Mientras terminan de tomar exámenes en el secundario, ya tienen cajas apiladas en los salones llenas de libros y mapas, y son las docentes las que comprometen a los chicos a "venir a ayudar". Es que la Escuela Particular Nº 1.485 San Juan Diego y Secundaria Nº 3.165, que desde hace 25 años funciona enclavada en la comunidad qom de Juan José Paso y Travesía, tendrá un inicio de ciclo lectivo bien distinto. Desde el 5 de marzo dejarán de funcionar en el viejo edificio que comenzó siendo "apenas un rancho" para trasladarse a las instalaciones que se construyeron sobre Juan José Paso al 1900: una escuela nueva de más de 2 mil metros cuadrados. "Los chicos van a poder dejar de salir al recreo por turnos y lo mismo con el comedor", comentó la directora del primario, Valeria Valvasoni.
La obra fue parte del proyecto "Sueños compartidos", que se inició en julio de 2010 cuando los vecinos comenzaron a levantar sus viviendas, pero que quedó trunco un año más tarde y logró reconvertirse en 2012 con fondos nacionales tras las negociaciones entre la Municipalidad y el Ministerio de Obras Públicas de la Nación (ver aparte).
Ahora, con más de 2 mil metros cuadrados destinados a los tres niveles, inicial, primaria y secundaria, con salones y un patio destinado a los 360 chicos que concurren al primario, otro sector para los 120 del secundario y un enorme comedor, los nuevos espacios prometen cambiar el día a día de alumnos, docentes y no docentes.
Ni salones. "Es como mudarse al Kentucky", comentaron entre bromas las docentes, que recordaron el inicio de la escuela hace más de dos décadas, cuando "el lugar era apenas un rancho", dijo Marisa González Gera, ahora directora del secundario y antes maestra del nivel inicial. "No había ni salón y apenas si se separaba el espacio con unas cortinas para tener un poco de intimidad", comentó con ironía.
Es que la escuela se asentó en el barrio, al igual que los vecinos. "En esa época nadie quería aceptar a los alumnos que venían del Chaco porque tenían miedo de contagiarse de chagas o tuberculosis", apuntó Valvasoni. "No teníamos los papeles de los terrenos, y hasta ahora funcionamos enganchados a la luz y al agua como cualquiera de las casillas de acá", explicó la directora del primario.
Incluso, cuando quisieron ampliar el edificio en los 90 compraron la casilla lindera de un vecino. "La compra la hicimos juntando dinero los docentes y haciendo actividades, y apenas pudimos hacer la ampliación de material, le devolvimos las chapas y los tirantes al vecino, tal como él nos había pedido", recordó Valvasoni.
Espacios. Si bien ahora el edificio hace tiempo es de material, tiene apenas un baño para 360 chicos del primario, se organizan turnos para salir al recreo y otros cinco turnos para dar la copa de leche y la comida. "Antes los pibes pateaban en el campito, pero el barrio creció y eso hoy es imposible, y el patio no llega a los diez metros de ancho", insistió.
Las rejas, necesarias porque el edificio sufrió varios robos, las pusieron los docentes con donaciones, haciendo rifas y bingos, aunque además todos los meses aportan una pequeña suma de dinero. "Es un fondo para gastos generales", contaron.
Cambios. Sólo el patio de primaria de la escuela nueva es por lo menos cinco veces más grande que el actual. "Tenemos más espacio, más comodidad, es increíble el tamaño del comedor, los depósitos y los dos sectores de baños para los chicos", recalcó Valvasoni, mientras mostraba los salones.
A eso se suman las aulas especiales. El laboratorio, la biblioteca y sala de computación, que montarán con máquinas que tienen y otras donaciones. "Esto era impensado y creemos que el impacto en el barrio y en los chicos va a ser grande", dijo la directora.
Sin embargo, hay preocupaciones. La primaria tiene tres porteras y el secundario ninguna. La directora remarcó que "hace tiempo que se pide el cargo, pero ahora con este tamaño de edificio es más que necesario para poder darle el cuidado adecuado".