Un grupo de personas aguarda en la puerta de una vivienda céntrica con una lista de direcciones de otros inmuebles en la mano, antes de cumplir un deseo oculto de muchos: conocer, por dentro, las casas de otras personas. Ese es uno de los ejes del Open House Rosario, que comenzó ayer y reúne a más de 70 propiedades de valor patrimonial y que permite conocerlas por dentro.
La experiencia, que se originó en Londres y está presente en 34 locaciones a nivel mundial (ver aparte), desembarcó por primera vez en la ciudad y se reconocen las propiedades que se exhiben gracias a banderines rosas, azules y blancos colgados en las fachadas de las mismas.
El público en una de las propiedades del catálogo, de Montevideo al 600, superó con creces la centena. Allí vive el decano de la Facultad de Arquitectura, Adolfo del Río, y La Capital dialogó con su esposa, Carolina Rainero, también arquitecta, quien trabaja en la división Patrimonio de la Municipalidad.
"Pienso que el bien común está por encima del bien individual", afirmó Rainero al ser consultada sobre por qué abrir las puertas de su casa a cientos de personas desconocidas.
Contó que sólo en la mañana de ayer pasaron 80 personas y que debieron agregar dos turnos. A ello, añadió: "Entre mi trabajo y el de mi marido, el compromiso es mayor para hacer accesible a la ciudadanía las construcciones, los modos de habitar y el patrimonio. Queremos demostrar que sobre una casa antigua, uno puede hacer algo y no necesariamente hay que vivir en un museo".
"También es importante que las personas vean que estas casas se pueden utilizar como tal y no sólo como instituciones. Sobre todo, en momentos en los que hay debates muy fuertes en cuanto a descatalogaciones", expresó.
La arquitecta contó que su casa data de 1925 y que es "compacta y de lenguaje ecléctico. Como la mayor parte de las casas hechas entre 1915, 1920 y un poco más allá de 1930".
Una de las particularidades que resaltó de la vivienda es el balcón lateral que posee: "No es de lo más tradicional porque, normalmente, los balcones están en las fachadas. No hay muchas casas en Rosario que tengan balcón lateral".
"Con esto se da la posibilidad de que la gente que tiene una casa catalogada como la nuestra sepa que puede recuperarla y vivir en una casa contemporánea", aseguró, además de aclarar que todas las refacciones fueron hechas en 2004 (cuatro años antes de que se sancionara la ordenanza 8.245, referida al valor patrimonial).
Reconversiones
Durante la tarde de ayer, el barrio Islas Malvinas brindó una postal propia de una ciudad turística: al momento de salir de una propiedad en Santa María de Oro al 200, se observó una pareja que caminaba con su hijo al tiempo que ojeaba el catálogo para determinar cuál era la próxima propiedad a visitar.
En esa dirección se encuentra una típica "casa chorizo" que fue reconvertida por dos arquitectas para que los espacios sean utilizados para distintas finalidades.
"Las arquitectas siempre buscan las aberturas viejas para mantener la esencia del lugar", comentó una de las guías voluntarias del Open House sobre el inmueble de mediados del siglo pasado.
"En los distintos ambientes hay un taller de literatura para chicos, un estudio de arquitectura, otro de diseño gráfico y un espacio que pertenece a una investigadora del Conicet", contó la guía, como para graficar la variedad de utilidades que se le pueden dar a la remodelada estructura.
A escasas cuadras de allí, en el corazón del llamado barrio inglés, hay un inmueble que en sus casi 120 años de existencia ya se reconvirtió varias veces: de vivienda para el personal jerárquico del ferrocarril pasó a ser una vivienda contemporánea; en la actualidad, alberga cinco estudios de arquitectura.
Uno de los detalles más curiosos fue la reutilización que hizo el arquitecto del piso de pinotea del antiguo living: lo reconvirtió en parte del mobiliario de la cocina.
La quietud del barrio inglés se rompe con la aparición de tres señoras que, provistas de un catálogo, llegan a Central Argentino al 700. La postal se repetirá hoy, con más curiosos que forman parte de un fenómeno mundial que hoy cierra su primera edición en la ciudad.
Un festival mundial al alcance de todos
El Open House es un evento cultural anual en el que numerosos edificios de sobresaliente valor arquitectónico, habitualmente cerrados al público, abren sus puertas para poder ser recorridos y apreciados por la comunidad.
La primera edición se llevó a cabo en Londres, Inglaterra, en 1992 y actualmente se realiza en 34 ciudades alrededor del mundo. Es un festival de arquitectura anual y Rosario se sumó a la lista de anfitriones de la experiencia, compuesta por Barcelona, Nueva York, Chicago y Buenos Aires, entre otras ciudades.
En cada obra, los visitantes están acompañados por voluntarios (son más de 200 en este festival), y en algunos casos también por los propietarios o por los arquitectos responsables.
"Este festival permite atravesar las fachadas que uno conoce de la ciudad y recorrer, por dentro, obras emblemáticas en su estado actual. Y al ser gratuito, lo pone verdaderamente al alcance de una gran cantidad de gente", remarcó el rosarino Gabriel Stivala, uno de los responsables del evento en la ciudad, junto a la organización no gubernamental Ohache.
"Rosario tiene muchas obras de arquitectura de calidad y la idea de Open House es mostrarlas", señaló Stivala.