Sólo en el Gran Rosario existen 29 casos de dengue: 9 confirmados y el resto
presuntos, a la espera de los resultados de laboratorio del Instituto Maiztegui. Hasta ahora la
totalidad de los pacientes parece haberse contagiado fuera de la ciudad, en alguna zona donde el
mal, transmitido por el mosquito Aedes aegypti, es endémico. Aunque está lejana la posibilidad de
un brote, los equipos sanitarios del municipio y la provincia trabajan en forma conjunta bajo un
"alerta regional".
El consejo para la población es unívoco: para prevenir el dengue hay que
eliminar los envases que juntan agua o, en caso de tenerlos con plantas o como bebederos de animal,
cambiar el líquido cada tres días.
"Hay mucha preocupación. Nunca estuvimos tan cerca de esta problemática",
admitió ayer la coordinadora de Servicios de Información en Salud del municipio, Analía
Chumpitaz.
Pese a que el número de infectados y presuntos afectados ya es significativo,
hasta ahora no dista demasiado del registrado en 2007, cuando se produjo un brote en Paraguay. Para
manejar cifras totales habrá que esperar dos meses, ya que el mosquito se multiplica en especial
entre octubre y mayo, con altos índices de temperatura y humedad.
Lo importante es que todos los pacientes de Rosario están bajo tratamiento
ambulatorio, no revisten gravedad (tienen dengue clásico, no hemorrágico) y representan casos
"importados", es decir, con contagio producido en Chaco, Salta, Bolivia y Brasil.
Aun así, el hecho de que el 97 por ciento de los casos en la provincia sean del
nodo Rosario (hay un restante confirmado en Barrancas) sugiere que otras regiones deben tenerlos
también, pero sin ser detectados. En jerga epidemiológica, eso significa que existe un
"subregistro".
Para Chumpitaz, esa desinformación (que a su vez se traduce en casos no
notificados) obedece a décadas de "vigilancia bastante deficiente": no intensiva y de baja
calidad.
Presente. Aunque hasta ahora no se detectaron casos autóctonos (contagios en la
ciudad), sí se sabe que en los seis distritos de Rosario hay ejemplares del mosquito Aedes aegypti,
pero no se los encontró infectados.
Un riesgo, recordó el responsable de Epidemiología del sur provincial, Julio
Befani, es que una persona infectada en otro lugar sea picada luego por otro ejemplar de esa misma
especie en Rosario mientras el virus circula por su sangre y que ese mosquito (hembra), contagiado
ya, pueda a su vez transmitir el mal a un tercero. En ese caso, dejaría de ser un problema
"importado".
Por eso, tanto Befani como Chumpitaz no dejaron de decir que la mejor prevención
de la enfermedad pasa por eliminar posibles criaderos, básicamente domiciliarios. "A este mosquito
le gusta el agua limpia", bromeó Befani.
¿Qué quiere decir eso? Que su lugar de reproducción preferido no es la zanja,
por ejemplo, sino los envases que pueden juntar agua de lluvia (neumáticos, tarros, macetas vacías)
e incluso los usados para poner plantas o dar de beber a las mascotas. El consejo es cambiar el
agua cada 48 ó 72 horas.
Y, por supuesto, atender a la aparición de síntomas similares a los de un
resfrío: fiebre alta perdurable, dolores de cabeza, atrás de los ojos, articulares o musculares, y
en algunos casos erupción o vómitos. La alarma debe encenderse en especial si se viajó a una zona
endémica, sobre todo al nordeste y noroeste del país, Brasil, Paraguay o Bolivia. "Mejor consultar
de más que de menos", dijo Befani.
Chumpitaz sostuvo que los médicos trabajan con una "vigilancia intensificada
sobre síndromes febriles inespecíficos" y "máximo recaudo ante la menor sospecha". Y, por las
dudas, aunque al Aedes le guste el agua limpia, 15 cuadrillas de desinsectación de Control de
Vectores recorren por día la ciudad.
Capacitación
Como prueba de la atención que el municipio y la provincia están dando a la
problemática, hoy y el miércoles próximo los equipos de salud asistirán a un curso sobre vectores
(los agentes transmisores) y a un seminario intensivo de actualización sobre diagnóstico,
tratamiento y trabajo en terreno del dengue.