La obra vial se estrenó con seis accidentes en apenas ocho horas. En la actualidad, cuando se alzan cada vez más voces para transformar el enlace en autopista, el sumario ya dejó 50 muertos. La joven se convirtió tristemente en referencia del peligro que la traza representa; y su madre, Graciela Passero, en ejemplo de lucha por su hija, obvio, pero también por la imperiosa necesidad de revertir el estado de esa ruta fatal: "Lo hago junto a mi marido, por nuestros hijos y nietos".
—¿Qué diría de la ruta?
—Que no está bien realizada, aún sigue así, como el primer día. Sin los teléfonos SOS, sin banquinas estabilizadas... El domingo pasado leía el resultado de un taller sobre la traza y hablaban de la flora y de la fauna, de los días de lluvia y los animales que cruzan por el asfalto. ¿Y de las personas, qué?
—Uno de los cientos de accidentes, la marcó para siempre.
—Una de mis hijas iba en un auto, a la altura del kilómetro 20, faltaba poco para llegar de Victoria, muy poquito. El auto mordió la banquina y derrapó; la persona que manejaba, un compañero de trabajo de mi hija, aceleró y cruzó hacia la otra vía. Venía un camión y lo chocó. El cuerpo del conductor salió despedido incluso con la butaca y murió en el acto. A su suegra le pasó lo mismo, falleció a los meses, pero Mariana quedó atrapada, porque era la única que llevaba puesto el cinturón de seguridad. Después de varias horas, los bomberos lograron sacarla y la pasaron a una ambulancia, pero le dio un paro cardiorrespiratorio que la dejó en su estado actual.
—¿Cómo son sus días y los de su hija?
—Mariana necesita la atención de dos personas constantemente, usa pañales, no habla, come a través de un botón gástrico, la asisten kinesiólogos, una psicóloga, requiere de asistencia para bañarla, para acostarla, levantarla... Tenía sólo 21 años el día del accidente. Estudiaba, trabajaba. Hoy tiene 36.
—Usted, además, se ha convertido en una verdadera militante para que las cosas cambien. ¿De dónde saca la fuerza?
—No sé, soy muy creyente, aunque no vaya a ninguna iglesia. Pero soy mamá. Busqué mucho a mis tres hijos. Mariana estuvo 103 días en el viejo Heca y yo, a su lado. Dormía en el piso, y lo volvería a hacer. Ella no me pidió venir al mundo, pero yo tampoco pedí que, tras un paseo, me la devolvieran así.
—¿Por qué cree que se hizo una ruta tan básica?
—Quizás por intereses económicos y también políticos. Porque en ese momento, el presidente Eduardo Duhalde pidió que se inaugurara a como diera lugar. Y un ex intendente de Rosario dijo que se pusieran alambres de púa en los bordes para que los autos no se cayeran. Sin embargo, hoy hay más de 50 familias destrozadas, como la mía, por culpa de los accidentes, a las que nadie ha buscado ni ha preguntado cómo están. A mí nadie me llamó para reconocer a Mariana y, en ella, hacer memoria por estos 15 años. Hoy pienso en las personas que sí estuvieron cerca desde aquel momento, en el que estábamos muy mal, pasando una pésima situación económica: los médicos de terapia intensiva. Aunque no puedo olvidarme de situaciones horribles. Porque hubo cosas que no se hicieron bien. Sin embargo, no permití que la llevaran a otra parte. Hasta que traje a mi hija a mi hogar. Y acá estamos, con mi marido, solos y enfermos. Pero igual seguimos parados por ella, por nuestros otros dos hijos y los nueve nietos.