El tránsito en el centro, un problema que lleva 40 años sin solución
Con la vuelta de todas las actividades se expone el caos que se vive todos los días en las calles. Taxistas piden que se vuelva a restringir el tránsito como en años anteriores y los colectiveros aseguran que deben reordenar la manera de trabajar para no demorarse en los recorridos

Domingo 21 de Noviembre de 2021

Restricción de circulación de autos particulares en el centro, estacionamiento medido, veredas más anchas, prohibición de estacionar en distintas calles. Muchas fueron las medidas que tomaron las distintas gestiones municipales para intentar ordenar el tránsito vehicular en el centro, aunque ninguna pudo lograrlo. Actualmente, los protagonistas de las calles concuerdan en que manejar dentro del radio comprendido por Oroño, Pellegrini y el río se torna casi imposible y cada uno expone sus puntos de vista, en un contexto de vuelta a las actividades prepandemia. Los más jugados son los taxistas, quienes ven con buenos ojos que se vuelva a aplicar una restricción de ingreso a los autos particulares en zonas y horarios determinados, como se estableció en 1980 y se discontinuó en 2003 por pedido de los comerciantes del centro.

“El tráfico es impresionante, hay autos a toda hora. No tenés lugar para nada y hay vehículos en doble fila por todos lados”, manifestó a La Capital Marcelo Díaz, taxista y referente de la Cámara de Titulares de Taxis de Rosario (Catiltar), quien agregó que en el carril exclusivo “ya se mete cualquiera” y que “es para el transporte público, pero nos encontramos invadidos por autos particulares”.

De hecho, el referente afirmó que desde Catiltar consideran que tendría que repensarse una medida restrictiva como la que estuvo vigente en Rosario durante 23 años, de 1980 a 2003: “Deberían cerrar el microcentro y dejar pasar solamente a los servicios públicos. Es algo que pensamos con los integrantes de la cámara”.

En 1980, la Intendencia, teniendo en cuenta “los problemas circulatorios existentes en el microcentro de la ciudad” según comienza el texto de la ordenanza 2.596, sancionó la prohibición de circulación de “vehículos en general, en el horario de 10 a 20, de lunes a viernes, y de 10 a 13, sábados y medio feriados”. Los únicos habilitados para circular eran colectivos, taxis, transportes de caudales, policías, ambulancias, bomberos, transportes escolares, Central de Operaciones de Emergencias y “vehículos con el emblema de lisiados”, además de vehículos particulares “que ingresen o egresen de cocheras” que se encontraran en el área de restricción.

Concretamente, las calles de restricción eran Entre Ríos, de Santa Fe a Ricardone; Mitre, de San Luis a San Lorenzo; Sarmiento, de San Lorenzo a San Luis; Santa Fe, de San Martín a Entre Ríos; Rioja, de Maipú a Corrientes; Ricardone, de Araya a Mitre; y media cuadra de San Martín, entre Santa Fe y Córdoba. Lo más curioso de la normativa fue el artículo 5, donde se manifestaba que “el área citada será considerada peatonal, debiendo los vehículos autorizados a circular por ella hacerlo a velocidad precaucional, no excediendo nunca los 15 kilómetros por hora y debiendo ceder el paso a toda persona que cruce la calzada en cualquier punto de la misma”.

Esta medida se llevó adelante porque en la época que se sancionó la ordenanza era tal la actividad comercial en el microcentro que se repetían los accidentes entre autos y peatones, ya que muchos bajaban a la calle para seguir caminando y no detenerse, según contó a La Capital el 24 de julio de 2001 el entonces director de Ingeniería de Tránsito municipal, Santiago Tazzioli. En 1998 el concejal peronista Osvaldo Mattana presentó un proyecto para ampliar la zona de restricción a Buenos Aires, Urquiza, Paraguay y Mendoza, aunque el tema no se llegó a tratar en el recinto.

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Sarmiento y San Lorenzo, en 2003, cuando corría la restricción modificada en 2002.

Ese mismo año, la Municipalidad creía que la manera de ordenar el tránsito era implementar la ordenanza de estacionamiento medido, algo que ocurrió en 1999 pero que, vistos los resultados, no ayudó a ese fin.

La normativa de restricción de la circulación fue modificada en 2002, después de que se anunciaran medidas un año antes y que los comerciantes se quejaran por las bajas ventas en el centro. A través de la ordenanza 7.346, se redujo el horario durante la semana hábil, de 10 a 15, y se modificó la zona de restricción únicamente sobre Santa Fe (se extendió la prohibición una cuadra, hasta Corrientes). A principios de 2003, los comerciantes siguieron presionando para abrir completamente el centro. En marzo, el Concejo aprobó la liberación de circulación y se terminó abriendo el 12 de mayo, poniendo fin a 23 años de restricciones.

