Desde que comenzó la cuarentena obligatoria y se endurecieron los controles callejeros, el Mercado de Productores se está quedando sin changarines.
Desde que comenzó la cuarentena obligatoria y se endurecieron los controles callejeros, el Mercado de Productores se está quedando sin changarines.
La forma de comprar requiere de ese tipo de mano de obra, porque es más pequeño que el de Fisherton, que tiene cuatro naves en lugar de dos y los autos o camionetas pueden ingresar hasta los puestos de venta. En el de 27 de Febrero y San Nicolás, los vehículos se estacionan en la playa y la carga y descarga de fruta y verdura se hace a mano, para lo que se contrata a un changarín que las lleva en carreta.
Comerciantes que concurren al mercado advierten que la responsabilidad es de la institución, que no les hace un permiso para que puedan salir de sus casas, ubicadas en barrios humildes o periféricos, por lo que las fuerzas de seguridad los detienen siempre por el camino.
Al no poder justificar con ningún papel su presencia en la calle, los mandan de nuevo a su casa.
Así, mucha gente que vive al día está perdiendo su trabajo. "Ayer faltó el 30 por ciento", refirió un cliente del mercado que lo camina hace décadas, y afirma que en el lugar trabajan entre 1.500 y 2.000 changarines.
"No te dejan ir a trabajar, te para la cana y cuando le decís que laburás en el mercado, no te creen, porque no nos dan ningún permiso. Ya me pararon dos veces y zafé de que me abrieran una causa. No tengo un peso y no me puedo mover. Tengo mucha bronca", contó Pedro, un changarín que vive en zona sudoeste, cerca de Villa Banana, y entra a trabajar al mercado a las 4 de la mañana.
Un drama cotidiano que debería ser abordado por las autoridades.