Juan Manuel Suárez (25) estuvo a punto de perder un crédito Procrear porque no lograba acceder a su nuevo DNI, que venía tramitando sin éxito en Rosario desde hacía un año y medio. La explicación que recibió sucesivas veces en el Registro Civil provincial fue la misma que escucharon otras personas: las huellas dactilares que le tomaban no servían. Su mujer se desesperó porque sin el documento no podrían culminar los trámites iniciados en el Banco Hipotecario para obtener el préstamo, donde para estos días ya tenían acordada su “última cita”. Entonces la chica llamó a la sede del Registro Nacional de las Personas (Renaper) en Buenos Aires. La respuesta fue inmediata: “Venga, que se lo damos”. Y así, dice ahora el joven, aunque tenga que viajar a la Capital Federal, “de un día para otro” logrará que le otorguen el documento que en la ciudad no consiguió “tramitar en 500 días”.
El caso de Juan Manuel es similar al que le tocó vivir a la docente jubilada Ana María Marchetti, del que dio cuenta La Capital en diciembre pasado.
También la mujer pasó dos años y medio tramitando infructuosamente su DNI porque no se registraban como debían sus huellas dactilares, pese a que repitió la toma tres veces en el Registro Civil. Veinte días después de que su situación tomara estado público, el documento y sus correspondientes huellas aparecieron como por arte de magia.
Oportunidad. Esta vez, para Juan Manuel, la urgencia venía dada básicamente por la tramitación de un crédito Procrear, al que con su esposa es firme candidato al punto de que para esta semana ambos ya tienen pactada su última cita en la entidad que lo otorga.
El problema era que, sin DNI, el préstamo se caería por no poderse cumplimentar la gestión más básica de todas: la acreditación de identidad.
El joven contó que, junto a su mujer, hace un año y medio inició el trámite del documento en el Distrito Centro. A los pocos días llegó el de la chica, pero no el suyo. Y tuvo que volver. Allí le dijeron que las gestiones continuarían en la sede del Registro Civil ubicada en Salta al 2700.
En ese lugar repitió todo el proceso, pero el esfuerzo fue nuevamente vano. “Tres veces tuve que ir a calle Salta”, recordó ayer. La respuesta que escuchó varias veces de los empleados de la repartición fue que sus huellas dactilares no se registraban “posiblemente por un problema del aparatito que las toma”.
Tiempo de descuento. En diciembre pasado, relató Juan Manuel, le prometieron que en quince días el DNI estaría listo. Pero cuando regresó en su busca, otra vez, le dijeron que debería esperar, sin descartar que tuviera que hacer todo de nuevo.
“Y ahí ya me enojé. Le dije al empleado: «Ponete en mi lugar, pierdo el crédito. ¿Vos qué harías?». Pero nadie me decía nada”, afirmó.
Por eso, frente a la posibilidad cierta de quedarse sin el préstamo para acceder a una casa propia, su mujer llamó a la sede porteña del Renaper, donde para su estupor resolvieron el problema de inmediato. Como en los viejos tiempos, Dios atendió mejor en Buenos Aires.
“Así que al final viajo esta semana para volverme con el DNI”, adelantó el joven, quien decidió hacer público su caso “para que no se repita y no le pase a otra persona”.
Y sin adjudicar culpas, se limitó a preguntar cómo lo que desde Rosario no pudo lograr en “más de 500 días, en Buenos Aires se resolvió de un día para otro”.