Caminar el centro

Hoy, la realidad es otra según los taxistas. “Estamos viendo que hay mucha más actividad de personas que están caminando, yendo a los negocios o a hacer trámites”, dijo Díaz, y agregó que hay trabajo para ellos dentro del centro, pero que los viajes se complican porque “se hacen muy largos” por la cantidad de vehículos en las calles.

Actualmente, cada uno de los actores que intervienen en las calles de la ciudad a diario dan cuenta de los distintos problemas que se desarrollan en la vía pública. El caso de los colectiveros es particular ya que deben respetar horarios en los recorridos que realizan.

Los esquemas de trabajo cambian a medida que el tránsito vuelve a los caudales prepandemia. Esto lo experimentan de lleno los colectiveros: los que fueron consultados por este diario aseguran que, en ocasiones, llegan con tiempo de sobra a lugares “conflictivos” (cuadras del centro con colegios o escuelas, por ejemplo, en horarios pico) porque saben que tienen un largo rato para terminar de cruzar el centro y continuar con el recorrido.

Ni siquiera se salvan los repartidores quienes, por ir en moto, tienen más espacio para maniobrar y ponerse a la cabeza en las esquinas para cruzar. “Es un lío. Tramos que hacía en 15 minutos, ahora los hago en 25 minutos”, afirmó Rubén, un cadete que surca el centro entero todos los mediodías llevando viandas de comida.

Colegios y escuelas, imposibles

Todos coinciden en que las cuadras donde hay colegios son caóticas y merecen especial atención. Hace más de una década que se desarrollan campañas y se instalan inspectores para controlar que no se dé la famosa "doble fila" frente a las instituciones, aunque el panorama sigue siendo el mismo. Ni la ordenanza 9.174, de 2014 y que prohíbe estacionar en las cuadras donde haya escuelas y colegios en el radio de Pellegrini, Francia y el río, de 7 a 18, pudo aminorar esta conducta.

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El estacionamiento medido se implementó en 1999 y fue otra de las medidas que se tomaron para tratar de ordenar el tránsito en el centro.

“Todo lo que es cercano a los colegios se hace más lento ahora. Oroño es insoportable, salvo cuando están los inspectores para ordenar el tránsito. Pero no puede haber inspectores en todos los colegios”, señaló Díaz. Los colectiveros consultados por este medio coincidieron con esta consideración: algunos dijeron que estas zonas son “un quilombo”.

A esta medida, algunos choferes aseguraron que a las líneas que manejan se les sumaron entre 15 y 20 minutos para hacer los tramos que involucran al centro para no sufrir retrasos horarios.

"Desalentar" el uso del auto

Durante las gestiones de la ex intendenta Mónica Fein se instaló el concepto de “desalentar” el uso de los autos en el centro con medidas que se tomaron en torno a mejorar el tránsito en la zona, como fueron ensanchar veredas, implementar carriles exclusivos para colectivos y taxis o ejecutar solo una parte de la ordenanza 9.238, del 2014, que prohíbe estacionar en diversas cuadras del centro. Un año antes se volvió a deslizar la posibilidad de volver a las restricciones de circulación en el centro, algo que no se dio para dar paso a la prohibición de estacionamiento en distintas calles, con la idea de seguir desalentando el uso de vehículos particulares en la zona.

Actualmente, la gestión de Pablo Javkin buscó, de entrada, priorizar los movimientos de peatones por el centro. En efecto, se desarrollaron, en 20 esquinas céntricas, dispositivos con palos plásticos de color blanco pensados, según explicaron desde la Municipalidad, para “darle mayor seguridad a un actor que es hoy protagonista en el espacio público”. La idea de continuar desalentando el uso del auto en el centro sigue vigente, aunque los protagonistas de las calles aseguran que las medidas no son suficientes y que el centro, con la vuelta de las actividades a niveles prepandemia, se volvió por demás de complicado.

Cuarenta años después de la primera restricción en el centro, se vuelve a manifestar, por parte de los servicios públicos, la posibilidad de retrotraerse a medidas que se implementaron en el pasado. Habrá que esperar para saber si el regreso a las actividades, con niveles prepandemia, sirve para contemplar un reordenamiento definitivo con una solución de fondo para el tránsito en el centro rosarino.