Pedro Flores, el portero del edificio de Salta 2141 que el 6 de agosto sufrió la tremenda explosión que se cobró 21 víctimas fatales, volvió a hablar hoy. Con angustia, lamentó no haber podido salvar más vidas y contó que sigue teniendo pesadillas.
“No había una pérdida de gas, el gasista vino porque había que cambiar un regulador”, recordó una vez más Pedro y describió que se encontraba en el octavo piso, en el departamento de Luisina Contribunale, cuando el olor a gas comenzó a ser más fuerte..
“Empecé a sentir un ruido muy fuerte y pensé que algo estaba mal, muy mal. Iba a tomar el ascensor pero decidí bajar las escaleras, me tropecé, pero en mi mente sólo pasaba que quería colaborar con el gasista, que no pasara nada que pudiera lastimar a la gente. Me di cuenta que bajando los últimos tres pisos de la escalera ya se tornaba muy oscuro, un humo gris, el olor que ya había invadido en el departamento de Luisina”, relató.
Con la voz quebrada Pedro manifestó la angustia que lo agobia: “Quizás me sienta un poco culpable por no poder salvar más vidas, por no ser en ese momento un superhéroe y sacar a toda esa gente de ahí adentro. Cada persona que se fue está descansando en paz, le pido a Dios que a cada familia le de paz y tranquilidad, y decirles que si hubiera podido salvar a cada uno de ellos, lo hubiera hecho”.
“Si tuviera que decir algo quisiera que todo vuelva para atrás, es una pesadilla lo que estoy viviendo, le pediría a Dios que no pase esto. Era muy feliz con mi mujer, yendo a trabajar cada mañana, y siempre me decía a mi mismo: 'Me quiero jubilar en este edificio, porque amo a esta gente'. Esto ya no lo tengo, estoy dolido, estoy quebrado por dentro, la gente sabe que en cada rincón de mi casa lloro, necesito desahogarme y llorar por cada una de esas personas, por lo que viví”, describió el portero que ya no tiene su trabajo.
“Es como una cinta que tengo en la cabeza en la que viví una película de terror real que se vuelve a repetir, busco aferrarme a mi hija , a mi hijo, a mi mujer, a mi yerno, tengo miedo de cansarlos, pero ellos hoy por hoy son mi bastón, mi sostén”, concluyó.