Después de una lluvia es una buena ocasión para recorrer las calles rosarinas.
Sólo hay que seguir las huellas del último chaparrón para tener una radiografía actualizada del
lamentable estado de las arterias. Hay parches que se desgranan, pozos y grandes grietas. Los
vecinos realizan cientos de reclamos mientras conductores de motos y bicicletas hacen peripecias
para circular.
"En esta ciudad es muy común que se hunda la calle y aparezcan los pozos de un
día para el otro, y no esquivarlos significa caerse y lastimarse mucho", dijeron a dúo Cristian
Arias y Rocío Martínez, que utilizan moto y bicicleta respectivamente para llegar al bar donde
trabajan como mozos en la avenida Belgrano.
"En los días de lluvia tenés otro problema, vos suponés que el agua cubre un
charquito y a veces son pozos profundos", advirtieron.
Sobre la misma calle y después de dejar un pedido de panadería, Marcelo Ferrato
coincide con la apreciación. "Hay pozos por toda la ciudad, en el centro hay muchos y grandes",
describió.
El repartidor está en lo cierto, avenida Belgrano es sólo un botón de muestra.
Las intersecciones con Santa Fe, Rioja y San Juan dejan mucho que desear, al igual que el trayecto
hasta el acceso sur. En ese recorrido sobresalen las irregularidades de los parches que se hicieron
con asfalto sobre el empedrado, además hay ligeros hundimientos que dan la sensación de circular a
los saltos.
"Acá cuando llueve se inunda hasta la mitad de la calle, desde el Sunderland
hasta el camping, y hay pozos que tienen años", explicó Miriam en el clásico restaurante de
Belgrano 2012. Pero no es el único reclamo que tienen para hacer. En el lugar tampoco limpian las
alcantarillas, los yuyos se cortan "de vez en cuando" y hasta la fumigación llega raleada. "Parece
que esta avenida existe desde el Monumento a la Bandera hacia el norte", comentó la mujer.
Viejos conocidos. El recorrido no sería completo sin una visita a bulevar Seguí.
Aunque sea para corroborar los pozos históricos. Los vecinos de esta arteria tienen anécdotas que
van desde sustos hasta accidentes ocasionados por los hundimientos que se suceden desde Ayacucho
hasta bulevar Oroño, por ambas manos y con tramos ya intransitables.
"¿Baches? Esto está destruido", dijeron casi a coro un grupo de vecinas a la
salida de un comercio sobre Seguí al 600. Mientras echaron una vez más una mirada resignada sobre
los montículos, pozos y grietas de la calle que las esperan cada mañana.
Consecuencias
Una abuela cruza la calle con un bolso y el brazo derecho en cabestrillo. Va
tanteando el lugar con paso inseguro y el equilibrio comprometido. "Me caí en la esquina de
Corrientes y avenida del Rosario, están todas las veredas rotas y las calles también", relató
Josefa, quien no quiso ser fotografiada.