Las estaciones de servicio tienen cámaras de seguridad, las sucursales de los bancos y los supermercados también y cada vez son más los consorcios de edificios de propiedad horizontal que las están incorporando. La proliferación de estos dispositivos, con capacidad para captar y almacenar imágenes ya supera con creces los alcances del sistema de videovigilancia del municipio y la provincia. Sin embargo, no hay oficina pública que pueda dar cuenta de la cantidad de espacios custodiados ni de los centros de monitoreo privados que existen en la ciudad. En breve, el Ministerio de Seguridad santafesino pondrá en marcha el registro encargado de controlar la instalación de estos sistemas y, sobre todo, el destino de esas imágenes.
Como en otras ciudades del país, la instalación de cámaras de vigilancia en espacios públicos o privados de uso público creció en forma paralela a la necesidad social de incrementar la sensación de seguridad. Y si bien los sistemas de videovigilancia ya son parte de la vida diaria de fábricas, comercios y edificios de oficinas, en los últimos tiempos su uso se extendió también a la esfera doméstica.
Entre los administradores de edificios son frecuentes las consultas de los consorcios para dotar a los ingresos, cocheras y terrazas de sistemas de cámaras. "Las recibimos cada vez que hay algún robo en uno de los departamentos, en la cuadra o alguna entradera que toma estado público", señala Silvio Monje, de administración Saporito.
Generalmente, los pedidos de presupuestos para colocar cámaras llegan después de sumar otros elementos de protección, como rejas, puertas blindadas, sistemas de alarmas, llaves inteligentes o cerraduras electromagnéticas. Y no provienen ya exclusivamente de edificios de alta gama sino de complejos de departamentos habitados por familias de clase media.
"La preocupación por la seguridad ha generado todo un gran mercado", advierte Monje y señala que los gastos en ese rubro cobran cada vez más protagonismo en el costo de las expensas.
Mil ojos. Las cajas donde se instalan los domos que custodian puertas de entradas o cocheras de edificios empezaron a formar parte del paisaje urbano, tanto en la zona de Puerto Norte como en barrios populares.
Para Daniel Caride, tesorero de la Cámara Santafesina de Seguridad Privada, la clave para explicar la multiplicación de cámaras está en el abaratamiento y la cercanía de las tecnologías relacionadas a la seguridad y la vigilancia. "Los equipos ya se venden en las casas de electrodomésticos. Mucha gente los compra allí y los hace instalar por electricistas. Cada uno trata de protegerse como puede", sostiene.
Si bien la entidad nuclea a empresas que en su mayoría prestan servicios de seguridad en espacios cerrados, Caride asegura que está creciendo la instalación de sistemas de videovigilancia, tanto en locales comerciales como en propiedades horizontales. "Hay muchas firmas que lo ofrecen como un plus, es decir, proponen custodios y cámaras o sistemas de alarma y cámaras. Y en los últimos años surgieron varias que se dedican exclusivamente a la instalación y monitoreo", dice.
Los puntos a controlar, afirma, son los demandados por los clientes y van desde la vereda de un edificio hasta los alrededores de una fábrica.
Gran incógnita. ¿Cuántas cámaras hay? Imposible saberlo, pero "seguramente" superan con creces a los 500 ojos que, instalados por la provincia o el municipio, tienen a su cargo el control del tránsito y los espacios públicos.
Si sirve como dato para establecer comparaciones, apenas una empresa que brinda servicio de monitoreo de alarmas suma 3 mil abonados que cuentan con cámaras de seguridad.
La mayoría están instaladas sobre los portones de ingreso a industrias y comercios.
"Los primeros circuitos cerrados de TV aparecieron como una alternativa para custodiar espacios públicos hace poco más de 10 años. En estos momentos, la amigabilidad de los costos y la disponibilidad de nuevas tecnologías los hace cada vez más accesibles", destaca Carlos Prestipino, gerente de Centinet y delegado de la Cámara de Empresas de Monitoreo de Alarmas de la República Argentina (Cemara).
Según su experiencia, los dispositivos de videovigilancia más demandados por los consorcios son los que garantizan el control y monitoreo de los espacios comunes, veredas, hall de entrada, palieres, cocheras y terrazas de casas y edificios.
Las opciones de monitoreo de imágenes también son variadas: desde sistemas de circuito cerrado hasta la posibilidad de que, a través de internet, los mismos propietarios las reciban en su PC o su teléfono inteligente.
En base a ese menú de opciones, y obviamente a las características del edificio, se diseña cada uno de los sistemas por los cuales los consorcios desembolsan de 10 mil pesos "para arriba, según los tipos de cámaras y la forma de monitoreo".
Mientras tanto, las estaciones de servicio, las sucursales de bancos, los supermercados y los edificios de departamentos asoman sus cámaras a la vereda. Y no queda más que sonreir, porque seguro estarán filmando.