El paso del tiempo, la falta de inversión, los cambios de costumbres, y los caprichos del destino le pusieron fecha de vencimiento a la vida comercial de la Galería Dominicis. Por decisión de sus responsables, el reconocido centro de compras cerrará a fin de mes, y en su interior sólo quedan un par de locales que se atreven, a regañadientes, a esperar a última hora para practicar la mudanza. Ya muy poca gente entra, casi nadie se acerca a preguntar. Cada rincón desprende descuido, silencios y muecas de melancolía. El lugar dejó de honrar las prescripciones de su memoria y por eso hoy está al borde de un desenlace incierto, ingrato, demasiado alejado de su trascendencia histórica.
Con más de 50 años de actividad (fue inaugurada en 1963), la Galería Dominicis fue la primera en su tipo en la ciudad. Ubicada en Sarmiento 1074 (con salida por San Juan), en pleno microcentro rosarino, llegó a ganarse un destacado espacio de consideración y aceptación por parte de los transeúntes.
Hoy, jaqueada por la falta de previsión, de estrategias y de mantenimiento, por la irrupción de los shoppings, y por el desplazamiento del circuito comercial hacia otros sectores, entiende que debe redireccionar su rubro y encontrar otros usos diferentes para poder transformar su horizonte. Por eso los dueños tomaron la decisión de cerrar, y si bien no hay todavía confirmaciones, están analizando algunas opciones y una de ellas sería vender para que se construya un gran estacionamiento.
Hace muchos años que la Galería Dominicis dejó de ser lo que fue. Por mil y una razones, que ya no vale la pena escarbar, perdió ese codiciado sitial de referencia de paso. No se actualizó. Se dejó estar. No invirtió y la consecuencia fue lógica y dolorosa.
Hoy, telas viejas, mantas multicolores y páginas de diarios tapan los vidrios de los locales que ya quedaron vacíos. En los pasillos de circulación hay huellas de movimientos recientes. Quedaron algunos amoblamientos maltratados, sillas, materiales de construcción, cajas, maderas y bolsas para retirar. El panorama es de tristeza, resignación y cierta dosis de olvido.
Los negocios más organizados muestran en sus puertas el lugar donde se trasladarán. La agencia de viajes (con más de 35 años en el lugar), el muchacho que arregla valijas, la casa de sellos y la perfumería, por circunstancias que no eligieron, todos debieron buscar nuevas sedes para desarrollar sus actividades.
Partidas. En ese perceptible marco de incomodidad, tratando de esquivar una resolución inevitable, la confitería Barcelona y la tienda deportiva Sport 78 todavía están desarmando sus instalaciones. En las historias de estos dos negocios, se resumen decenas de acontecimientos similares, con distintos tintes emotivos, que retumban entre los descuidados muros de la galería.
Luisa Rodríguez hace cuatro años que maneja el bar del corredor comercial. A sus 65 años, después de atravesar problemas personales (la pérdida de su marido) y superar varias batallas contra su salud, nunca se imaginó tener que empezar de nuevo. "La verdad es que todavía no tengo nada decidido. Todo lo que tenía, lo puse en este bar. Y ahora tengo que buscar otro lugar, algo que me resulta complicado por mi movilidad reducida", comentó Luisa durante la recorrida de este diario.
A pesar de todo, la encargada del mítico bar no pierde sus fuerzas. "Estoy con mi hijo, mi hermana, y sé que tengo que seguir adelante. Este negocio funciona bien y lo podemos hacer funcionar en otro lado", se esperanzó al momento de analizar su futuro inmediato frente al cierre de la galería.
Germen inicial. Unos metros más adelante, en el frente del inmueble, se encuentran dos locales pequeños de Sport 78. Arriba funcionaba un depósito que luego mutó en oficinas. Abajo quedó el sector de venta. En ese sitio, Nelson Graells arrancó en 1972, a puro empuje, con una marca que se convirtió con el paso de los años en una de las firmas más representativas y reconocidas de la ciudad.
"Nelson quiere mucho este local, significa mucho para él. Por eso creo que nunca se hubiera desprendido del mismo si no era por el cierre de la galería", se animó a confiar Facundo Blanco, un joven de 28 años, actual responsable de esa sucursal.
Al momento de tratar de encontrarle causas a la situación, Facundo apuntó que "la galería se fue quedando en el tiempo. Siempre tuvo locales abiertos, pero nunca se actualizó, ni se hicieron arreglos. Sin dudas, el paso del tiempo se hizo sentir".
Por suerte, los empleados serán utilizados en otras sucursales de la misma firma. Es más, se está armando un nuevo local al lado, por Sarmiento, y allí se reutilizará gran parte del mobiliario.
De esa manera, con un tono sepia, dándole la espalda a sus mandatos originales, la Galería Dominicis exhibe su nostálgica postal de despedida.