Pero desde el año próximo esas acciones se institucionalizarán para todos los estudiantes de la UNR tal cual lo aprobó el Consejo Superior de la UNR en julio de este año. El cuerpo de 36 miembros decidió que a partir del ingreso 2022 estas labores se transformarán paulatinamente en una Práctica Social Educativa (PSE) obligatoria.
>> Leer más: Ahora para graduarse en la UNR habrá que realizar prácticas sociales
La Capital participó de la techada en el rincón villagalvense de bajada Kennedy y la ribera, a 50 metros del Paraná, donde se ubica solo uno de los las tantos muelles informales que instalan los pescadores de la zona para tirar las redes cada día, en cuatro turnos, desde la madrugada a la noche.
Es una zona con vistas al río maravillosas, donde hay sombra y cañaverales cercando las modestas y pulcras casas de las familias del lugar. Son verdaderos vergeles, conviven en ellas gatos y perros, y de las ventanas emana música a buen ritmo y volumen.
La actividad fue una especie de celebración de un acuerdo entre arquitectos y arquitectas y pescadores que se inició en 2017 y que pinta concluir a fines del año próximo.
Si hasta ahora los pescadores ofrecían su mercancía a los palanqueros (vendedores y también intermediarios que fijan el precio) y estos la ofertaban a la vez a las pescaderías o frigoríficos, ahora tendrán otra opción moderna y bromatológicamente cuidada.
"Podrán traer los pescados derecho, desde sus canoas a la cooperativa: acá los limpiaremos y haremos con ellos milanesas, canelones, medallones y alimentos para perros y gatos, contaremos con conservadoras y nosotros mismos los comercializaremos en localidades donde no hay río y también en los comedores escolares, queremos que se incorpore más pescado de río en las dietas de los chicos, algo que ahora no ocurre", se entusiasmó al explicar los proyectos De Jesús.
Pero además, remarcó que la cooperativa tiene por objetivos "mejorar las ganancias para los pescadores que hoy es bajísima, mucho más si no son dueños de sus canoas sino peones, y además queremos ampliar las fuentes de trabajo. Incluiremos a mujeres en el área de producción, un total de 20 personas como mínimo", remarcó.
Hoy Casa de los Barcos brinda servicios a niños y adultos del lugar: copa de leche, ollas populares, servicio de oftalmología, peluquería y cursos de maquillaje (actividades que ofrecen gratuitamente gente conectada a la cooperativa) y también organiza Fiestas del Día del Niño.
Desde el proyecto a la construcción
El programa ArqDiBarrio de la Facultad de Arquitectura se inició en 2015 con el objetivo de dar asesoramiento técnico, realizar proyectos y obras, con estudiantes del ciclo superior (3ro. a 6to años), docentes, graduados y estudiantes de los primeros años, de manera voluntaria.
Al principio la actividad de extensión se conectaba con privados y reparticiones del Estado, pero luego se volcó más al vínculo con organizaciones del territorio, con personería jurídica (y si están en situación informal se los asesora).
En este momento, además de la obra de la cooperativa de pescadores ArqDiBarrio trabaja en la ampliación y remodelación del Club 20 Amigos de zona Oeste, en la construcción de la cocina comedor La Tranquila de zona sudoeste y en el proyecto de un taller de huerta para la organización Mujer Raíz de Pueblo Esther.
"Acá el vínculo con la cooperativa de pescadores Casa de los Barcos, que cuenta ya con lugar físico, comenzó hace cuatro años y se aquietó con la pandemia porque los estudiantes no podían venir de manera presencial, entonces hicieron el proyecto de manera virtual. Colaboramos con los contactos para que se consigan las cámaras de refrigeración y también con los materiales", explicó a este diario la coordinadora general del programa, Victoria Funes, quien puso manos a la obra tanto como el subsecretario de Extensión de la facultad, Julián Leguizamón, el estudiante Martín Alemán y Florencia Panigutti y el graduado voluntario, Guillermo Koller.
La obra contempla un área de producción (con piletones y mesadas), un local de ventas donde el público verá cómo se limpia y procesa el pescado, un vestuario para los empleados y un espacio para la cámara de conservación.
Corralón de materiales voluntarios
A primeras horas del jueves, hasta antes de comenzar con la colocación del techo en la actual cooperativa había solo una platea (piso) de hormigón y pórticos de hierro.
"Esta estructura era de otra obra en República de la Sexta que comenzó a vandalizarse y la trasladamos acá, y las chapas y aberturas se consiguieron por donaciones que llegaron al corralón de la facultad", dijo Funes y de esta manera se refirió a otra iniciativa de la facultad que significa un gran aporte para las obras con sentido social de extensión.
"Recepcionamos material sobrante de obras para utilizarlos en estos emprendimientos sociales", precisó Funes quien a la vez mostró el proyecto terminado en papel (y que el presidente de la cooperativa colgó en el quincho como un sueño a cumplir). Allí se ven los materiales que tendrá la futura obra. Cemento, chapas, madera y hierro.
Pocos minutos fueron necesarios para que todos los allí reunidos comenzaran a ponerse los cascos y a mover las chapas, se llenara el lugar de rollos de espuma de poliuretano que protegerá del calor a techo de chapas. Mujeres y varones comenzaron a subir las láminas plateadas hacia lo alto, por igual. Prometía ser un trabajo de unas horas, el sol ya castigaba desde temprano y todos hablaban del asado que los esperaba al mediodía.
La base de operaciones de los pescadores
Mientras la techada se realizaba, abajo, en el río, un grupo de pescadores recogía las redes y otros partían con dirección a la isla de una zona delimitada entre la fábrica Unilever y calle Alem.
"Acá nosotros les ponemos nombres a los muelles de acuerdo a las fábricas cercanas: a esta la bautizamos Guereño", le dijo a este diario Cristian de 41 años, un patrón de canoa que vive arriba en la ciudad de Villa Gobernador Gálvez y dice que "por las dudas", cada día se retira del lugar con sus mallas artesanales y motores. "La inseguridad está en todos lados", susurra.
Junto a él, Carlos de 32 años y Brian de unos 20. Y varios más que se acercaron cuando vieron que La Capital estaba merodeando por su lugar de trabajo.
Contaron que todos son del lugar, y que tienen tantos años de edad como de pescadores. Que allí las mujeres no se suman a la actividad, "se quedan en la casa", y que viven de su labor pero que allí "no nada sobra": ni pique ni plata.
Pero a pesar de eso no se achican y se prestan para la foto, entre bromas y algunos hasta con los hijos en brazo, sonríen de cara al sol.
¿La nueva cooperativa? Para algunos será una posibilidad de mejorar el trabajo. Otros en cambio desconfían de cuánto mejorarán sus pobres ingresos. Uno dice que "el que se quemó con leche ve una vaca y llora". Y eso que a allí solo se ven pescados. Como sea, él dice que desea que la actividad mejore para todos.