El agua y la humedad están siendo uno de los principales enemigos del asfalto en las tramas urbanas y en las rutas. "Es inadmisible tener las principales rutas del país con la calzada cubierta de agua, ese debería ser un hecho excepcional y sucede cada año", consideró el responsable del Laboratorio Vial del Instituto de Mecánica Aplicada y Estructuras de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Oscar Giovanon. Para el especialista, es necesario "buscar la forma de adaptarse al cambio climático" y así reducir el impacto sobre la infraestructura vial. Y para el caso de las calles de Rosario, que el agua está literalmente desgranando, indicó que, como en las recetas de cocina, "la mezcla" puede modificarse para hacerlas más resistentes a la lluvia y la humedad.
En los primeros 15 días de abril llovió el doble de lo que habitualmente llueve en todo el mes. Y el impacto de las precipitaciones en la infraestructura vial es parte de la cotidianidad de quienes circulan en la ciudad y la región.
Los pozos ya existentes se agrandan y el asfalto se desgrana, un problema que se agrava con el mal tiempo y la imposibilidad de iniciar obras de recuperación.
Desgranamiento. Para Giovanon, esos efectos pueden atenuarse. "El desgranamiento se produce porque el agua es más afín a la piedra que el asfalto, entonces desplaza al asfalto y la piedra comienza a soltarse. El asfalto es como el azúcar en el turrón, es lo que cohesiona, y ese es el elemento que ataca el agua", detalló el ingeniero civil.
El investigador aseguró que "ante la permanencia de la humedad hay que trabajar en el diseño de mezclas asfálticas diferentes que den una mayor resistencia", e indicó que "no es una rareza el uso, en las mezclas, de aditivos que mejoran la adherencia y hacen que resista mucho mejor las condiciones de humedad".
"Son alternativas conocidas en el mercado que, en el caso de las zonas urbanas, debería ser una especificación tenida en cuenta para la obra pública, tanto en los trabajos de bacheo como de asfaltos a nuevo", agregó.
Nada extraordinario. Garantizar la transitabilidad de las principales rutas es otro de los puntos que destacó el ingeniero, que dejó en claro que "es inadmisible que las principales rutas tengan la calzada cubierta de agua. Ese es un hecho que debería ser extraordinario y verse sólo una vez cada 50 años, pero acá sucede en cada temporada".
Sin ir más lejos, ayer la Agencia Provincial de Seguridad Vial no sólo recomendó "extremar las medidas de precaución al transitar" por la región, sino que además informó la presencia de agua sobre la calzada en el kilómetro 504 de la ruta nacional 11, a la altura de Iriondo; en la autopista Rosario-Santa Fe, a la altura de la ruta nacional 11; y en la ruta provincial 6, en inmediaciones al río Salado.
Además de remarcar "una obviedad: que las alcantarillas, desagües y cunetas deben estar en condiciones en las rutas principales", Giovanon indicó que existen soluciones técnicas, aunque admitió que "la hidráulica también entra en juego" a la hora de tomar decisiones en ese sentido, y eso debe ser tomado en cuenta.
A nivel técnico, explicó que elevar el nivel de la superficie del pavimento o agrandar las alcantarillas para que el agua escurra hacia el otro lado de la calzada son dos de las soluciones posibles, aunque recalcó que "eso conlleva un conflicto de intereses, porque en el primer caso complicás la zona de aguas arriba y en segundo caso los campos de aguas abajo, y debe abordarse con los especialistas en hidráulica. Lo que no puede pasar es tener las principales autopistas tapadas de agua", insistió.
Agua dañina
“El agua es dañina y difícil de combatir”, admitió la secretaria de Obras Públicas, Susana Nader, y aseguró que “a diario se estudian aditivos y mejoras en las mezclas”, y puso como ejemplo las obras sobre San Martín, donde “se colocó un asfalto más elástico y resistente”. El Ejecutivo ya anunció una inversión de 200 millones para la segunda parte del año.