El dolor fue el principal protagonista en la mañana de ayer en la ciudad. Evidentemente, hay una herida enorme que no cicatriza, que sigue buscando respuestas, y que solo encuentra una pequeña dosis de apaciguamiento a través del reconstructivo ejercicio de la memoria. Ese reclamo desgarrador se manifestó a través de una bicicleteada, organizada por los familiares de los cinco amigos rosarinos que murieron hace cuatro años por un atentado terrorista en Nueva York, mientras realizaban un viaje de festejo de aniversario de egresados del Politécnico.
Con ese marco evocativo, familiares y amigos de Ariel Erlij, Diego Angelini, Alejandro Pagnucco, Hernán Ferruchi y Hernán Mendoza pedalearon a manera de homenaje, como una oración en movimiento. Ese recorrido se inició en el mural que los recuerda, en Montevideo y Ayacucho, en la esquina del instituto que unió sus historias para siempre, y se trasladaron hasta el Parque de la Arenera, donde en 2018 se instaló un memorial con cipreses dedicado a ellos que sirvió de estación final para la descarga emotiva.
En todo ese trayecto se volvieron a cruzar lágrimas y recuerdos por estos ex estudiantes del Politécnico que fallecieron tras un atentado terrorista, el 31 de octubre de 2017. De esa manera, la memoria de estos cinco amigos rosarinos continúa siendo tutelada por quienes rodeaban de manera cotidiana sus vidas, y también por quienes aprendieron a quererlos tras aquel trágico episodio.
Honrar a la amistad
Ellos representan a la ciudad y a una de las mejores virtudes de los rosarinos: su honra innegociable por la amistad. Por eso, sus inexplicables pérdidas calaron muy hondo en todos los rosarinos. La fatalidad los encontró celebrando 30 años de egresados del Politécnico, mientras paseaban en bicicleta en grupo por la ciclovía Hudson River Greenway, y un terrorista que conducía una camioneta los atropelló. Esa sinrazón generó una llama de angustia colectiva que nunca cederá.
Ese episodio atravesó fronteras y conmovió al mundo entero. En tanto, para los rosarinos inmediatamente se transformó en una señal de dolor indeleble. Más allá de esos pesares que siguen sobrevolando estas historias, ayer los familiares volvieron a reafirmar la nobleza de sus compromisos con una frase de extraordinario poder sanador: “Que el amor venza al odio”.
Apoyados en ese elogiable posicionamiento, continúan esperando el inicio del juicio contra el uzbeko Sayfullo Saipov, detenido desde el día en que cometió el atentado, que puede comenzar el año próximo, aunque resta definir la fecha ya que el juez de la causa, en base a los pedidos de la fiscalía y la defensa, debe determinar si será durante el primer o el segundo semestre.