Se prepararon todo el año, ensayaron sus bailes típicos y ultimaron cada detalle para que el stand estuviera impecable. Buscaron a los más viejos para chequear que las recetas que pasan de generación en generación salieran perfectas y no defraudaran a los exigentes paladares rosarinos. Y así, cuando Colectividades, la fiesta más popular y convocante de la ciudad, estaba en su punto más álgido, un conflicto externo (esta vez nada tuvo que ver el clima) la bajó de un plumazo.
Los empleados municipales decidieron profundizar su plan de lucha en reclamo de la apertura de la mesa paritaria y decretaron esta semana dos días de paro que dieron de lleno en el corazón de la fiesta. Una vez más, esa costumbre tan argentina de reclamar perjudicando a quien nada tiene que ver con el conflicto, volvió a ponerse en escena. Acertada decisión la del municipio de suspender la feria ya que, al no haber inspectores, no se podía garantizar la seguridad de un evento por el que diario circulan miles de personas.
Los municipales ya cerraron su paritaria, obtuvieron un 33 por ciento de aumento, pero en una economía inflacionaria pugnan por reabrirla. Un caso pionero en el país. Legítimo sin dudas, pero que se lleva al extremo muy rápidamente ante la falta de respuestas. Los diálogos entre las partes se agotan con velocidad y las medidas de fuerza llegan prontas. Y así, los dos días de paro, que podrían profundizarse, le pegaron duro esta vez a la fiesta que más esperan las 50 colectividades de residentes extranjeros en Rosario. Dos días de puertas cerradas para un evento que se prepara, se ensaya y se desea durante un año. Una verdadera lástima.
Ahora bien, la falta de municipales, ¿dejó en evidencia actividades que no proliferan los días en que no hay paro? Podría decirse que la invasión de manteros se potencia, es verdad, pero quien recorra las peatonales a diario sabrá que esta actividad ilegal de venta de artículos truchos en la puerta de comercios cuyos titulares pagan religiosamente tasas e impuestos para poder ejercer su actividad, es prácticamente cotidiana.
Inacción. Es más, hasta se potenció con el comienzo de la Fiesta de las Colectividades, ya que desde el cruce de las peatonales hasta Laprida se viene montando desde el inicio de la feria una suerte de Saladita. Los manteros copan dos cuadras por las que prácticamente no se puede caminar a partir de las 20. Todo, ante la pasividad de los agentes municipales. Algo así como si estuvieran de paro, pero sin estarlo. La famosa "vista gorda" delante de actividades ilegales que se apoya vaya a saber en qué concepto.
Y así, distintos sectores se apropian del espacio público, algo sobre lo que los rosarinos conocen demasiado, ante la anomia y permisividad estatal. Lo que está fuera de las normas parece empezar a admitirse como cotidiano.
Otra postal. Pero como todo es tan variopinto en la Cuna de la Bandera, de esta realidad cotidiana de escasos controles también se pasó esta semana a una postal muy distinta: la Municipalidad decretó la clausura definitiva de dos polémicos boliches, Boricua (ex Gótika, en Mitre al 1500) y New Age (colectora de Circunvalación y Rondeau). Sobre ambos pesaba un largo historial de denuncias de ruidos molestos y situaciones violentas. Es más, en la esquina de Boricua asesinaron a un joven hace no más de un mes.
Saludable decisión del municipio (se tomó su tiempo) que no obstante sigue sin enviar un proyecto al Concejo sobre la cuestión de fondo: la nocturnidad. La noche en Rosario se rige por una ordenanza de fines de los noventa que sin dudas ha quedado obsoleta.
Claro que en la coyuntura parece tener temas más acuciantes, como lograr que los ediles le aprueben el presupuesto 2017 antes de que termine el año, lo que conlleva un pedido de autorización para endeudarse en dólares. Las negociaciones avanzan frenéticamente por estas horas. El año pasado, para lograr el aval presupuestario le terminó cediendo cargos en el directorio del Banco Municipal a gente del PRO. ¿Cuál será la moneda de cambio ahora?
Quienes parecen estar menos atareados son los diputados provinciales. Esta semana, y como si no hubiera problemas que atender en la provincia, una delegación (algunos hablan de 5, otros de 11) de legisladores viajó en calidad de invitada a Estados Unidos para actuar como veedora de la elección que consagró a Donald Trump como presidente de ese país. Sin comentarios.