Rosario se quedará este año sin la 10ª edición de la Feria del Libro, uno de los
eventos culturales más participativos de la ciudad. Los organizadores de la muestra, única en su
tipo del interior del país, justificaron la suspensión con varios argumentos. Entre ellos, que no
les dieron los tiempos para organizarla por la fecha reservada en el Patio de la Madera y por el
recambio de autoridades municipales y provinciales, que los costos se les dispararon y no quisieron
"achicar" el evento y que prefieren trabajar en un "rediseño" de la muestra para 2009. Juran que la
harán.
La Feria del Libro no siempre fue igual en Rosario. No tuvo las mismas
dimensiones ni se organizó en el mismo sitio, tampoco convocó desde el inicio a las editoriales. Es
más, entre 2001 y 2004, los peores años de la crisis, no se hizo.
Por eso cuando volvió, en 2005, lo hizo con todo. Y durante los dos años
siguientes redobló sus apuestas en cuanto a sellos editoriales, cantidad de stands, programación de
actividades culturales, presencia de escritores, convocatoria de público y hasta metros cubiertos
de exposición.
Evolución. Algunos números ayudan a comparar las sucesivas ediciones: en 2005
hubo 62 stands en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, por donde pasaron 70 mil personas. Un
año después la feria se mudó al Patio de la Madera, ocupó 3 mil metros cuadrados, albergó 80 stands
y más de 100 mil personas. Ya en 2007 los sellos editoriales fueron más de 200, se distribuyeron en
la misma cantidad de stands pero sobre 5 mil metros cuadrados y recibieron a unos 150 mil
visitantes.
Con esos antecedentes, el desafío era seguir en ascenso. O al menos no bajar.
"No es fácil armar la feria con las características por las que siempre apostamos", explicó ayer
uno de los alma máter del evento, José Pérez, dueño de Homo Sapiens.
Ese perfil, recordó, implicaba "mantener una escala" no sólo en cuanto a las
editoriales y librerías participantes, o la cantidad de stands, sino también por las actividades
culturales propias de la muestra (presentación de libros y charlas de autores) y por la
programación paralela. "No podíamos organizar una muestra menor: teníamos que mantenernos o
superarnos", coincidió otro de los organizadores, Osvaldo Shcoler, de Mandrake Libros.
El problema principal, según detalló Pérez, surgió cuando desde el Patio de la
Madera les confirmaron la fecha para fines de julio, inicios de agosto. Y si bien ya se habían
reunido con funcionarios de Cultura municipal y Producciones e Industrias Culturales de la
provincia, "no dieron los tiempos".
Para Flavio Cabral, de la Librería Técnica, a ese problema se sumó otro. Y
gravitante: el "aumento de los costos globales" y en particular los de "logística y montaje".
Cuesta arriba. "Armar la feria como veníamos organizándola se hizo muy cuesta
arriba", se sinceró Cabral, y explicó que de 2006 a 2007 esos costos aumentaron un 70 por ciento y
del año pasado a este treparían otro 35 por ciento.
"Aun con los subsidios del municipio y la provincia habríamos estado
comprometidos", admitió el librero, quien sin embargo remarcó que ambos niveles de gobierno
ratificaron su "voluntad política de sostener la feria como un evento importante de la ciudad".
En materia de costos, además, hay que recordar que en la Feria del Libro porteña
la entrada cuesta 7 pesos, cuando en la local es gratuita. Un espíritu que Cabral aseguró que
confían en mantener "mientras sea posible" y que responde a un "criterio ciento por ciento
democrático".