de un ojo.
Marcelo Rubén Bustamante
Sin dejar de repetir que todo fue un milagro, el padre de la pequeña, Walter, contó que a su hija no le pasó "nada de nada", más allá de la sutura que debieron hacerle debajo de un ojo.
Las primeras informaciones del caso arrojaron que la pequeña, además, sufrió una contusión pulmonar que no requirió de ningún tratamiento complementario
"Liz ya está corriendo por la habitación", comentó el papá a LaCapital ayer por la tarde, unos minutos antes de irse del Sanatorio de la Mujer, en el que estuvo internada la nena.
Una pequeña anécdota que refuerza la teoría de que el suceso que protagonizó la niña fue un milagro.
Y para ahondar en esa situación milagrosa, Walter dijo que el alta la tuvieron desde el mediodía, aunque dejaron el sanatorio pasadas las 19. En poco más de 12 horas, Liz ya estaba disponible para volver a casa.
"Lo peor"
La familia vive en uno de los departamentos del Fonavi de Biedma al 5700, en el corazón de barrio Triángulo. Entre el tránsito incesante sobre calle Rouillón, a escasos 50 metros del departamento, un móvil policial y una ambulancia del Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias (Sies) llegaron hasta el domicilio, el lunes después de las 15, alertados porque una pequeña había caído al vacío desde una altura de 10 metros.
Todo ocurrió cuando el padre de la nena acompañó a su esposa, embarazada de cinco meses, a tomar un remís a la planta baja del edificio. En el interín de descender los tres pisos hasta el ingreso al edificio, vieron que Liz, que estaba durmiendo, se despertó y se asomó por una ventana que da hacia la calle.
Al percatarse de la situación, el hombre subió rápidamente para tratar de frenar "lo peor", como él mismo se refirió al episodio. Pero no llegó y Liz cayó desde una altura de 10 metros, directamente al pavimento.
Milagro
Desesperados, los padres de la pequeña acudieron por ayuda. Una ambulancia del Sies llegó al lugar y trasladó a la nena a un sanatorio céntrico, de donde ayer ya regresó a su casa tras obtener el alta médica.
Liz va al jardín y el 12 de junio es su cumpleaños.
A la vuelta de la casa, sobre Rouillón, está el kiosco de su abuelo, Oscar, que recibió a este diario muy amablemente y no dudó en asegurar que "algo o alguien la sostuvo en el aire. Hay aires acondicionados que podrían haber amortiguado la caída, pero cayó derecho. Fue un milagro, no tuvo fracturas ni nada y ya hoy (por ayer) vuelve a su casa".
El hombre esperaba por su hijo, su nuera y su nieta, quienes se fueron el lunes del barrio con mucha incertidumbre, pero ayer pudieron volver con la certeza de que la pequeña de 3 años experimentó un verdadero milagro.
Por su parte, Walter afirmó que, afortunadamente "no pasó nada de lo peor", sin poder referirse con palabras concretas al que hubiera sido el peor de los desenlaces.
Y el disgusto, manifestó, podría haber sido por partida doble, ya que su esposa está cursando el quinto mes de embarazo.
"Si pasaba algo malo, no me lo iba a perdonar nunca", aseguró el hombre, aún consternado por la situación.
Liz no sufrirá secuelas físicas a pesar del impactante accidente doméstico que sufrió. Y tanto ella como su familia, pueden contar que tienen una segunda oportunidad.