Propietarios y docentes de jardines maternales harán mañana al mediodía una caravana de autos en la zona del Monumento en apoyo a la actividad, que está paralizada hace tres meses por la pandemia. Será una movida nacional que tendrá su réplica en Rosario y otras ciudades de la provincia. Piden ser habilitados para abrir, ya que están inscriptos bajo la figura de comercio, y asistencia financiera.
En Rosario son unas 214 instituciones, a las que concurren 8.500 niños de 45 días a 4 años. Hasta el momento hubo cuatro cierres, pero la mayoría está esperando el devenir de junio y julio para tomar una decisión. Ayer, el intendente Pablo Javkin anunció que a partir del próximo martes el personal podrá ingresar a las instalaciones para preparar clases virtuales, sin presencia de niños (ver página 2). El anuncio no dejó satisfecho al sector.
"Vamos a poder abrir las puertas sólo con las docentes para dar clases virtuales y filmar videos, pero hay jardines que hasta tuvieron que dar de baja internet porque no podían pagar el servicio. Algunos van a trabajar con las maestras para prepararlas en protocolos y adaptar los lugares de trabajo. Pero no todos están pudiendo abonar sueldos sin tener ingresos", se quejó Mayra Williams, presidenta de la Asociación de Jardines particulares de Rosario.
Hoy, y bajo una ordenanza de 1994, los establecimientos dependen de la habilitación municipal, ya que están inscriptos bajo el rubro "comercio", pero piden ser considerados institución educativa por la provincia para recibir subvenciones. "Nos consideran comercio con aglomeración de personas, pero nos citan como fecha probable de regreso la vuelta a clases, a fines de julio. Seguimos en un gris", lamentó.
Por eso, piden reabrir o recibir alguna ayuda. "Cuando abramos vamos a tener como límite el 50 por ciento de la matrícula. Pero además hay muchos papás que tienen miedo y otros ya contrataron niñeras, por lo que no volverán en todo el año. Va a haber menos chicos", dijo la referente. Sin embargo, conservan la esperanza de que los dejen funcionar con protocolo a principios de julio, un poco antes que el regreso de las clases.
Las medidas que prepararon para el regreso consisten en que los padres firmen una declaración jurada para que controlen la temperatura de los chicos antes de enviarlos; que los niños lleguen con ropa limpia y no bajen en otro lugar antes; que no porten mochila y sólo lleven un plato y vaso o mamadera la primera vez, que quedarán en el lugar, lo mismo que los pañales; y se les limpiará el calzado al arribar.
Por su parte, las docentes tendrán barbijo y guardarán distancia social; habrá una reducción del grupo de alumnos a 10 niños con una única maestra, sin intercambio de infantes entre salas; los momentos de patio y uso común serán programados y no compartidos; y habrá ventilación y limpieza de los salones con lavandina cada hora, e higienización de los juguetes con alcohol diluido antes de guardarlos.
En ese sentido, una queja importante es la escasa asistencia económica para la actividad. Sólo 45 jardines ingresaron en el programa ATP (Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción) del gobierno nacional, que cubre el 50 por ciento de los sueldos de las docentes. Desde la provincia, en tanto, se abrió una línea de apoyo junto a otros rubros que no pudieron abrir por la pandemia y que aún no tienen horizonte de apertura, pero los jardines no lograron entrar.
La presidenta de la cámara afirmó que ninguno pudo acceder al beneficio por lo restrictivo de los requisitos. "Se trata de subsidios de 10 a 50 mil pesos por única vez, pero te piden tener facturación cero de marzo a mayo, que es imposible porque al padre que pudo pagar le aceptamos la cuota", explicó Williams. Los que accedieron al ATP, que en una institución de 5 docentes significa 50 mil pesos durante varios meses, también quedaron afuera.