En Rosario, y una amplia zona de su influencia, se implantan unos 350 pares de
prótesis para mamas al mes. La cifra da cuenta de una práctica médica que está en alza dentro de
una especialidad que en las últimas décadas creció en forma exponencial: la cirugía estética.
Atrapados en cánones de belleza difíciles de soslayar mujeres y hombres, en una proporción de 9 a
1, dejan sus cuerpos en manos de especialistas para acercarse a un ideal que liga subjetividad y
moda.
Esbeltas pero exuberantes. Los mandatos sociales no dan
tregua a las mujeres con gimnasio, bisturí y dietas. Fantasear con un cuerpo perfecto hoy comienza
a edad temprana y encuentra respuestas en innovaciones quirúrgicas que no parecen tener techos.
Técnicas y materiales se perfeccionan a pasos agigantados para que el quirófano pueda cumplir la
fantasía del cuerpo deseado.
Entre las principales demandas, las lolas vienen peleando
el primer lugar a las lipesculturas y recuperando el terreno perdido a partir de 2002, cuando el
dólar triplicó el peso y postergó más de una aspiración estética. Según estimaciones, ya que el
circuito comercial que provee las prótesis es por demás discreto, en Rosario, y por mes, se venden
unos 350 pares de implantes de mamas de distinta calidad y costo (desde 550 a 1.700 dólares). El
dato se aproxima al cálculo que hicieron algunos profesionales: cuatro mil mujeres aumentan el
contorno de busto y la autoestima cada año en Rosario y su zona de influencia.
Cuando en 2002, la Food and Drug Administration
(Administración de Drogas y Alimentos), el mayor organismo de control en Estados Unidos, dio luz
verde a las prótesis de siliconas para las cirugías estéticas, se disparó la investigación y el
desarrollo que permitió poner hoy en el mercado implantes más seguros y confiables. La evolución en
técnicas y materiales conjuró varios fantasmas y temores. Ahora, tener las lolas hechas no impide
los controles de mamas.
Pero 2002 también marcó otro mojón. Entre ese año y 2005
las cirugías de implantes de mamas se redujeron en un 90 por ciento por el costo en dólares de la
prótesis. Cuando la economía se estabilizó, volvió el sueño de los escotes francos y la cirugía de
lolas lograron imponerse a las de contorno corporal más conocida como lipoaspiración o
lipoescultura, que implica reducir grasa en torso, cintura, caderas, muslos, rodillas y glúteos,
entre otras zonas.
A su vez, dentro de las cirugías de contorno corporal,
marchan a la cabeza las que se realizan para quitar la grasa genética de la llamada región
trocantérica. A nivel popular esta adiposidad es conocida como los pantalones de montar que para
tormento de mujeres y hombres engrosan las caderas y no ceden ante la más estrictas de las
dietas.
Siempre dentro de la lipoescultura, al contorno de caderas
le sigue en demanda la reducción de cintura y abdomen, sobre todo en quienes quieren recuperar los
talles perdidos durante el embarazo. Dentro de las cirugías que esculpen el cuerpo hay una leyenda
urbana, toda cola que se precie hace pensar en un implante. Error, sólo se vende un par de
implantes de glúteo por cada mil prótesis de mamas, de lo que se deduce que a la buena forma la dio
la naturaleza o fue modelada por lipoaspiracion.
Entre las prácticas que tienen menos demandas se anotan las
cirugías para achicar orejas prominentes y, con cierta movilidad aunque muy discretamente, se van
moviendo las estéticas en los genitales, como una opción de rejuvenecimiento íntimo y una incide
aún baja, dos o tres pacientes al año.
La demanda al quirófano estético se completa con rellenos,
lifting en varias versiones, párpados y nariz, sin olvidar mentón ni implantes capilares y la lista
sigue porque las opciones que hoy ofrece la cirugía estética es tan amplia como imperfecciones
puedan detectarse. Más aún, casi no hay morfología que no pueda mejorarse o hasta transformarse y
no son pocos los casos en que las pacientes llegan con una foto de artista o modelo famosa para que
el cirujano replique un imposible, la impronta personal.
En las estadísticas de cirugías estéticas la edad de los
pacientes ayuda a configura perfiles. El mayor número de consultas e intervenciones se dan entre
mujeres de 25 a 40 años, casadas, separadas y con hijos que quieren mantenerse en buena forma. Es
el mismo target que hace dietas, va al gimnasio y pueden afrontar el costo del bisturí
especializado. ya que sólo algunas de las empresas de medicina prepaga prevén una cirugía plástica
por año.
Por debajo de los 25 años el interés es casi exclusivo por
los implantes de mamas, práctica que sólo se realiza a partir de los 18 años y con el
consentimiento privado de los padres. Según los especialistas también es leyenda urbana la versión
de que se regale una cirugía de mamas a las adolescentes que cumplen 15 años.
Género masculino. En los hombres, que antes sólo
representaban el 3 por ciento de las prácticas estéticas, también las edades condicionan las
demandas. Menos de 40 buscan lipoescultura para modelar cintura y torso, pasada esa edad, el
objetivo es mantener la juventud y van por retoques en párpados, patas de gallo, arrugas e
implantes.
Ahora, mejorar el aspecto físico dejó de ser una aspiración
de elite o de modelos glamorosas. A partir de dos mil dólares ya se puede pensar en alguna
intervención. En promedio, pasar al quirófano en manos expertas y seguras tiene un costo similar al
que unas vacaciones en Brasil. Eso sí, hay que tener cuidado con los cantos de sirena de quienes
prometen costos bajos porque la pichincha pude tener su correlato en una baja bioseguridad.
Acto médico. Para los cirujanos plásticos Guillermo Siemienczuk y Sandra
Filipeli, hay una cuestión que todo paciente debe tener en claro: cada una de las intervenciones
que allí se realizan son actos médicos, explicaron los profesionales que ocupan la vicepresidencia
y la secretaría de la Sociedad de Cirugía Plástica de Rosario, filial local de su par a nivel país,
la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica Estética y Reparadora (SACPER).
Según Siemienczuk, lo que ofrece un profesional en el acto
médico es la garantía de que pondrá lo mejor de sí. Y aseguró que el ideal de la estética es la
armonía, más allá de los volúmenes que suelen variar según los modelos vigentes en cada épocas.