Desde hace un año, de lunes a viernes, a las 19 en invierno y a las 20 en verano, cinco mujeres y un hombre rezan el rosario en la esquina de Salta y Oroño.
Desde hace un año, de lunes a viernes, a las 19 en invierno y a las 20 en verano, cinco mujeres y un hombre rezan el rosario en la esquina de Salta y Oroño.
Con la misma convicción que los impulsó la tarde de la tragedia siguen pidiendo a Dios por las víctimas y familiares, y ahora también lo hacen por las intenciones que les van encomendando. Como un rayo de fe que no cesa, no faltaron un día a la cita.
El 6 de agosto de 2013, mientras los escombros iban creciendo a contrapelo de las vidas que habían quedado atrapadas y que al caer la noche ya se intuían ausentes, un grupo se hizo presente hasta donde pudo llegar, Urquiza y Oroño. Llevaban sus rosarios y una imagen de la Virgen, además de la certeza de que la fe tiene el poder del grano de mostaza, silenciosa y pequeña, pero eficaz.
Imperceptibles, tal como llegan a la esquina, cada día un miembro del grupo después de rezar se lleva la imagen de la Virgen a su casa para regresarla a la cita que nunca interrumpieron. Ahora, además del motivo por el que se unieron, ponen en oración las intenciones que les acercan quienes lo necesiten.
El 6 de agosto de 2013 rezaron por primera vez, entre sirenas, luces de emergencias, muchas lágrimas y más dolor. Pero sobre todo, por encima del sinsentido de la tragedia. Los primeros días aún tenían un fundamento de peso, el lugar seguía arrasado y sobraban los motivos para la oración.
Con el paso de las semanas, cuando el entorno iba suavizando las huellas del siniestro, pudieron llegar hasta la esquina de Oroño y Salta.
De allí no se movieron más, cada tarde llegan con una imagen de la Virgen, la sostienen en brazos y rezan el rosario contra viento y marea, porque después de la tragedia "muchos familiares de las víctimas, que eran muy creyentes, dejaron de creer, pero respetan al grupo de oración", relató Lorena Herrera, hermana de Victoria, quien integra el grupo de fe y a su vez, ambas, el de colaboradores.
Solidaridad en estado puro. Otro grupo que se formó es el de los colaboradores. No son familiares directos de las víctimas, ni siquiera amigos, pero se acercaron al dolor ajeno atraídos como un campo magnético. Están para contener, escuchar y apoyar, como Mabel Dragotta y Julieta Serrano, que son psicólogas e integran la Escuela de Psicología Social de Rosario.
"Hoy no es día de palabras, hoy es el sentir, el afecto, el abrazo, la presencia", explicaron y dijeron que estaban junto a los familiares desde la vigilia de la noche anterior. "Este no es un grupo de amistad, aunque haya surgido en algunos casos, nos une la tarea, la acción, en este caso el pedido de justicia, no nos conocíamos y hoy somos un nosotros", aseguraron.
Fotografías
Cuando la explosión conmovió a Rosario, el bombero zapador Gustavo Ruarte se sumó al rescate. Y junto a su pasión por ayudar al que sufre, es paramédico y enfermero, trajo su cámara. Registró momentos a los que no accedió nadie y tiene más de seis mil imágenes que utilizará en la capacitación de rescatistas en estructuras colapsadas.