Llaman la atención. No buscan otra cosa. Al borde de la autopista a Buenos Aires, a la altura de barrio Las Flores, una hilera de casillas paupérrimas se pintó de colores. Diseños geométricos, planos decorados, contrastes cromáticos, conviven con zanjas llenas de basura, caballos esqueléticos, perros sarnosos y unas cien familias que llevan varios años de reclamar viviendas. Y el recurso por lo menos logra un objetivo: hacerlas más visibles, como recortadas de otros tantos caseríos que ya se convirtieron en postal corriente de los bordes de la ciudad.
La intervención comenzó el verano pasado, impulsada por la maestra de plástica de la Escuela Crucero General Belgrano, Corina Iocco, dos amigas psicólogas, Marina Divita y Soledad Ríos, y los chicos que viven en las casillas ubicadas sobre unos 600 metros a la altura de la entrada a la autopista. Arrancaron por allí, pero la idea era seguir por todos los bordes de Las Flores Este, siguiendo el recorrido de la línea 140, los únicos colectivos que entran al barrio.
"¿Hay lugar aquí?", fue la pregunta que dio nombre al proyecto y se replicó en un cartel ubicado sobre las casillas y en calcos que se pegaron en carros, bicicletas y postes.
La idea era dejar un interrogante abierto, que despertara tantos significados como personas repararan en él. "Podía ser si eso constituía realmente «un lugar», si era apto para que vivieran personas, si quedaba espacio disponible, entre otras lecturas", dice Iocco.
La paradoja es que poco después de la pintada debieron retirar el cartel de las casas, ya que muchos lo leyeron como una invitación. Y vieron en esa costa de la autopista un lugar fértil para plantar nuevas casillas.
Lo que hoy se ve son planos de colores vivos, algunos con textura y mucho contraste. La única consigna fue evitar el azul y amarillo o el rojo y negro. Máxime porque en ese mismo lugar, a principios del año pasado, fue atacado el colectivo con hinchas de NOB. Un episodio que le costó la vida a Walter Cáceres.
Un problema permanente. Para Iocco, el problema de la falta de vivienda en ese sector del barrio es permanente. "Los viven desalojando. Los maestros nos enteramos cuando notamos que los chicos dejan de venir y vamos a buscarlos". Y no es casual que ese borde de la ruta haya sido uno de los seis puntos tomados entre marzo y abril de este año, exigiendo planes habitacionales. En Las Flores, las necesidades más álgidas se exhiben sin tapujo en lo que Iocco llama "los márgenes de los márgenes", las casillas latosas que bordean un barrio pobre, populoso y estigmatizado, al punto de que un ex ministro de Gobierno provincial no dudó en compararlo con el Bronx de Nueva York.
Según afirman los vecinos, en esos pliegues viven unas cien familias que se fueron asentando sobre los pocos espacios libres que existen en Las Flores.
Extender una mano. Los Alvarez son una de las familias que viven en las casillas estampadas con franjas rojas, celestes, amarillas y azules. Pocas habitaciones cobijan a Nicasio y sus dos hijas, María (32 años) y Gabriela (27), y los ocho chicos que suman las dos mujeres. "La escuela nos está dando una mano para llamar la atención y que nos den una casa", afirma una de las jóvenes que asoma su cabeza por sobre las chapas y contiene al piberío que empuja para ver qué pasa.
Es el mediodía, afuera un grupo de hombres descansa junto a dos carros. Otra mujer ayuda a descargar de un camión lo que parecen bolsas de basura. Un perro les pelea un hueso. El cirujeo y las changas son las únicas formas de ganarse la comida.
Según cuenta, María llegó al barrio cuando "arrancaban con el casino", hace ya 5 años. Detrás estaba la ilusión, o la promesa, de que la apertura del complejo apuraría la relocalización de asentamientos vecinos, como ocurrió con parte de La Granada. Al punto que, a los dos años, se le sumó una hermana, embarazada de su primera hija.
Ahora, la sala de juegos aparece opacando su situación. "Los que pasan por acá se fijan solamente en el casino. A nosotros ni nos miran", apunta Andrés, otro vecino que deposita una pizca de confianza en ese esfuerzo original por visibilizar tanta carencia.
Las casillas de colores de Las Flores siguen ahí. Destiñéndose, sólo esperan que las vean.