"Este domingo te esperamos para bailar". Con ese simple mensaje, la fundación Segunda Etapa -que trabaja desde 1993 en la integración de los jóvenes con discapacidad- invita a una actividad que, aseguran, es inédita en el país. "En esa época vimos que no había un lugar para que puedan recrearse, que pudieran hacer lo que hacían sus hermanos, sus primos o sus amigos. Fue entonces que nos cruzamos con un grupo de jóvenes que en ese momento manejaban el boliche Varela. Así empezó todo y domingo por medio los jóvenes con discapacidad tienen la oportunidad de ir al boliche, algo que en otros lugares del país no pasa, porque sólo existen los como si, es decir espacios donde se simula que es un boliche, pero no lo es", cuenta orgullosa Alicia Coppo, perteneciente a Segunda Etapa.
Junto a Coppo se encuentra Sergio "Willy" Spagnolo, un histórico de la noche rosarina, quien acompañó la iniciativa desde sus inicios y hoy sigue ofreciendo su boliche Nómade, al que asisten unos 150 chicos y chicas de diversas edades, procedentes de Rosario y otras localidades de la región. "La experiencia es invalorable", resalta.
Las fiestas en Nómade es solo una de las actividades que se organizan en Segunda Etapa, una entidad en la que participan profesionales de diversas profesiones, entre ellos psicólogos, fonoaudiólogos, docentes y terapeutas corporales, entre otros. Una de las más destacadas es el spa Las Guapas, un centro estético que funciona en 27 de Febrero al 1.400, donde se practican masajes descontracturantes, limpieza de cutis y otro tipo de tratamientos.
"Tenemos también un equipo de fútbol, un grupo de chicos elabora alcohol en gel, otro que se dedican a mecánica dental que realizan las dentaduras de yeso para los estudiantes de odontología y también uno que se dedica al diseño gráfico", enumera Coppo, que desarrolla en Rosario el método Tomatis, una técnica de rehabilitación proveniente de las neurociencias.
Tres décadas no son nada
Para una de las fundadoras de Segunda Etapa, la discapacidad sigue observándose como algo lejano, "cuando en realidad es todo lo contrario". En su opinión "lo más seguro es que todos moriremos, y que antes de ello vamos a perder funciones del conocimiento".
Asistir a un boliche -y no a un espacio que simula serlo- permite a los jóvenes socializar en los mismos ámbitos que lo hacen sus hermanos, primos o amigos. Aunque sin alcohol ni previa, lo que sucede es exactamente igual a lo que pasa en las noches "tradicionales" del boliche.
"Vos ves en ellos situaciones iguales a las que atravesó uno toda su vida", dice Spagnolo, quien asegura que la premisa es generar "un contexto de cuidado para que el chico la pase bien y se divierta".
A modo de balance, Coppo dice que en estos 30 años logrando quitar muchos prejuicios acerca del comportamiento de los jóvenes. "Cuando arrancamos, muchos nos decían que los chicos se iban a exacerbar. Psiquiatras y sexólogos nos decían eso. Pero eso es un mito, no existe, para nada", asegura.
"La verdad que los chicos desarrollan en el boliche las mismas actitudes que se ven en otros lados, solo que al no tener la mirada de los otros, son más desprejuiciados y se la pasan bailando. Se han formado muchísimas parejas en este tiempo", comenta.
Cómo sumarse
Las jornadas de boliche organizadas por la fundación Segunda Etapa funcionan los domingos de por medio, de 18 a 20, en Nómade (Alvear y Salta). El ingreso no tiene un costo, pero se invita a los participantes a colaborar con el pago de una entrada que va íntegramente a la fundación.
Para mayor información sobre estas y otras actividades, puede visitarse la cuenta de Facebook o Instagram de la entidad.