Los moradores del edificio ubicado en la esquina de Wheelwright y España ayer no vivieron su mejor día. Poco antes de las 10, cuando muchos estaban ya cumpliendo con sus obligaciones habituales, quienes aún se hallaban en el hogar sintieron un estruendo que hizo temblar vidrios y paredes. Al asomarse a los palieres vieron mampostería caída. Algunos decidieron salir con lo puesto del edificio en ese mismo momento y otros fueron evacuados a los pocos minutos por bomberos y policías, mascotas incluidas.
Indefectiblemente, el fantasma de Salta 2141, la tragedia que desató una fatídica fuga de gas el 6 de agosto de 2013, se corporizó en la mente de más de uno. Sin embargo, no pasó de un gran susto, ya que nadie salió lastimado.
El incidente se produjo por la maniobra de un electricista con una jabalina que, en el patio de una escribanía ubicada en la planta baja del mismo edificio, perforó el piso y llegó al subsuelo, atravesando uno de los medidores de gas. Así fue como el fluido se acumuló en un ducto y terminó deflagrando, entre el segundo y el sexto piso. A las tres horas los vecinos pudieron volver a sus departamentos, con la luz repuesta, pero sin gas. Nadie sabe hasta cuándo.
El incidente se produjo en un edificio de ladrillo visto que consta de diez pisos, cuarenta departamentos y cinco unidades en la planta baja: una vivienda y una lavandería que dan sobre Wheelwright al 1600, un salón de ventas que ocupa la esquina, y una panadería y la escribanía, ambas ubicadas sobre España.
Fue precisamente en la escribanía de Salta 67 bis, en cuyo frente se leen las placas de Gonzalo y Juan Carlos Alvarez, donde ayer por la mañana un electricista fue contratado para instalar un cable a tierra. Aparentemente, la jabalina con que lo intentaba perforó el piso y se clavó en uno de los medidores de luz ubicados en un gabinete del subsuelo. Todo dentro del mismo inmueble.
Según detalló el titular de Defensa Civil, Raúl Rainone, ese daño al medidor provocó un escape de gas, que se elevó por un conducto ubicado junto a la escalera de los palieres, y se presume que el simple encendido de una luz puede haber actuado como detonador. La explosión causó estragos en paredes del segundo al sexto piso e incluso algunos daños menores en un par de departamentos.
En cuestión de minutos el edificio quedó evacuado: algunos vecinos lo hicieron de motu propio y otros bajaron con apoyo de bomberos y policías que se hicieron presentes en el lugar. También llegaron rápidamente técnicos de Litoral Gas, personal de Emergencias municipal y más tarde de la Empresa Provincial de la Energía.
Todos los moradores permanecieron cerca del ingreso (vallado por una cinta de seguridad) y cada uno fue contando las circunstancias en que los tomó desprevenidos la explosión. “El ruido me despertó”, contó la propietaria del 7º B, desalojada luego de su departamento por la propia policía.
“Yo estaba justo por hacer milanesas cuando oí la explosión. Salí y vi el agujero y el piso de palier lleno de escombros. Tranquila, me puse los zapatos, guardé las milanesas y agarré la cartera. No me desesperé para nada”, contó otra vecina. La mayoría bajó escoltada por bomberos entre medio de escombros y sin luz, cortada por la propia policía por precaución.
Técnicos de Litoral Gas detallaron a La Capital que habían interrumpido el suministro. La propia empresa lanzó después un comunicado, donde recomendó “tomar todas las precauciones necesarias cuando se trabaja en cercanías de instalaciones internas de gas” y confirmó la mecánica del accidente protagonizado por el electricista, que terminó demorado en la comisaría 3ª. La investigación está a cargo de la fiscal de flagrancia Gabriela Bassagaistegy.
Ayer mismo, el portero del edificio fue hablando con inquilinos y propietarios para advertirles que la reposición del gas podría tardar más de lo deseable y aconsejó que consiguieran aparatos eléctricos para cocinar. Pasado el mediodía la luz ya había vuelto al edificio y la gente pudo retornar a sus hogares. Tranquila, pero sin gas.