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El magnífico Bobby Fischer (parado) en 1971 en las simultáneas de la Bolsa de Comercio de Rosario, en ese momento disputando contra Néstor Grillo. (Archivo Rosario en el recuerdo)
Niños y jóvenes de todo sector social se engancharon con el ajedrez, pero ese fortalecimiento parece no haber alcanzado: se lo sacó de la agenda municipal de 2020.
"En agosto se nos informó la denegación del presupuesto para el ciclo actual, sin ninguna proyección confirmada", dice un comunicado conjunto de coordinadores al que se suma el escalón de alto rendimiento del programa: la Escuela Interdistrital de Entrenamiento Intensivo de Ajedrez de Rosario (EIEI de Ajedrez Rosario), que tiene a 35 alumnos de excelencia y 7 docentes que a la vez son grandes ajedrecistas y varios de ellos ex alumnos.
"Ante el temor de perder todo lo construido en 15 años es que decidimos ponernos a juntar fondos pero también a levantar nuestra voz. Queremos seguir en cada distrito, barrio, escuela, centro cultural, vecinal y biblioteca popular y también con los chicos de la región y con proyección nacional e internacional con los que trabajamos en IEIE", dice la psicóloga de la entidad de alto rendimiento, Pamela Parma.
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Alumnos y docentes del programa municipal de ajedrez, sin presupuesto desde marzo.
La escuela también quedó sin poder mover las piezas. Su equipo formador está compuesto por Fernando Martinez Dorr (campeón argentino), Cristian Sanhueza (maestro Fide, campeón rosarino), Julián Beroiz (ex alumno y representante de Rosario en Panamericanos y Mundiales), Pablo Mizzau (Top 3 en Rosario y en su categoría a nivel nacional), Fernando Acevedo, Diego Delbino, y la psicóloga Parma.
Esta es sólo una parte del programa que nuclea a más de 5 mil jugadores (solo en clasificatorios y finales del Campeonato Rosarino de Ajedrez Escolar participan unas 100 escuelas, con 12 a 14 alumnos en sus equipos) y demuestra que muchos de quienes empiezan a aprender en las aulas terminan enseñando. El programa es casi un instituto de profesorado en sí mismo.
"El presupuesto se cortó en marzo, entendimos que era por la pandemia. Nos prometieron volver a charlar en agosto pero allí sólo advirtieron que nos quitaban el presupuesto totalmente. Decidimos sostener las clases aunque no cobremos, pero queremos que siga la actividad para el 2021, acá hay mucho trabajo realizado con el sector infanto juvenil, algunos muy vulnerables, por eso creemos que no hay que descuidarlo", insistió Parma.
Y no lo descuidan. El último fin de semana se asaron cien pollos "a beneficio de la escuelita de ajedrez". El flyer circuló en el wasap "Ayudando a los profes", de las familias.
Directora de la escuela Especial 2081
Que el árbol no tape el bosque
Que Harmon no tape a Ferraro podría ser por estos días una adecuación de la famosa frase "que el árbol no nos tape el bosque".
Es que gran parte de la teleaudiencia habla sin parar de ajedrez, sepan o no de qué va la cosa, influenciados por la exitosa miniserie que dejó a más de uno insomne por estos días: "Gambito de dama". Es la historia de una ajedrecista que se come sin esfuerzo las piezas de todos y todas sus oponentes, pero sus logros nunca son en solitario sino con ayuda de personas que le dan cariño y contención.
La pelirroja y flequillo a media frente, Beth Harmon, está personificada por la actriz argentino-británica, Anya Taylor-Joy . En ocho capítulos se ve cómo la nena, criada en un orfanato y a quien le enseñan ajedrez a escondidas, termina consumiendo de todo: jugadas, psicofármacos y el mejor vestuario y música de las las décadas del 50 y el 60. Pero que esta fascinante historia no nos haga olvidar de otra, no menos interesante, que sucedió acá en Rosario el 7 de noviembre, de hace 49 años.
