El arzobispo de Rosario, José Luis Mollaghan, dio por terminada la investigación que se realizó la arquidiócesis local al afirmar que “el paso del tiempo determinó que no hubo anomalías y se continúa trabajando con la misma intensidad de siempre”.
En diálogo con el programa “El primero de la mañana” de La Ocho, monseñor Mollaghan señaló que “el avance del informe era el esperado, lo que recibimos en el mes de diciembre cuando se fue la persona que vino a hacer la visita y ver a algunos aspectos que quería conocer y profundizar, y nada más, eso terminó, y se supera con la misma realidad que vemos, trabajando con la misma intensidad de siempre”.
En ese sentido aseguró que “los hechos son los que hacen ver la realidad, lo que se ha dicho es a través de los medios que no reflejaban la realidad, si una persona no estuviera en condiciones
en seis meses o cinco meses ya se tendría que haberse conocido, y eso no ocurrió”.
“El paso del tiempo demostró que no había irregularidades. Lo que vimos y vivimos fue una interpretación del periodismo que se aclaró en su momento, y seguimos trabajando para lo que se aproxima que es la Pascua”, indicó.
Por otro lado el arzobispo se refirió al encuentro con líderes religiosos que se realizó ayer en el que manifestaron su preocupación por la violencia e inseguridad en Rosario.
“La gente está como 'cansada' de esta situación de no poder salir a la calle, queremos que se vuelva a la calle, a conversar, a encontrarse, a vivir situaciones propias de la convivencia”, agregó.
Lejos de justificar el cansancio de la gente por la falta de Justicia, condenó los linchamientos.
“Aún con todos los elementos que tenemos de cansancio y exasperación en la sociedad, nunca se justifica esta violencia, esta forma de buscar represalias que tal vez es instintivo, es algo espontáneo”.
“Pero ya cuando la persona está en el suelo y acuden a patear, cuando otros miran sin hacer nada, eso ya supera la defensa propia o esa reacción instintiva que es lógica cuando alguien viene a hacernos un daño, porque entonces entra otra pasión, otra forma de ver al hermano, donde realmente queremos destruirlo no solamente hacer justicia”, siguió.
“Y nadie es juez de su propia causa, nadie es juez de lo que le ha sucedido, se necesita de la mirada del otro, de la Justicia, que determine cuanta pena merece el otro”, concluyó.