El otoño más cálido en más de medio siglo conspira de la peor forma contra las ventas de temporada. De hecho, todo lo que es indumentaria invernal, sobre todo ropa de abrigo, acolchados y calefactores, ha salido poco y nada. "Mire cómo será, que incluso a nivel nacional en algunos comercios la mercadería de invierno sigue en los depósitos, sin haber sido ni abierta", grafica el vicepresidente de Came y todo un referente comercial a nivel local, Elías Soso. En los negocios textiles dicen que las prendas de abrigo, especialmente las más pesadas, como tapados, camperas y sobretodos, se piden la mitad de lo normal para la época. En las casas de electrodomésticos, las estufas se venden a cuentagotas y el día que refresca. Y en las casas de venta de lana como Nube, cuyo dueño lleva estadísticas rigurosas, dicen que este otoño la demanda de madejas cayó un 30 por ciento. Todos coinciden en que la culpa es del calor que no se va (ver aparte).
Aun así, el informe correspondiente a mayo de la Confederación de la Pequeña y Mediana Empresa (Came) señala que las ventas minoristas repuntaron 1,7 por ciento en la variación interanual (aunque hay que recordar que ese mismo mes del 2014 la actividad había mostrado una caída del 8,3 por ciento), lo que "marca que el consumo mejoró frente al año pasado, pero aún no se mueve con el dinamismo de otros años".
Los rubros de indumentaria y blanco mejoraron respectivamente un 0,9 y un 1,5 por ciento, de hecho mucho menos que otros. Al analizar las causas, la propia Came menciona "las altas temperaturas del mes", que "postergaron la venta de ropa de temporada cuando la mayoría de los negocios ya la tenía expuesta".
Los electrodomésticos zafaron más, pero no precisamente gracias a los calefactores, típica venta de temporada, sino por los descuentos con tarjetas, la posibilidad de pagar en largas cuotas (como el Ahora 12) que ofrecieron algunos comercios y la puesta en marcha de planes de canje.
"La venta de calefactores directamente no arrancó", dispara un grupo de tres vendedores de Musimundo, mientras que otro empleado de Novogar matiza la afirmación: "Lo poco que se ha vendido ha sido cuando ha hecho frío, dos días y de nuevo se para todo".
Alternativas. Por supuesto que el recambio propio de temporada supone abrigo. Por eso la venta de acolchados y frazadas resulta clave. "Estaremos vendiendo un 30 por ciento de lo habitual para la época", señalan desde Arredo. El rebusque para mitigar esa situación son nuevamente las "promociones". Y en lugar de plumones, ofrecer cóvers.
El mismo porcentaje de un 30 por ciento abajo, rigurosamente detectado en la estadística diaria de tickets que corta, registró en su rubro Raúl Latorre, el dueño de Nube Hilados Rosario. ¿Y hay algo más invernal que la lana?
"No, nada más estacional que esto", concluye el comerciante, convencido de que la demora del frío ya impactó "muy mal" sobre las ventas.
"Estamos un 30 abajo respecto del 2014, que no fue precisamente un buen año", afirma, algo más que comprensible porque de hecho la lana es más cara que el material sintético. Y siendo que también abriga más, es lógico que sólo valga la pena pagarla cuando refresca.
Aun así, los sacos pólar y las camperas para nieve y frío tampoco salen mucho más. "La gente que viene a buscar abrigo es la que se va de viaje; el resto sólo pasa a averiguar para cuando baje la temperatura", cuenta Celeste, empleada de Adventure Point.
La indumentaria femenina y masculina tampoco muestran una buena performance. "Ni un saco, ni un sobretodo, ni un par de medias gruesas: no se vende nada de invierno", afirman los empleados de Sassani. Y la encargada de Etam, Stella Maris, afirma que las ventas rondan "la mitad" de los estándares de otras temporadas. "Se frena todo lo de abrigo", explica.
Pero los efectos del cambio climático no se reflejan sólo en el porcentaje de caída de ventas de artículos, sino también en nuevas tendencias, algo apreciable con sólo mirar vidrieras.
En el local de indumentaria femenina Wings, por ejemplo, cuentan que apenas caen las temperaturas, suben las ventas. El resto de los días lo que se ofrece son prendas de medio tiempo "y hasta musculosas". Como en una eterna primavera.
"La gente no compra cosas de abrigo porque no sabe si va a venir el frío", razona Nairana. Y otras veces piensa: "Si tiré hasta ahora con lo que tengo, ¿por uno o dos meses vale la pena gastar?".
El presidente de la Asociación Empresaria, Ricardo Diab, coincide con esas percepciones. "El clima nos hizo cambiar hasta la estética de las vidrieras, que ahora exhiben colores más alegres, materiales más frescos y líneas más livianas", afirma.
Y finalmente, que no hay mal que por bien no venga, si bien es cierto que se venden menos prendas "invernales", también lo es que "con esta temperatura la gente ya no se oculta atrás de un tapado o de un sobretodo". Por ende, lo que se vende es otro tipo de ropa.