El mundo se partía en dos por la Guerra Fría, el país era gobernado por el dictador Alejandro Agustín Lanusse, el primer mandatario de la ciudad era Pablo Benetti Aprosio y Rosario era visitada en la Bolsa de Comercio por el ajedrecista norteamericano Robert "Bobby" Fischer (su clásico oponente en la especialidad y en lo político era el ruso Boris Spassky, en ese momento campeón del mundo).
La Capital lo anunciaba así en un pequeño recuadro que titulaba: "Fischer" y se leía en las primeras líneas "Mañana llegará a nuestra ciudad el notable ajedrecista norteamericano, quien a las 20 del mismo día disputará una partida simultánea frente a veinte ajedrecistas locales de primera categoría...".
Uno de esos 20 era Ferrero, de 24 años, empleado del ferrocarril, casado un año antes y padre de una nena de seis meses, el único que le ganó a Fischer ese día.
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Ferraro en la Bolsa de Comercio el día de la partida. Es el séptimo de izquierda a derecha, en la fila de arriba.
Al día siguiente bajo el título "Gratas conclusiones en la visita de R.Fischer", al ganador local sólo se lo mencionó a la zaga del listado de oponentes al norteamericano "...1 derrota (Hugo Ferraro). Sobre un total de 20 puntos posibles, obtuvo 17".
Ante la falta de despliegue periodístico en ese momento, este diario visitó a Ferraro esta semana en su casa de barrio Sarmiento. Lo encontró lavando ropa y con el mismo perfil bajo de siempre: repite que nunca consideró su triunfo como una epopeya.
"No es lo mismo una partida que una simultánea", repite él como si eso le quitara brillo u osadía a un muchacho que había aprendido a jugar recién a los quince años, que había alcanzado el título de campeón juvenil en la ciudad y se había atrevido a ganarle a un grande a nivel internacional.
La partida no fue la única simultánea que marcó un hito en la ciudad. Ya en 1943 el gran ajedrecista polaco nacionalizado Miguel Najdorf había batido su primer récord en Rosario, mientras el nazismo le arrebataba a su familia. El 9 de octubre superó un récord mundial en la sede del Círculo de Obreros: jugó sin ver contra 40 tableros y venció tras 17 horas de juego.
>>>Leer más: Jugadas contra el Holocausto
Un juego como la vida
"Fischer decía: 'el ajedrez es la vida', en cambio el ruso Spasski decía que para él era 'como la vida'. Yo me quedo con la segunda definición porque uno en la vida permanentemente debe resolver inconvenientes y tomar decisiones incluso de cosas que no se conocen y debe pensar cuál es la elección correcta", dice Ferraro, padre de Andrea y Fernando, viudo de su última mujer desde hace poco tiempo y jugador diario de ajedrez de manera virtual.
Confiesa que no vio la serie Gambito de Dama y al momento de rescatar a mujeres ajedrecistas habla de una rosarina brillante de su época, Ada Vaschetti, y evoca a las geniales hermanas Polgar: Susan, Sofía y Judith, hijas del Gran Maestro húngaro Lazlo Polgar.
Pero volviendo a Ferraro, una quiere que él cuente la gloria ante Fischer, y él se escabulle y habla de otras movidas que tomó en la vida.
Cuenta que fue a la primaria a la escuela Estrada, que el secundario lo hizo en la técnica 5, donde se estudiaba química y construcción naval. Que jugó horas al ajedrez en la biblioteca popular Homero (Vélez Sársfield 902), que trabajó en el ferrocarril desde los 18 años hasta los 48, que estudió ingeniería en el turno noche y abandonó la carrera tras rendir una última materia con 10. Que enseñó ajedrez, pero también aprendió economía y administración de empresas, y trabajó como vendedor de lanas y de pastas y más tarde se convirtió en director municipal de Gerontología. Las más disímiles de las jugadas.
