El Colegio de Veterinarios de Rosario desaconsejó dar tranquilizantes a los animales de compañía para que toleren de mejor manera los estruendos de la pirotecnia durante este fin de año, y emitió una serie de recomendaciones para ayudar a las mascotas a pasar la noche con el menor padecimiento posible. La comunicación llega tras detectarse prácticas que pueden ser riesgosas para los perros, como darles medicación de humanos, administrar mal las dosis o proveerles drogas o dosificaciones que no corresponden al tamaño o raza.
Desde la Subcomisión de Animales de Compañía de la entidad aclararon que no a todos los perros se les puede dar un tranquilizante, y por eso recomiendan siempre consultar primero con el veterinario de confianza. Los métodos para tranqulizar son muchos, por lo que el asesoramiento es fundamental: no es lo mismo medicar a un can anciano, que a lo mejor tiene problemas cardíacos o de presión arterial, que a uno que puede ser epiléptico. La administración irresponsable puede traer problemas, y no todas las drogas funcionan igual en diferentes casos.
Por ejemplo, hay ciertos tipos de ansiolíticos que pueden llegar a darse a algunos animales, pero están contraindicados en otros. “Todo depende del tipo de perro, de la raza, porque a veces hay predisposiciones a diferentes patologías. El médico debe indicar qué tranquilizante se la da y cómo. Esto no es generalizado, cada paciente requiere una medicación particular”, apunta Natalia Yaafar, médica veterinaria que integra la subcomisión. En general, las mascotas que tienen miedo a la pirotecnia también se asustan con las tormentas, por lo que el dueño ya puede saber de antemano que las afectarán. “No es conveniente que vayan el 31 de diciembre para usar los calmantes a la noche, hay que probarlos antes de las fiestas para ver la tolerancia del animal y la dosificación por kilo, por edad y por raza”, explicó.
Algunas drogas hacen que el animal no pierda la conciencia, y que a lo mejor esté más quieto pero siga perturbado por el ruido, y eso es un problema. Según la necesidad, se pueden combinar varias drogas para no dar dosis tan altas, y no solamente aquietarlo, sino que tenga un sueño más profundo. Sin embargo, lo más importante según Yaafar es el manejo ambiental del paciente: “Le explicamos a la persona cómo le puede poner algodones en los oídos, encerrarlos en habitaciones donde no haya ventanas o vidrios porque se pueden caer o cortar, con música y luz. Porque los animales, se desesperan y rompen ventanas, muebles, puertas, se escapan o se tiran de balcones”, detalló. Los perros son mucho más afectados que los gatos. La mayoría de los felinos no se afectan tanto, y se pueden ocultar de mejor manera. Los canes se lastiman y pueden dañar a otros.
La profesional recomendó solo comprar las gotas en veterinarias, y no en cualquier comercio o de modo online, para asegurarse de que no estén adulteradas. En segundo término, hay que controlar la fecha de vencimiento del fármaco.
“La gente accede a la pirotecnia de forma ilegal, y por la misma vía lo hace con las gotas. Hay periódicos de barrio en los que publicitan y te las mandan por delivery a tu casa”, denunció.
Entre los errores comunes de los clientes, a veces alguien averigua una droga para un animal, y luego le da lo mismo a cinco restantes. En otros casos, le da a los perros pastillas prescriptas para humanos. “Esto no se puede hacer, y mucho menos traspolar las dosis”, advirtió. Entre las drogas más comunes, están el arplazolam, pregabalina, clonazepam y mepromazinas, drogas que tienen alto riesgo y hasta pueden ser mortales para los animales. Hay algunas más tóxicas que otras, o que hacen efecto rebote, y en lugar de tranquilizarlos los pueden excitar.
“A mí me gusta trabajar con un manejo multimodal; puedo dar una medicación los días previos para ir tranquilizando el animal, ya que en los barrios se usan petardos dos días antes”, explica Yaafar, que tiene una clínica en 27 de Febrero y Lavalle, en barrio Bella Vista. “En el centro la situación está bastante controlada, pero en los barrios la pirotecnia cero no se está cumpliendo”, apuntó la médica, que dijo haber visto varios puestos de venta ilegal en la ciudad.
La situación de anomia crece a medida que la vista se va a alejando de los bulevares. “En la periferia no piensan en la angustia de los chicos autistas ni en los perros. Es una conciencia colectiva que a veces no se tiene en los barrios”, lamentó. Una consecuencia directa es que tras las fiestas, en esas zonas siempre queda gran cantidad de perros perdidos que vagan por las calles tras huír de sus hogares asustados por la pirotecnia. También sucede que las veterinarias reciben más animales accidentados, que fueron embestidos por algún vehículo mientras corrían sin rumbo, aturdidos por algún estruendo.