Con sus fortalezas y debilidades, en seis años el programa Nueva Oportunidad “marcó una plataforma, un punto de partida del que no se puede ir hacia atrás”, consideró el profesor en Sociología y Criminología de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), Máximo Sozzo, quien esta semana participó en Rosario de la jornada “Por una política sobre jóvenes, desigualdad y violencia”.
En una coyuntura de fin de gestión, donde aún no está definida la continuidad del programa que comenzó en 2013 en Rosario con poco más de 320 jóvenes y hoy sextuplicó ese número a 11 mil, sumando casi 18 mil en la provincia, el especialista remarcó que se trata de una experiencia que “sale del lenguaje de la inseguridad y el delito, lo que la hace inusual y significativa en todo el país”, y agregó: “Definir una intervención por los derechos de los pibes, contra la marginación y la desigualdad, no es lo mismo que hablar de prevención del delito”.
Lo fundamental de cara al futuro, opinó, es generar un espacio de “debate entre los actores, ya sea en la Legislatura u otros espacios, donde estén todas las organizaciones, los actores del actual gobierno y del gobierno por venir, y construyan consensos”.
Para Sozzo, el programa aparece como la contracara a las políticas que desde finales de los 90, y con un pico extraordinario en los últimos cuatro años, aparecen “ligadas al lenguaje de la mano dura que estigmatiza a los jóvenes varones que viven en contextos de marginación económica y social, como individuos que sólo cometen delitos”.
“La estigmatización y la criminalización fue la respuesta del Estado: policías, Justicia Penal y prisiones, y eso es lo que nos llevó a este lugar, con las experiencias vitales de estos jóvenes atravesadas de manera medular, viéndose además excluidos del mercado de trabajo y del sistema educativo. El Nueva Oportunidad instala un lenguaje y una búsqueda alternativa, donde el delito no aparece como el provincial problema, y pone en el centro sus condiciones de existencia”, indicó.
“El cambio de escala”, así como el corrimiento de las políticas de prevención del delito, son dos características que para Sozzo hacen que el programa “sea inusual” en relación a las experiencias que hay en el país y “significativo. “No es lo mismo hablar de intervención por los derechos de los pibes contra la marginación y la desigualdad, que hablar de lucha contra el delito, lo que siempre termina en eternos proyectos pilotos en manos de espacios gubernamentales de seguridad y justicia”, aseguró.
La voz de los pibes
Las propias palabras de los jóvenes que participan del programa en la capital provincial se escucharon a través del trabajo que el profesor de la UNL llevó adelante y del que dio detalles durante la jornada en el panel “Dinámicas y efectos: voces de las y los jóvenes de la ciudad de Santa Fe”.
Sin hablar de resultados y recalcando que no todos los proyectos ni los trayectos de aprendizaje son de la misma calidad, Sozzo dejó en claro que “es en la propia voz de los pibes que aparecen valoraciones de efectos positivos”, y fundamentalmente hizo hincapié en “el rescate del rol y la figura del «acompañante» que hacen en forma mayoritaria”.
“Ese acompañamiento es un logro significativo que rescatan los chicos, porque justamente detrás de la construcción de lazos y vínculos que deben ser fortalecidos, está el intento de generar identidades colectivas”, remarcó, y como ejemplo señaló los 140 casos de jóvenes que se iniciaron en el programa como participantes y hoy son acompañantes de otros chicos.
“Estos son efectos positivos tangibles”, remarcó, sin dejar de lado “otras dimensiones donde el programa dio apenas pasos incipientes, como es el rol de las unidades productivas, donde hay mucho por hacer y explorar, así como la experiencia que se inició en Rosario y no aún en Santa Fe, del bachillerato, que puede ser interesante para reconstruir el vínculo de estos jóvenes con las instituciones educativas”.
Sin vuelta
Más allá de los ajustes y mejoras que deban ponerse en marcha, para el titular de Sociología y Criminología la experiencia transitada por el Nueva Oportunidad “es una plataforma sobre la cual Santa Fe debe discutir una política sobre jóvenes, marginación y violencia, es un punto de partida y no se puede ir hacia atrás”.
Mientras en la Legislatura ya se debate en la Comisión de Presupuesto un proyecto que intenta convertir en ley el programa para garantizar su continuidad durante la próxima gestión de gobierno, Soso consideró que “ese puede ser un camino”, aunque no descartó otros.
“Lo que requiere es construir una discusión profunda de lo logrado y de lo que debe profundizarse —afirmó—; un diálogo que entre todos los actores, incluidas las organizaciones sociales, los actores estatales de la actual gestión y de la gestión por venir, de modo de construir consensos”.
Punitivismo
El giro punitivista disparó la tasa de encarcelamiento y hoy la Argentina tiene 208 presos por cada 100 mil habitantes, señaló Máximo Sozzo; y agregó: “No sólo es un número que nunca llegamos a tener en el país, sino que es significativo, porque los estudios sociales de la sociología del castigo plantean que más de 100 presos por cada 100 mil habitantes marca el nacimiento del encarcelamiento masivo, y frente a eso estaríamos en la Argentina”. Santa Fe no está exenta. De 2008 a 2018, el número de presos creció de 117 a 184 por cada 100 mil habitantes.