Si bien las mujeres ganan espacios en el sistema científico tecnológico, las brechas de género todavía persisten. En la provincia, por ejemplo, las mujeres que se dedican a la producción de conocimientos ganan hasta un 23 por ciento menos que sus pares varones y, a medida que asciende el nivel de los cargos, la presencia femenina disminuye. En la Universidad Nacional de Rosario, el 58 % de los investigadores son mujeres. Sin embargo, un tercio son becarias o asistentes, las categorías más bajas en los grupos o institutos de investigación.
Sobre esas distancias, que no son nada casuales, se advierte cada 11 de febrero cuando se conmemora el El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el fin de lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, y además para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas.
En el país, el 54 por ciento de la planta de investigación está compuesta por mujeres, pero sólo el 25% llega a ocupar cargos directivos, tanto en el Conicet como en las universidades. Los feminismos llaman a esta realidad el “techo de cristal”, una limitación velada del ascenso laboral de las mujeres dentro de las organizaciones, de la cual el mundo académico no está exento.
“Existen matrices patriarcales culturales, con las cuales nos formamos, nos socializamos y nos incorporamos al sistema de producción de conocimientos, profundamente cargados de estereotipos de género que asignan roles y funciones diferenciales a varones, a mujeres y a otras identidades”, señala la secretaria de Género de la Universidad Nacional de Rosario, Florencia Rovetto.
En esta asignación de roles, explica, “a las mujeres o los cuerpos femenizados se les asignan las tareas de cuidados al interior de los hogares y esto va en detrimento del tiempo que podemos dedicar a la carrera académica o al trabajo de investigación”.
En detalle
Estos mecanismos se evidencian cuando se analizan las plantas de investigadores de la universidad pública. De acuerdo a los datos de las distintas unidades académicas procesados por la Usina de Datos de la UNR, de los 2.939 cargos de investigadores, 1.718 están ocupados por mujeres (un 58 %). Sin embargo, el porcentaje de investigadoras crece entre las becarias al 65 % y sobre todo entre quienes tienen jornada parcial, donde las mujeres representan el 70 %.
Para Rovetto, que haya menos mujeres en los lugares directivos o de toma de decisión o que la pirámide se vaya angostando para el acceso de las mujeres a puestos de mayor jerarquía también habla del tipo de investigaciones que se realizan.
“Que haya más mujeres no quiere decir que la investigación tenga más perspectiva de género, pero sí puede permitirnos pensar en otros temas que son de interés a partir de la experiencia, de la vida o de las temáticas que importan a las mujeres”, apunta y destaca que en los últimos años se ha logrado avanzar con la ampliación del período de ingreso a la carrera de investigación científico para las mujeres y que las capacitaciones de la ley Micaela permitieron poner en debate estos temas.
También se crearon protocolos para el abordaje de las situaciones de abuso, acoso y discriminación basadas en el género y las convocatorias de organismos y agencias de investigación empezaron a prever porcentajes equitativos de participación entre mujeres y varones en los staff de investigadores.
Un estudio que reveló la brecha salarial por género
El Grupo de Estudios de Economía y Género de la Facultad de Ciencias Económicas y Estadística de la UNR realizó a fines de 2019 una encuesta sobre “Usos del tiempo y brechas de género en el sector científico tecnológico de la provincia”. El estudio ilustra algunas de las desigualdades de género que se producen en los ámbitos laborales vinculados a la ciencia, la tecnología y la docencia universitaria.
El trabajo advierte sobre la brecha de género en los ingresos mensuales de los investigadores santafesinos. En los institutos, los varones ganan 14% más que las mujeres y en las universidades la brecha es mayor, del 23%. Y la cantidad de mujeres va disminuyendo a medida que asciende el nivel de los cargos.
Lucía Andreozzi es mágister en estadística y demografía y una de las autoras de la encuesta. “Sigue existiendo una desigualdad en la tarea y en los ingresos de mujeres y varones que se dedican a la ciencia. Y está en el acceso a las cuestiones jerárquicas, sigue habiendo todavía dificultades marcadas cuanto al ascenso de categorías”, remarcó.
El mayor problema para las mujeres está vinculado a las tareas de cuidados. “Hubo avances, pero todavía falta habilitar espacios donde las mujeres puedan compatibilizar tareas como la maternidad y el trabajo o incentivar licencias más prolongadas por paternidad”, aseguró.