La Residencia Estudiantil Oroño está a pocos metros de las facultades de Ciencias Económicas y de Derecho de la UNR, cerca de la peatonal y del parque Independencia. Históricamente sus 25 plazas se agotaban en noviembre o diciembre. A mediados de enero de este año, aún están vacías la mitad de las habitaciones.
"Sólo recibimos muchas consultas, la gente pregunta, pelea los precios, pero no más que eso", se sincera Carolina Gianzzon al frente del alojamiento de Oroño 1111, de otra residencia en San Juan al 2100 y de varios departamentos de alquiler para estudiantes.
No es la única empresaria del rubro que esté alerta por la abrupta caída del nivel de reservas. Dolores Orallo está a cargo del Residencial Lourdes, una pensión para estudiantes mujeres con dos casas: una en Santiago 1180, con capacidad para 15 personas, y otra en Zeballos 757, con 30 camas.
Para esta época del año, dice Orallo, habitualmente los cupos están cubiertos. "Pero actualmente estamos a la mitad. Se ve que a las familias les está costando mucho más mantener a sus hijos estudiando en Rosario", reflexiona.
Las residencias estudiantiles son, generalmente, el primer lugar que habitan los jóvenes de las localidades cercanas que llegan a la ciudad para cursar estudios superiores. La posibilidad de compartir la experiencia con otros estudiantes y de acceder a un hogar equipado, con seguridad, wi fi y cobertura médica, y sin las garantías que exige un alquiler, vuelve esta opción más atractiva para las familias.
O al menos, así sucedía hasta el año pasado. "Ahora pasa al revés, las familias de los chicos están buscando departamentos chiquitos que comparten entre tres o cuatro y como se flexibilizaron las exigencias de garantías, o se aceptan sólo recibos de sueldo, los chicos se acomodan así", señala Gianzzon, quien lleva diez años en el negocio del alojamiento estudiantil.
"De lejos, este pinta como el peor de todos", se lamenta y confía en que quizás "lo que suceda es que la decisión de alquilar se atrase más. "Por ahí los papás que antes alquilaban en noviembre o diciembre ahora esperen a último momento y estiren el gasto hasta marzo o abril, cuando arranca la actividad académica", señala.
Menos estudiantes
De los 16 mil alumnos de la Universidad Nacional de Rosario, sólo la mitad son rosarinos. El resto llega de distintas localidades de la provincia y de Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires. Mauricio Velozo es el presidente de la Federación Universitaria de Rosario (FUR) y advierte que, "con los aumentos de alquileres y los tarifazos en los servicios públicos, cada vez se hace más difícil poder estudiar y mantenerse en la ciudad de Rosario. Y eso se nota porque hay jóvenes que no se inscriben o dejan las carreras".
Según señala, durante el segundo semestre del año pasado "ya se notó que muchos estudiantes avanzados de distintas carreras se volvían a sus pueblos para rendir las últimas materias como alumnos libre, porque ya no podían pagar el alquiler ni viajar todos los días".
El año pasado, los estudiantes nucleados en la FUR presentaron una propuesta para que el presupuesto universitario se discuta en cada una de las facultades, con el objetivo de que cada unidad académica pueda decidir sus prioridades de gasto. "La idea era que cada facultad pudiera disponer sus políticas de becas estudiantiles y, sobre todo, que se agilizaran las obras de comedores para las facultades que aún no pueden ofrecer ese servicio, como las del área salud o las del centro de la ciudad", explicó.
Los números
Autoridades de algunas facultades consultadas por LaCapital consideraron prematuro hablar de un descenso de estudiantes, sobre todo porque aún no terminó el período de inscripción a cada una de las carreras. Esa información termina de procesarse a mediados de año, cuando la UNR publica su boletín estadístico.
Para Dorian Fernández, referente de la Unión Rosarina de Inquilinos, "con aumentos de más del 40 por ciento en un año, claramente el alojamiento es un problema serio que se presenta para los estudiantes del interior".
Por las consultas que llegan a la ONG sobre la posibilidad de rescindir anticipadamente contratos de alquiler, señala, "muchos alumnos que ya están cursando optan por seguir estudios a distancia, o hacer las carreras en forma libre".
Frente a la delicada economía de las familias, sostiene, "las inmobiliarias quieren cubrirse y exigen más recibos de sueldo y por montos mayores. O ponen en el contratos cláusulas que permiten a los propietarios exigir aumentos en cualquier momento".
Fernández señaló que "para una familia de clase media, el gasto de alquiler, mantener la propiedad, pagar los servicios o los impuestos, puede llegar a demandar entre un 70 o un 80 por ciento de un sueldo. Un presupuesto imposible de alcanzar para un estudiante", señaló.