Que nadie en medio de las elecciones haga el chiste fácil sobre los gorilas. La de esta nota será una historia real sobre viajes, fotografía y ambientalismo, entendido como la preservación y el respeto por la fauna y flora del planeta. Se trata sobre safaris fotográficos organizados por un profesional de la National Geographic que se hace llamar popularmente Chino Albertoni. Organiza desde 2015 aventuras por los Esteros del Iberá, la Península de Valdés o la puna catamarqueña, pero también destinos internacionales y exóticos por la India, las auroras boreales, las islas Galápagos o las selvas africanas. Á este último rincón del planeta se sumaron dos rosarinas, Laura Pera, 54 años, bioquímica, y Mónica Dubois, 65 años, médica clínica jubilada.
Ambas fotógrafas, más aficionadas que profesionales por ahora, le cuentan a La Capital cómo terminaron en Uganda, haciendo foco a pocos metros de inmensos gorilas como los que le costaron años de trabajo y la vida a la zoóloga estadounidense Dian Fossey, caracterizada por la actriz Sigourney Weaver, el la película "Gorilas en la Niebla".
No es fácil decidir viajar por la zona donde hay gorilas en Africa: Uganda, Ruanda y Congo. No solo por la distancia y los costos, sino que Congo, uno de los dos países junto a Uganda con más población de estos animales, es un territorio castigado por diversas tragedias. Recientes inundaciones han dejado a miles de víctimas en el camino y muchas más perecieron por enfrentamientos armados entre grupos rebeldes y fuerzas gubernamentales, más la violencia contra mujeres y niñas, que han forzado a más de 2,8 millones de personas a abandonar sus hogares desde marzo de este año, según la agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur).
Por eso estos safaris se circunscribieron al Parque Nacional Bwindi que aloja a unos 500 gorilas, situado en el suroeste de Uganda y en las laderas boscosas ugandesas del volcán Virunga (ubicada en frontera tripartita). Lugares que conviene visitar fuera de la temporada de lluvias: junio, julio, agosto y septiembre (temporadas altas).
La dinámica en el parque nacional africano implica pagar un ingreso que se saca con muchos meses de anticipación, y así se está habilitado para conformar un grupo de visitantes de no más de 8 personas, para seguir a una familia de gorilas asignada. Si el grupo se encuentra con una familia que no fue la asignada, debe seguir de largo. Se trata de una caminata de dificultad media por montaña y selva, que puede llevar una hora o muchas más, depende dónde está la familia. Se cuenta con una hora para la observación y las tomas, a distancia prudencial de los animales, y hay que regresar.
"Son viajes caros, pero lo valen. Son muy distintos a los de un tour turístico habitual con 50 personas y tiempos acotados. Se puede viajar con cualquier cámara y hasta con buenos celulares, a no todos les interesa mucho la fotografía, pero en caso contrario son viajes interesantísimos. Vamos con grupos de no más de 8 personas, que pueden estar apostados desde el amanecer y por varias horas esperando mejor luz para una imagen o aguardando el crepúsculo", señaló Albertoni, quien aclaró además que el perfil de quienes viajan es en general de personas entre 35 años en adelante y más mujeres que varones.
"La experiencia con los gorilas es única y estos safaris son una contribución al mantenimiento de los parques nacionales y la conservación de la especie. Cada visitante paga 900 dólares por una hora para ver a los gorilas. Viajar a Uganda cuesta más que a Tanzania o a Kenia, donde hay menos servicios o a Sudáfrica donde estás todos los animales salvajes, pero Uganda es más Africa", aseguró y añadió: "De todos modos sabemos que a los argentinos salir al exterior es caro, para el europeo medio no es tan caro porque el aéreo sale menos", detalló el creador de estos safaris y ex fotógrafo en distintos medios de comunicación y revistas hasta que decidió en 2015 dedicarse en exclusiva a estos safaris por el país y el exterior. Llegó este año a cumplir con cien de estos viajes en 28 años. Las imágenes se pueden ver en su web o Instagram (@chinoalbertoni).
Rosarinas en Uganda
Tanto Dubois, quien vive en barrio Belgrano, como Pera, rosarina con residencia en Funes, habían tomado diversos cursos de fotografía y se sumaron a los safaris que organiza Albertoni y en el de India decidieron que su próximo destino sería Africa.
"La observación de los gorilas fue fascinante, había visto la película, donde se cuenta cómo estos animales antes eran cazados y ahora son protegidos. Estuve en un grupo al que le asignaron una familia de 14 miembros: uno de lomo plateado, macho alfa; tres crías bebés, un par de jóvenes, una hembra embarazada y una amamantando a su bebe", describió Pera. "Hubo que seguirlos con cautela, no mirarlos a los ojos ni acercarse demasiado por eso las tomas no son fáciles, a veces la manada camina adelante y da la espalda, cuando se logra tomarles la cara es un premio".
Pero de este viaje, la rosarina destacó que no solo se trajo imágenes de estos inmensos monos.
"También vimos en su hábitat a chimpancés en los Bosques de Kibale, que son más calmos y más fácil de fotografiar; leones, jirafas, leopardos, hipopótamos bueyes, jabalíes salvajes y aves de todo tipo, además de gente del lugar si bien no volví con un registro social de cómo viven las personas en Uganda: apenas vimos algunas familias en sus chozas y a niños yendo a la escuela, que siempre nos saludaron. Lo que sí puedo decir es que se ve a una sociedad que recicla mucho los objetos y respeta más a su fauna y una vuelve con otra cabeza".
El caso de Dubois, podría decirse que es privilegiado, el sueño de toda persona cuando llega a su jubilación: viajar o dedicarse a los que le gusta con pasión.
"Saco fotos desde hace nueve años, pero hace dos años me jubilé como médica, ya soy abuela de dos nietos, y decidí viajar y hacer uso de mi réflex Nikon D5500 con la que me siento muy cómoda porque es muy liviana y saca fotos de calidad", dijo Dubois, quien reconoce que aprendió el ABC de la fotografía con su esposo y "Koly", profesor de la Peña Fotográfica.
"Con esos escasos conocimientos viajé a las Cataratas y luego continué un curso de Fotografía Digital en Arte en foco con Marcelo Yuvone y durante tres años concurrí al cine Lumiere a otro taller de fotografía, con Raúl Chancalay y David Valenzuela con la posibilidad de salidas, que incluía salidas fotográficas.
Por último, volvió a la Peña para un curso de Photoshop y Composición con Ary Carbó, también profesora de Pera, su compañera de viaje.
"Solo con esa valija de conocimientos empecé con los safaris, primero por Argentina, fui al salar de Uyuni, luego India y así llegué a Uganda", dijo Dubois antes de añadir que para ella, "visitar a los gorilas de la montaña en la densa espesura del bosque impenetrable de Bwindi fue una aventura indescriptible: única, mágica y, muy conmovedora".
Caminó por ese territorio con cinco personas más y un "porter" (guía) que los ayudó a seguir a la familia de gorilas asignada. "Al primero que vimos, a unos cinco metros, fue al macho: imponente, lo seguimos en su andar tras las ramas, luego se presentó la hembra con un embarazo avanzado y amamantando a un gorilita bebé y también a pequeños gorilas que trepaban ramas y hacían monerías. Fue magnifico observarlos y ellos ajenos a nuestras miradas".
