Incertidumbre y preocupación. Son las sensaciones que tienen por estas horas docentes de jardines maternales del territorio santafesino al encontrarse con serias dificultades para cobrar sus salarios, a partir de que no hay ingresos que garantizan el funcionamiento de los establecimientos privados o de instituciones sin fines de lucro donde trabajan.
Es que todos tienen como fuente de sustento el aporte de los padres de los infantes por medio de cuotas mensuales, que los jardines dejaron de percibir al estar impedidos de abrir sus puertas a causa del aislamiento social preventivo y obligatorio que el gobierno nacional extendió hasta el 26 de abril.
La situación no sólo genera dificultades para hacer frente a las obligaciones salariales sino que pone en riesgo la continuidad de centenares de trabajadoras de la educación que prestan servicio en jardines que se ven asfixiados ante la falta de recursos y evalúan la posibilidad de cerrar definitivamente sus puertas.
Aunque nadie se opone a la importancia de la extensión de la cuarentena, no es menos evidente que el impacto económico será letal para el sector de no tener asistencia del Estado para sobrellevar los embates provocados por la emergencia sanitaria.
“Si bien sabemos que se está haciendo lo correcto en el país para evitar la propagación de la pandemia, tememos por perder nuestro trabajo ya que al estar cerrados los jardines no entra plata y dejan de cumplir con los sueldos, o en el mejor de los casos pagan a cuenta gotas”, indicaron docentes casildenses y de otras localidades del sur santafesino consultados por La Capital.
Pero la situación es calcada en toda la provincia. Sólo en la ciudad de Santa Fe casi trescientos docentes de jardines maternales ven seriamente comprometido el pago de sus sueldos de abril. Desde la agrupación que nuclea a dichas instituciones educativas, están tratando de buscar alternativas urgentes para afrontar el apremiante contexto económico.
Una de las referentes de la agrupación de Jardines Maternales de Santa Fe, Marcela Zeballos, explicó al diario Uno de Santa Fe que “el problema económico es muy grande. En la ciudad, los jardines maternales son instituciones educativas habilitadas por la Municipalidad sin estar bajo la órbita del Ministerio de Educación, por ende, no recibimos subsidios del Estado provincial de ningún tipo. Nuestros ingresos pasan exclusivamente por el pago de las cuotas de los padres de los niños”.
Además dijo que “obviamente dejamos de pagar servicios y quedamos debiendo proveedores de productos alimenticios y de limpieza, que en algún momento vamos a tener que abonar”.
Todo esto, como en muchos sectores de la economía, se basa en una cadena de solidaridad. Pero la realidad es que no sabemos qué hacer con los sueldos, del cual viven muchísimas familias santafesinas”. Y agregó que “le pedimos a los padres que puedan, que sigan pagando la cuota”.
Aunque no existe unanimidad de criterios, ya hubo reclamos para pedir la reapertura controlada de jardines maternales donde concurren chicos de 0 a 3 años.
En cada rincón
En el territorio santafesino funcionan más de 400 jardines privados, de los cuales la mitad se encuentran establecidos en Rosario y casi 40 en la ciudad capital mientras que el resto se distribuyen entre las localidades de Casilda, Cañada de Gómez, San Lorenzo, Fray Luis Beltrán, Ricardone, Puerto General San Martín, Villa Constitución, Empalme Villa Constitución, Venado Tuerto, Teodelina, Pérez, Villa Gobernador Gálvez y Funes.
La nómina de localidades la completan Granadero Baigorria, Ibarlucea, Las Parejas, El Trébol, San Jorge, Coronda, Gálvez, Sauce Viejo, Recreo, Rafaela, San Carlos Centro, San Carlos Sur, San Jerónimo, Felicia, Esperanza, San Cristóbal, Ceres, Crespo, San Justo, Avellaneda, Reconquista, Esperanza,y Firmat.