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Hugo Ferraro, empleado ferroviario de barrio Sarmiento que derrotó a Fischer en las simultáneas de la Bolsa de Comercio. (Foto Celina Mutti Lovera)
De todos modos y ante la insistencia vuelve sobre sus pasos a esa noche en que fue de traje y corbata a jugar contra Fischer (se lo ve séptimo de izquierda a derecha, arriba, en la foto grupal en la Bolsa de Comercio).
Siempre dijo que sus antecedentes en el ajedrez eran "modestos" y sus competencias espaciadas en un momento de su vida de mucha actividad como flamante marido y padre.
Dice que sabía que el juego de Fischer era "veloz y agresivo" y que sus mayores posibilidades serían si lograba sorprenderlo: "pensar mientras él se entretenía en los otros 19 tableros". Eso hizo Ferraro y le salió bien.
En las jugadas 10 y 11 ya se advirtieron sus intenciones y en la 20 ya estaba seguro de la victoria. Fischer también lo debió entender así, aunque no hizo gestos elocuentes. Ferraro ante la posibilidad del mate se limitó a no descuidarse y evitar errores que pudiesen hacerlo perder la ventaja.
El resultado estuvo de su lado y, confiesa, lo llenó de alegría.
Carrizo sí, Pipo Mancera, no
Ferraro asegura que nadie lo subsidió para profesionalizarse ni se le hizo homenaje especial en la ciudad. "Tampoco era necesario", recalca, "pero terminé siendo invitado al programa de Antonio Carrizo a Buenos Aires, un hombre muy respetuoso y que sabía mucho de ajedrez. Eso sí, cuando me quisieron llevar a lo de Pipo Mancera me negué: puse una excusa y no fui. No me interesaba y ya no era para tanto". Así cuenta como se escapó la de las fauces del conductor de Sábados Circulares, el programa más famoso de la televisión argentina de esa época.
Recuerda Ferraro que alguien tras la múltiple partida en la Bolsa le preguntó si le daría revancha a Fischer y de ser así si creía que le volvería a ganar. El contestó casi como una predicción: "Fischer es extraordinario, posiblemente sea el próximo campeón mundial. Mis pretensiones son mucho más modestas".
Y sucedió.
Fischer fue campeón mundial al año siguiente. El norteamericano que le tenía fobia a los soviéticos y venció a Spasski en el célebre "Encuentro del Siglo", de 1972 (con un total de 7 partidas ganadas, 3 perdidas y 11 tablas, fue el único estadounidense en conquistar el título). La cita fue en Reikiavik (Islandia), donde se trasladó literalmente la Guerra Fría, el mismo lugar donde murió Fischer, en 2008, tras empañar su gloria con pronunciamientos antisemitas y negar el Holocausto, a pesar de su ascendencia judía por el lado materno.
En el momento de esta producción fotográfica, Ferraro abre un tablero sobre la mesa de su casa, acomoda las piezas y enseña a dos visitantes legas. Explica que comienzan las blancas, cómo se mueven las piezas y dice que el centro del tablero es lo más importante. Y, sin querer, empieza una partida con la fotógrafa.
"Levante el rey o la dama y mire a la cámara, o mejor mezcle las fichas todas a un costado...", le pide la fotógrafa. Y el hombre que le ganó nada menos que a Fischer se incomoda.
"¿Le parece? Mire que esto está mal, no es normal que el tablero quede así, pero si usted me dice que sólo se verá la pieza y no todo...", se resigna Ferraro para quien al final de cuentas el ajedrez no es la vida pero se parece bastante.
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Ferraro jugaba al ajedrez en su adolescencia en la biblioteca popular Homero, en Vélez Sarsfield al 900.
Foto Celina Mutti Lovera
En el Día Mundial del Ajedrecista, en honor al "Mozart del Ajedrez", el cubano José Raúl Capablanca (a quien tanto admiraba el Che) retumban los nombres de Najdorf, Fischer, Spasski, las Polgar, Ferraro, Vaschetti y los chicos, jóvenes y docentes del programa municipal, todos en simultáneo.