Un estimado de 30 mil ejemplares como parte de su colección y un número similar de revistas, su fichero original y las viejas vitrinas luciendo tanto novelas como ensayos, más de 700 socios y el compromiso de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares de restituirle su número de registro original. Ese es el patrimonio con el que ayer la Biblioteca "Constancio C. Vigil" reabrió sus puertas en Alem 3078, en el mismo espacio que funcionó hasta hace casi 37 años, cuando la intervención del gobierno de facto echó al puñado de empleados que quedaban en el edificio.
Por ahora, el espacio funcionará sólo en la planta baja, pero de a poco se sumarán las dos plantas originales con nuevas actividades, contaron los integrantes de la comisión directiva.
Tras el saqueo de la última dictadura cívico-militar, los socios de lo que fuera el complejo cultural Biblioteca Vigil esperaron hasta diciembre pasado para que el edificio de Alem y Gaboto volviera a sus manos. Y a dos meses de ese acto, uno de sus espacios clave se puso nuevamente en funcionamiento.
Gran parte del mobiliario histórico se conservó, al igual que los más de 30 mil ejemplares de la colección de libros y el mismo número de revistas. Con todo eso, desde ayer ya funciona, de lunes a viernes, de 17 a 20.
"Los servicios de referencia (uso de diccionarios y enciclopedias), préstamos a domicilio y consultas en la sala los estamos brindando, pero apenas podamos vamos a ampliarlos y en marzo esperamos abrir los talleres de apoyo escolar, idiomas y literatura", detalló el bibliotecario Iván Cótica.
Más allá de la atención al público, es mucho lo que queda por hacer. "Hay que reinventariar toda la colección, que no está actualizada, y realizar los ingresos de las donaciones que la comisión directiva fue recibiendo a lo largo de este tiempo para ponerlas a disposición del público", contó.
Proyectos. Ampliar los espacios de funcionamiento a los dos pisos más que ocupaba originalmente la biblioteca es uno de los desafíos a corto plazo y la prioridad, según afirmó Cótica, es acondicionar una sala infantil.
Lo cierto es que para determinar las prioridades también esperan los resultados de una consulta que ya están realizando en el barrio, donde no sólo les cuentan a los vecinos que la biblioteca está abierta sino que los consultan sobre cuáles son las actividades que les interesaría hacer.
"Las expectativas son muchas y también el desafío es muy grande", reconoció el bibliotecario.
Planteó que son necesarios más bibliotecarios y explicó que "la idea es tener un espacio abierto donde todo el que tenga propuestas pueda acercarse".
El edificio. "Es mucho el trabajo y el dinero que se necesita para recuperar todas las instalaciones, y estamos empezando de a poco", afirmó Celina Duri, arquitecta y vicepresidenta de la comisión directiva Vigil, quien destacó que "el sector de la biblioteca es el que en mejores condiciones está".
Sin embargo, no es el único espacio que quieren recuperar en el corto plazo. Ya gestionaron ante el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes) los primeros fondos para poner en marcha un proyecto de recuperación. Y recurrirán a los tres niveles del Estado.
Entre los principales objetivos está restaurar los murales de Rubén Naranjo que están en el frente de la biblioteca y reabrir el teatro Saulo Benavente con actividades para chicos y jóvenes.
El valor de la cuota mensual es de 20 pesos y, según indicó Duri, "el objetivo es sumar gente y poder ofrecer los talleres sin costo alguno".
Sumar
Como espacio abierto, la forma de sumar socios y actividades sui generis. Así, los chicos que ahora forman parte del taller de hip-hop de la Vigil lo hacían hasta hace poco en el alero del edificio de Gaboto 450, casi en la vereda. “Vinieron a preguntar si podían usar el edificio, se les cedió el lugar y autogestionan su taller”, contó Celina Duri.
"Esperamos todos estos años"
Creció en Tablada, siempre quiso trabajar en la Biblioteca Vigil, estudió para hacerlo y en 1967 ingresó como empleada en el edificio de Alem y Gaboto. Pasó allí 15 años, quedó al frente del sector de la biblioteca y fue la última en irse, cuando la intervención la echó. “Así nos dejaron y así esperamos todos estos años”, recuerda Carmen Gastaldi, quien señala que en todo ese tiempo nunca pudo dejar de sentirse parte del proyecto. Y asegura que volverá a colaborar.
En rigor, el primer trabajo de Carmen en el complejo cultural fue en el sector administrativo, pero siempre quiso estar entre los libros. “Estuve en la época en que se vendían las rifas que permitieron levantar todo esto, pero de chica, cuando tenía 12 años, quería ser bibliotecaria y trabajar acá. Para eso estudié y, cuando tuve 21, entré”, relata la mujer, sin olvidar detalles.
Pasó allí 15 años y sus hijas terminaron la primaria en la Escuela Vigil. “Gran parte de mi vida está ligada a la institución y disfruté de todo lo que este proyecto significó”, afirma. La dictadura la encontró al frente de la biblioteca y, junto a unos pocos compañeros, estuvo hasta 1981.
“Vino el interventor, nos dijo que ya no pertenecíamos a la Vigil y nos echó”, cuenta la mujer.
Una y otra vez Carmen resalta el cuidado que los responsables de la Biblioteca Provincial Eudoro Díaz tuvieron con los materiales que habían pertenecido a la Vigil.
“El cuidado y el buen criterio que después tuvieron esas bibliotecarias de la Eudoro Díaz hay que destacarlo, porque respetaron la colección de la Vigil, no la unificaron y le cuidaron la poca autonomía que le quedaba, que hoy permite recuperar su colección”, enfatiza.
Aunque tiene casi 40 años de experiencia, admite que le “provoca escozor todo hay que hacer ahora, reinventariar los materiales y sumar tecnología”. Dice que es “un trabajo enorme”, pero aclara que está dispuesta “a colaborar” y ofrecer sus “años de experiencia”.