"Negamos el uso de armas de fuego por parte de efectivos policiales", así arrancó su diálogo con La Ocho el jefe de la Unidad Regional II de la policía provincial, Raúl Ardiles al ser consultado sobre las denuncias de familiares de las víctimas del desalojo de los terrenos tomados el viernes pasado en Empalme Graneros, perteneciente a la fundación que dirige la monja María Jordán.
"Mientras estábamos cumplimentando una orden de desalojo del juez correccional de la 5ª nominación, que se hizo presente en el lugar. En primera instancia el viernes no se pudo cumplir, por la resistencia de los ocupantes y resultó seriamente lesionado un empleado municipal, también personal policial", explicó Ardiles sobre el devenir de los violentos hechos en el noroeste de Rosario.
"Al día siguiente, en la mañana del sábado, se efectiviza la orden. Había poca presencia de ocupantes y se realizó rápidamente el desalojo, pero empezó la reacción, tiraban con piedras y armas de fuego. Incluso fue agredido el propio juez de la causa cuando se trasladaba al lugar en un vehículo. Le tiraron un adoquinazo. Hubo uso de armas de fuego con las que nos tiraron. Nosotros usamos los cartuchos antitumultos", remarcó el alto jefe policial.
"Le puedo asegurar que había muchas personas, distintos grupos diseminados en distintos sectores del barrio", advirtió, y al ser consultado sobre el origen de los balazos afirmó: "no puedo sugerir nada, lo único que digo es que hay una causa abierta y la Justicia es la que debe discernir lo que ha ocurrido".
Distintas versiones
La versión de muchos de los ocupantes que resistieron el desalojo difiere de la policial. "Fue baleado por la policía" dijo Carlos Juncos, tío de Nicolás, un chico de 16 años herido en el estómago.en la violenta recuperación del predio . "Le sacaron la bala en el Centenario, pedimos la bala cuando lo operaron y nos dijeron que la mandaban a Tribunales. Si dicen que no tiraron balas de plomo ¿porqué ayer estaban buscando cartuchos acá?. Los filmamos con un teléfono y acá en la calle también se encontraron las balas", afirmó el pariente de uno de los heridos.
Los denunciantes insistieron hoy con que no se usaron balas de goma y confirmaron que poseen una filmación registrada en un teléfono móvil en la que aparecen efectivos policiales levantando los cartuchos de postas de plomo. Así lo confirmaron hoy en contacto con "El primero de la mañana".
La denuncia
Adrián Olmos jura y perjura que sólo estuvo en el lugar menos indicado y en el peor momento. El sábado pasado, a la mañana, el hombre hacía tiempo para salir a trabajar a sólo unos metros de Cabal al 1400 bis, donde un grupo de vecinos de Empalme Graneros había ocupado un predio perteneciente a la fundación que dirige la monja María Jordán. "Había llegado la policía y todo estaba muy pesado. Me asomé a la esquina para ver cómo estaba la cosa y un milico me disparó en la pierna", denunció ayer en la puerta de su vivienda, donde un viejo Falcon verde acumulaba las frutas que, no pudo vender el fin de semana, que ya empezaban a echarse a perder. Es una de las tres personas que resultaron heridas de arma de fuego tras el desalojo del predio ubicado en la zona más pobre del barrio (en el noroeste de la ciudad). Los familiares de las víctimas, junto al presidente de la comisión de Derechos y Garantías de la Cámara de Diputados provincial, Eduardo Toniolli, dieron cuenta de lo ocurrido ante el fiscal Guillermo Corbella.
Previamente, el diputado justicialista había advertido: "Es gravísimo e inaceptable que se usen armas letales para reprimir un conflicto social". Y aseguró que, de acuerdo a lo que manifestaron profesionales que asistieron a los heridos en el hospital Centenario, se les extrajo "perdigones de plomo, de los que generalmente tienen los cartuchos de escopeta". La presentación quedó en manos del juez de Instrucción Nº 9, Javier Beltramone.
Además de Olmos, quien el sábado deambuló entre los hospitales Alberdi y Clemente Alvarez (Heca) Heca, donde finalmente fue operado por la fractura generada en el pie por el proyectil, otros dos muchachos de 16 y 18 años permanecen internados en el Centenario.
La directora del Centenario, Isabella Ceola, confirmó que ambos ingresaron el sábado, horas antes del mediodía, uno con una herida de arma de fuego en el abdomen y el otro en la muñeca derecha.
El primero fue intervenido quirúrgicamente para extraer el proyectil de la cavidad abdominal y evoluciona favorablemente, mientras que el herido en el brazo aún no fue operado. La bala hallada en el cuerpo del muchacho ahora será peritada por la División Judiciales de la Unidad Regional II para determinar de qué tipo de munición se trata.
En tanto, unas veinte mujeres permanecían en Cabal y María de los Angeles, una de las esquinas del terreno ocupado el viernes. En el lugar protagonizaban lo que definían como una "vigilia pacífica" a la espera de ser convocados hoy por las autoridades del municipio a una reunión para analizar la demanda del grupo.
"La Infantería reprimió con armas de fuego", aseguraron, mientras acercaban algunas vainas recogidas en el lugar. "Vimos a la policía disparar", acusaron, al tiempo que negaron con énfasis que alguno de los vecinos pudiera estar armado. "Hubo gente que tiró piedras, no más que eso. La represión fue una provocación innecesaria", advirtieron.
Olmos señaló que él mismo vio "como un oficial de Infantería desenfundaba un arma de fuego". Y los vecinos que se acercaron hasta la casa del hombre contaron que "las balas pasaban volando por arriba de los ranchos".
Marcelina Juncos es la tía de Nicolás, y contó que su sobrino estaba a metros del predio ocupado, en un espacio que los cartoneros del lugar utilizan para separar los residuos, junto a Sebastián, el otro lesionado.
"El no participaba de la toma, ni tampoco lo hacía su amigo. Sin embargo, la policía les disparó. Es inexplicable", afirmó la mujer.
La toma del predio donde desarrolla su tarea la monja Jordán comenzó el viernes y puso en el centro de la escena un problema conocido: el déficit habitacional que soportan los que viven en muchas barriadas de la ciudad.
Ese sector de Empalme no resulta ajeno al problema, según relataron las mujeres referentes de la toma. "Hay casas en las que conviven hasta tres o cuatro familias y la situación no da para más", explicaron.
Para Carla Saavedra, una de las portavoces del grupo, la ocupación del predio fue una forma de visibilizar ese reclamo.
"El acceso a la vivienda digna acá no es un derecho. Parece más bien una utopía", sentenció.