Después de que el miércoles pasado las autoridades sanitarias brasileñas declararan a la ciudad de San Pablo como "área de riesgo" y la Organización Mundial de la Salud (OMS) de inmediato "actualizara" la recomendación de vacunarse, miles de turistas argentinos que ya habían planeado sus vacaciones en el país vecino, pero no se habían inmunizado, salieron desesperadamente en busca de una dosis.
Registros
En rigor, la OMS ya venía recomendando vacunarse si se viajaba al centro-oeste y norte de Brasil, Minas Gerais, Río de Janeiro, Espírito Santo y Maranhao, además de partes de los estados de la Región Sur, Bahía y Piauí. En esos lugares la actividad viral fue importante desde diciembre de 2016, con 777 casos y 261 muertos. San Pablo registró nuevos cuadros este año, varios de ellos fatales.
Países
Aun así, Brasil no es el único país de Latinoamérica donde circula la fiebre amarilla. De hecho, sólo están libres del virus Chile y Uruguay, recordó ayer el médico Laureano Bongarzoni, del departamento local de la Unidad de Frontera. Lo que no significa que si se viaja haya que vacunarse en todos los casos. Lo mejor es consultar a un infectólogo.
Por ahora, dijo el profesional, para quienes van este verano a Brasil la vacuna está indicada si los destinos son los estados de "San Pablo, Río de Janeiro o Bahía". Y lógicamente, también deben inmunizarse quienes parten rumbo a países que la exigen como requisito inexorable para entrar, como buena parte del sudeste asiático.
Pero muchos viajeros entraron en pánico. Algunos con razón, porque están por partir hacia alguno de los destinos de riesgo, pero no se han vacunado. Otros, por ejemplo quienes marchan a playas del sur brasileño, "por las dudas".
De allí que Bongarzoni aclaró que esos viajeros —a Florianópolis, Camboriú u otros balnearios de Santa Catarina o Río Grande do Sul— "no deben vacunarse". También pidió que concurran ahora sólo quienes tienen previsto partir dentro del próximo mes.
Lo cierto es que en todo el país los vacunatorios se saturaron: del miércoles a ayer, sólo en Sanidad de Frontera de Rosario ya se habían aplicado tres mil dosis.
De hecho, en ese lugar la gente se apostó desde la noche anterior y, a las 8.30, la cola superaba los 200 metros, doblando por Sargento Cabral. A las 11, en tanto, continuaba de más de cien metros.
Ocurre que los otros puntos de vacunación de la ciudad ayer no trabajaron o carecían de dosis. Por ejemplo: de los privados (donde la vacuna ronda los 700 pesos) ni Arlpi (Asociación de Rosario para la Lucha contra la Parálisis Infantil), ni Luz y Fuerza, ni el Sanatorio de Niños contaban con la droga.
El gerente del Sanatorio de Niños, Javier Escalante, confirmó que tienen un faltante desde hace diez días, mientras que en Arlpi y Luz y Fuerza se quedaron sin la semana pasada y ninguno tenía fecha para una nueva entrega.
"Los laboratorios deben haber entregado todo al Estado", arriesgaron desde uno de los vacunatorios. En otro especularon con que la mayoría de las dosis "se puedan haber quedado en Buenos Aires".
De todos modos, el responsable de Epidemiología del sur provincial, Julio Befani, aseguró que "habrá vacunas para todos los que la necesiten", mientras que el secretario de Salud municipal, Leonardo Caruana, adelantó que intentarían "ampliar la logística" para ofrecer nuevos puntos de vacunación.
Sin embargo, más tarde la ministra de Salud, Andrea Uboldi, aseguró a LaCapital que "la vacunación contra la fiebre amarilla está sujeta a reglamento sanitario internacional y habitualmente se vacuna en Sanidad de Frontera".
La funcionaria aclaró que "desde hace años" Salud viene "colaborando con distintos puntos de vacunación" en Rosario y el resto de la provincia, pero no tiene previsto "incrementar" esos lugares.
Por eso toda la demanda ayer se concentró en el local de avenida Belgrano. Gente con reposeras, catres, heladeritas, termos, mates. Muerta de calor y ansiedad. Muchos con bronca por las demoras y la incertidumbre sobre si las vacunas alcanzarían para ellos o finalmente deberían partir, tras horas de espera, para volver la noche o la madrugada siguiente.
Las informaciones no eran claras. Desde el interior del vacunatorio salió personal afirmando primero que a los 150 números iniciales se le habían sumado otros 50 y hasta allí llegarían con las dosis. Luego otra profesional aclaró que no faltarían vacunas.
En la cola los futuros viajeros empezaron a ponerse nerviosos, chiflaron y aplaudieron. "Mienten, lo que pasa es que no quieren laburar más de dos horas", bramaron varios.
Bongarzoni llevó claridad. "Nuestra temporada alta de vacunación va de diciembre a marzo, cuando pasamos de 1.200 a 3 mil dosis mensuales", contó.
"Pero en estos últimos días se triplicó la gente y no sabemos cuándo vamos a recibir un nuevo stock", admitió. "No es que falten vacunas, sino que las vamos administrando, incluso para poder hacer los certificados", agregó. Y calculó que unas 250 personas podrán vacunarse al día en ese lugar.
La enfermedad
La fiebre amarilla es una enfermedad viral que transmiten algunas especies de mosquitos, entre ellos (pero no sólo) el mismo que contagia dengue, zika y chikungunya. Puede ser grave y provocar la muerte. Al no tener tratamiento, es clave prevenirla con la vacuna y usando repelentes y ropa clara y de mangas largas.