Historias, anécdotas y enseñanzas atraviesan por estos días la noticia de la reapertura de la iglesia del Buen Pastor (Laprida al 2700), en la que se proyecta la restauración completa del templo y un plan mega solidario: el primer refugio para personas en situación de calle de Rosario que funcionará todo el año, además de un hogar para jóvenes que hayan terminado su tratamiento contra las adicciones y distintos talleres de oficios.
Con la reapertura para realizar una recorrida, ayer diversos visitantes quisieron conocer el estado del edificio que se fundó en 1896.
Allí estuvieron el arzobispo Eduardo Martín, el sacerdote Fabián Belay —"Fue un momento cargado de emociones para muchas personas que vivieron o fueron parte de la historia de ese lugar", reconoció— y mujeres para las que el instituto fue un eje en sus vidas por la contención que recibieron en los años que vivieron allí.
"Ingresé junto a 120 chicas. Toda la manzana del Buen Pastor estaba al servicio de los menores en riesgo", contó a La Capital Sabrina (36), que estuvo en el instituto desde 1991 a 2000.
Sobre los días que vivió allí, afirmó: "Fue mi hogar y las hermanas fueron mis madres, me enseñaron un montón de cosas. Además, acá hice la primaria y la secundaria. Si yo no hubiese estado acá, hubiese sido un adulto irresponsable porque estaba a la buena de Dios".
En la actualidad, Sabrina es madre de tres hijos y "por una cuestión de vida, trato de ser la madre que no tuve cuando era niña. Me pude realizar como persona".
De la reunión participan otras mujeres que también tuvieron períodos dentro del instituto, que, contaron, fue un pilar en sus vidas. Tal es el caso de Belén (36), que estuvo desde los 6 hasta los 15 años luego de que su madre no pudiera vivir con ella y un juez la trasladara hacia el Buen Pastor.
"Teníamos nuestro espacio, las hermanas nos enseñaron mucho. Yo hice la secundaria técnica acá y ver que después de tantos años el Buen Pastor se abra otra vez, que nosotras que estuvimos viviendo acá podamos dar información sobre el lugar, es muy lindo", expresó.
Volver a Laprida al 2700 es muy fuerte para ellas y para Estela, de 40 años, que estuvo ocho años en el instituto: "Volver acá fue remover un montón de cosas. El lugar, para mí, era re grande; las habitaciones, el comedor. Hoy los veo tan chiquitos".
"Volver de nuevo, a cerrar etapas, y poder ayudar está muy bueno", agregó Estela.
Realidades
Las mujeres, que se juntaron ayer para volver al edificio en el que pasaron una buena parte de su vida y del que se llevaron experiencias enriquecedoras, resaltaron la capacidad de convivir con muchas personas y sus distintas realidades.
Sabrina comentó: "Al ser tantas personas y convivir con tantas realidades, te preparás a nivel social".
"Hay chicas con las que nos seguimos viendo toda la vida. Tengo compañeras que son madrinas de mis hijos, los vínculos que formamos son muy estrechos", añadió.
En la convivencia con la diversidad de realidades coincidió Belén: "Nos relacionamos con muchas historias de vida a las que te acoplás".
Para ella, fue "emocionante" volver porque "hay un montón a las que no veía desde chicas" y confesó, entre risas: "Les dije a todas que hacía un montón que no lloraba, porque me lloré todo".
Sabrina dijo que es "el momento de poder dar un poco de lo que yo recibí de parte de la iglesia y de las hermanas. Como yo, un montón sentimos lo mismo" y la entusiasmó la idea de que no sólo se restaure el templo sino que, también, se abra el refugio para personas en situación de calle y el hogar para personas que se encuentren en tratamiento por adicciones.
"A nivel social, hay tantas necesidades que ver el edificio cerrado nos ponía tristes. Ver que hay un proyecto, que la Arquidiócesis tomó la iniciativa y que hay un proyecto para tanta gente con carencias es magnífico", manifestó.
A ello, sumó: "Está la idea de poder ayudar a las mujeres en distintos talleres, para volcar lo que una recibió y preparar a otras mujeres que hayan estado en situaciones semejantes a la nuestra", expresó.
Los sábados se formarán, desde la comunidad, grupos de trabajo de 10 a 17 para que quien quiera dar una mano con la remodelación del lugar se acerque a Laprida al 2700. Allí son bienvenidos quienes tengan ganas de trabajar y de poner en marcha, cuanto antes, un proyecto tan ambicioso como solidario en Rosario.
curiosidad. Decenas de personas se acercaron a ver cómo está el edificio tras su apertura luego de 13 años.