El miércoles de la semana pasada, Maru Llases estuvo muy activa en las redes sociales. "Felicitaciones Maru. Seguirá habiendo gritos en el primer piso del IBR", fue uno de los tantos saludos que recibió por Twitter, de parte de colegas y compañeros de estudio. Minutos antes, le habían confirmado que habían aceptado su solicitud para acceder a una beca posdoctoral del Conicet y así continuar la investigación que inició en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (más conocido por sus siglas IBR).
"Fue una alegría enorme, fue saber que voy a tener trabajo por otros dos años y que voy a seguir investigando", recuerda Llases, 32 años, biotecnóloga y becaria del Conicet. Actualmente, dirigida por Alejandro Vila, desarrolla una investigación sobre cómo las células humanas procesan el cobre. Comprender este mecanismo, dice, permitirá conocer más sobre una serie de enfermedades genéticas que, justamente, hacen que las células no puedan manejar correctamente los niveles de cobre.
El proyecto comenzó hace cinco años, cuando la joven comenzó su doctorado, y la aceptación de su solicitud de beca le permitirá seguir desarrollándolo. "Todos conocemos que los seres vivos necesitamos hierro para vivir, pero también se necesitan otros metales —explica—. Por ejemplo, el cobre. Si bien necesitamos una pequeña cantidad, resulta esencial ya que si no existe no es posible la vida. En mi doctorado estuve analizando cómo funcionan los centros de cobre esenciales para la respiración de las plantas. Ahora mi proyecto es conocer cómo funciona ese mismo centro de cobre en las células humanas, ya que existen enfermedades genéticas raras, relacionadas con las proteínas y parten de las células que se encargan de regular los niveles de cobre".
En el IBR ingresarán este año 28 becarios del Conicet. Según las estadísticas del área de dirección del instituto es el número más alto en los últimos cinco años. En 2015 fueron apenas 8, 12 en 2016 y luego se incrementaron de a poco los hasta llegar a los 20 el año pasado.
Llases destaca que "el ambiente que se vive en el sistema científico es optimista" y apunta que el gobierno nacional tuvo dos "gestos importantes" para la comunidad de investigadores: el primero fue el anuncio del aumento en los estipendios de las becas, después el lanzamiento de 400 becas extras.
"Obviamente quedan reclamos y cuestiones por resolver, pero estas dos cosas son muy positivas. Hay pedidos históricos, por ejemplo los becarios no somos considerados como trabajadores del Conicet, yo con 32 años no tengo aportes jubilatorios, no cobro aguinaldo y mi obra social no puede ampliar su cobertura al grupo familiar. Son cuestiones que tienen mucho tiempo, pero de todos modos tanto el aumento del número de becas, como la suba de los montos son cosas muy positivas", afirma.
En sus años en el Conicet, destaca, vio a muchos jóvenes que se fueron a trabajar al exterior, en empresas farmacéuticas o biotecnológicas, en otras tareas, no relacionadas con lo científico. "La esperanza es que ahora eso empiece a cambiar, que investigar pueda ser una alternativa atractiva para quienes terminan una carrera universitaria. A nivel personal, haber accedido a una beca implica tener continuidad en el tema que venía desarrollando y tener trabajo por dos años más. Y no es poco", concluye.